Una espera más … Una espera eterna sin ti, Selena…




Un hombre solo en la ventana…

Lúcida la mirada…

Mirando la nada…

O acaso esas estrellas…

Lágrimas en su mejilla…

Esperando que cambie la suerte…

Esperando que algo venga…

Esperando algo que nunca vendrá…

Si no lo busca…

De pronto todo se le ilumina…

Escucha esa canción…

Ve de nuevo las estrellas…

Y es ella, ¡¡es Selena!!

Que le dice…

“¡¡Acá estoy, mi Amor!!

No existe el olvido...

¡¡Acá estoy, mi Amor, de vuelta!!

He venido…

¿Lo puedes creer?

No existe el olvido, mi Amor…

No existe...”

Pero no es Selena…

Es simplemente una canción…

Una canción distinta, de otra realidad…

El hombre sabe del tiempo…

Sabe del olvido…

Sabe de la espera sin sentido…

Tal vez nunca haya esperado nada de la vida…

Tal vez haya pensado que ningún esfuerzo tenga sentido…

Tal vez nunca haya creído en el Amor…

Aunque lo deseara siempre…

Aunque lo soñara…

Lo imaginara…

Lo viera corporizado en una mujer…

En una mujer inmaculada…

En una mujer inalcanzable…

Nunca la encontraría…

Pues nunca la buscaría…

“¿Para qué?”, se preguntaba…

“Sólo sentí desilusión…

Esperaban cosas que nunca les daría…

Esperaba cosas de las que ellas no creían…

Nunca me creyeron…

No importa lo que dijera…

No importa lo que hiciera…

Se reían, me señalaban…

Es mejor refugiarse…

Es mejor esperar…

Algún día alguien vendrá…

Algún día alguien me comprenderá…

Algún día alguien me hará sentir orgulloso…

Pero ahora sólo me queda esperar…”

¿Qué esperar?

“Esperar que ella vuelva.

y le diga:

‘¡¡Acá estoy, mi Amor!!

No existe el olvido…

¡¡Acá estoy, mi Amor, de vuelta!!

He vencido…

No puedes creer…

No existe el olvido, mi Amor…

No existe...”

El hombre vuelve a escuchar esa canción…

Sabe que no es de Selena…

Pero expresa su sentir…

Siente que Selena le habla…

Siente que Selena lo consuela…

Acaso lo que tanto soñaba no era inalcanzable…

Ni inmaculado…

Era alguien terrenal…

Como él…

Sencilla, simpática, agradable…

Carismática, honesta, frontal…

Siempre con una sonrisa…

Siempre dispuesta a dar lo mejor de sí…

Para ella ser feliz…

Y hacer feliz a los demás…

Esa es la mujer que esperaba…

Y la tenía tan cerca…

El hombre retiene esos recuerdos…

Esas sensaciones…

Trata de convencerse…

De que ella no se ha ido…

De que ella no ha perdido…

De que ambos han vencido…

A pesar de todo…

El hombre sabe que sólo fue feliz una vez…

Y esa vez duró unos pocos años…

Esos años que compartió con Selena…

Compartió sus sueños…

Compartió sus éxitos…

Compartió su felicidad…

Compartió su trabajo…

Se sintió identificado con su vida…

Con sus ideales…

Con su sinceridad, con su honestidad…

Con su forma de ser…

Ese hombre sólo podía ser feliz con ella….

En silencio, a distancia…

No podía creer que alguien fuera como él…

Y le fuera bien…

Pensaba que Selena realizó lo que él nunca había hecho…

Arriesgarse…

También pensó que Selena no tuvo opción…

Él sí…

Pero no hizo nada … o no pudo…

Y mientras muchos en su condición la hubiesen envidiado…

Él se sentía feliz con su triunfo…

Al menos podía ver a alguien como él ser dichosa y exitosa…

Era algo…

Compró sus discos…

Fue a sus conciertos…

La vio infinidad de veces en la televisión…

Compartió sus pocos momentos de felicidad…

En extrema soledad…

Pero fueron los momentos más lindos de su vida…

No se sentía solo…

Pensaba que todo valía la pena…

Con Selena como su estandarte…

Como su modelo…

Como su meta…



Pero todo terminó siendo un sueño…

Un suspiro…

Una estrella fugaz…

Una honda pesadilla…

Un tremendo dolor…

El sueño había terminado…

El idilio se esfumó…

El hombre se quedó realmente solo…

Sin sentimientos…

Sin pasión…

Sin Amor…

Rodeado de miseria…

De artificios…

De tontas vanidades…

De gente penosa que se cree valiosa…

Y sólo da pena…

Pero dominan el mundo…

El hombre mira las estrellas…

Cree verlas titilar…

El hombre vuelve a esperar…

¿Qué esperar?

“Esperar que ella vuelva

Y le diga:

‘¡¡Acá estoy, mi Amor!!

No existe el olvido...

¡¡Acá estoy, mi Amor, de vuelta!!

He vencido...

¿Lo puedes creer?

No existe el olvido, mi Amor.

No existe’.”

Pero sólo es una canción…

Que no es de Selena…

Selena no ha vencido...

Él tampoco…

Al menos para los parámetros de este mundo...

De este mundo ingrato que la dejó partir…

El hombre sintió al fin que el olvido existe…

Como el espantoso paso del tiempo…

“Campanas en la noche.

Ruidos de melancolía.

De esperar…

¿Que esperar?”

El hombre termina tomándose la cara con sus manos…

Y llora sin consuelo…

Sabe que Selena no volverá…

Y que no lo abrazará para consolarlo…

Con su presencia…

“Si al menos todo cambiara…

cuando vuelva a mirar el cielo”, piensa…

Y esperar…

¿Qué esperar?

Lo que ha esperado siempre…

Lo que ha deseado siempre…

Volver a ser feliz….

Volver a vivir el único momento…

en el que se sintió orgulloso…

Dichoso…

Volver a ser feliz con Selena…

Con Selena en este mundo…

Con Selena volviendo a sonreír…

(A veces esperamos que todo cambie. A veces esperamos la felicidad. A veces esperamos que las cosas sean como las deseamos. Tal vez el error sea esperar ... Tal vez sea mejor que nosotros busquemos esa felicidad, lo que más deseamos, el Amor, nuestros sueños, nuestros deseos … Si no lo buscamos, nadie lo hará por nosotros … Selena lo hizo … Tal vez lo hizo a su pesar … Pero eso sólo fue al principio, cuando era niña … Selena hizo su propia búsqueda después … Reconvirtió el deseo de su padre en su deseo, transformó su sueño en su sueño, llegó al éxito para realizar lo que más deseaba … Ser diseñadora, ser ella misma, ser feliz … No se quedó esperando … Fue a buscar su destino … Sólo le faltó ser más precavida … Y tal vez eso mismo tenga que ver con su historia … Y demuestra que a veces hay que esperar … Pero eso es con la relación con los otros … Pero con nosotros mismos no hay nada que esperar … Todo lo que dejemos pasar por esperar se transformará en una añoranza cuyo efectivización jamás se cumplirá…)

Y la ironía de todo es que lo que hago ahora y es desde hace años es esperarte, Selena … Como todo en mi vida…

Y tal vez algún día vengas a darme un abrazo para decirme: “Aquí estoy de vuelta … He vencido … Pues no existe el olvido … No existe…”

Te quiere mucho…

Sergio Ernesto Rodríguez

(Buenos Aires, Argentina)

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