Por haber seguido aquellas reglas, Selena…


“¡¡No llames a la policía!! No es de nuestra incumbencia … Si no quiere que la revisen, puede retirarse … ¡¡Ve y díselo!!”, me dijo mi jefe de guardia. Yo no sabía qué decirle. No podía entender la orden. Mientras colgaba el auricular del teléfono lentamente sin mirarlo, él se acercó a mí, pasó la mano sobre mi hombro de modo paternal y, mientras caminábamos rumbo a la sala de guardia, trató de hacerme entender: “Así son las cosas, Alicia … La mujer es de San Antonio. Dice que intentaron violarla en Monterrey. Estamos en Corpus Christi. Para denunciar el hecho y revisarla de oficio tiene que haber nacido en esta ciudad o ella haber hecho la denuncia en Monterrey … Pero ella no lo hizo, la policía de allá no puede actuar y, no sé por qué, ahora ella no quiere que la revisen. No podemos hacer nada … Así son las leyes … No nos metamos en problemas. Déjala ir…”. Mi jefe se frenó, me miró tiernamente y yo sólo le sonreí como único gesto de asentimiento … Mientras me marchaba sola rumbo al encuentro de Selena y de esa oscura mujer, me preguntaba una y otra vez para qué vino, para que llevó a Selena hasta este lugar, para qué formularía semejante denuncia sin haberla hecho formalmente en su momento y después impedir ser revisada para confirmar si todo era cierto … Pensé que con llamar a la policía todo se aclararía. Yo sabía lo que me había dicho mi jefe. Yo sabía de las benditas normas. Pero como todo me daba mala espina, pensé que haciéndome la tonta llamando a la policía y buscando la manera de aclarar los puntos, se sabría del porqué de ese sinsentido. Yo no creo sólo en la curación. También creo en la prevención. Y a veces hay que hacer determinadas cosas para que algo malo no suceda ... No tenía forma de saber lo que podría pasar. Nunca podría imaginarlo. Pero si hacía venir a la policía ... Si podía hacerla revisar y después disculparme por el “error de no acordarme del protocolo” tal vez podría haber confirmado algo y saber lo que podría venir después … Pero no … No pude … Las reglas, el temor a perder el empleo por rebelarme a la autoridad, el quedarme con los procedimientos habituales, el actuar sólo para curar y no para prevenir, me hicieron quedar en el intento … Debí haber hecho algo más … Tal vez lo hubiese impedido o al menos las cosas se hubiesen dado un tanto distintas, lo suficiente como para no lamentarnos de que Selena se nos fuera tan pronto, tan rápido … viéndola caer sin poder llorar…

Cuando llegué a la sala, vi que Selena estaba con esa mujer. La veía extraña. Ya de por sí me costó reconocerla cuando ingresaron al hospital. No se la veía como la solíamos ver … Estaba desencajada, perpleja, contrariada … Pero el volver a verla parecía estar entre desorientada y enojada … Hice el movimiento justo para que me advirtiera sin que la otra mujer lo notase. Cuando me vio le hice el gesto de silencio y de que se acercara a mí. Selena se incorporó con la excusa de que debía ir a ver a uno de los médicos y fue al encuentro conmigo. Yo la aparté a un costado y le pregunté qué le pasaba a ella, por qué vinieron si ahora no quiere que la toquen. Selena trató de contestarme. Pero se la veía nerviosa. Dudaba. Miraba hacia atrás y me miraba a mí con miedo … “Es que … no sé … No quiero hablar mucho porque temo que ella me escuche … y no quiero” … Yo traté de tranquilizarla y de que confiara en mí … “¿Pero qué es lo que le pasa? Nosotros no podemos hacer nada si ella no quiere. Entonces, ¿para qué vino? A menos que tú la hayas forzado a venir aquí y ahora ella se niega…”. Ella hizo un gesto de negar enfáticamente esa posibilidad, siempre mirando para atrás y con expresiones cada vez más nerviosas. Pero había algo en ella que la perturbaba más aún. Era como si quisiera decirme todo, pero no se animaba o no podía. Se la veía confundida, perpleja. Como si se levantara de una gran pesadilla y aún no supiera si lo que vivía era real o era parte del sueño. Yo logré llevarla a un costado y le dije: “¿Pero qué pasa, Selena? ¡¡Nunca te vi así!! Qué es lo que sucede? Acaso dime por qué y para qué están aquí … ¡¡Cada vez me preocupa más!!”. Selena, ante mi actitud imperativa y casi rogatoria, alcanzó a decirme: “Es que yo tampoco comprendo. Hace días que me habla de la violación. Yo no sabía si era cierto o no. Pero como necesitaba que me diera unos papeles al final accedí y la acompañé. Siento que está loca. Mi familia y yo tratamos de apartarnos de ella, pero a mí me cuesta más. Por eso la sigo atendiendo, por eso…”. De pronto Selena mira hacia atrás y es ella la que ahora me hace un gesto de silencio. “No puedo seguir hablando. Tengo miedo de que se haya dado cuenta de esta conversación y no quiero que ella sospeche nada. Me tengo que ir … Después vengo y te cuento bien todo … Cuando toda esta pesadilla haya pasado”. Iba a intentar retenerla un rato más, pero se asomó mi jefe y la dejé ir. Le hice un gesto de que ya se retiraban, y mi jefe sólo se sonrió y se fue rumbo a su despacho … Luego vi cómo Selena se iba rápidamente en una camioneta junto con esa mujer … De pronto me encontré sola … Sola y sin respuesta … Sola y con todas las dudas … ¿Dudas? Yo presentía algo malo … Nada bueno me olía esta situación … Algo más había … Quise saber, quise prevenir … Pero la burocracia, el miedo y el no compromiso pudieron más … Vi cómo Selena se marchaba … Vi cómo cada uno volvía a su lugar … Como todos los días … Era 31 de marzo de 1995 … Un día más en la vida de nosotros … Al menos pensábamos que iba a ser así … Pero no lo fue … Terminó siendo un día especial … especialmente nefasto para todos … Y nosotros aquí sin poder hacer nada … o no querer hacer nada…

Había vuelto a mi casa poco tiempo después de aquel episodio … Tenía que volver a la guardia muy temprano al otro día, casi a la madrugada … Al menos eso era lo que estaba planeado … Cuando prendí la televisión, vi los títulos y escuchaba lo que estaban diciendo allí pensé en todo lo sucedido apenas unas horas antes. Todos mis miedos, todo lo que yo había pensado, todo lo que me había imaginado se estaba corroborando ante mis ojos … Pensaba descansar esa tarde … No pude … De hecho me quedé petrificada frente a la pantalla hasta que ese ser despreciable se entregó a la policía luego de estar parapetada en el garaje del motel en el que estaba alojada durante 8 horas … Recién ahí pude llorar … Recién ahí pude desahogarme … Cuando vi que todo lo temido por mí se había cumplido … ¿De qué me había servido ser obediente, buena, honesta, responsable? ¿De qué me sirvió seguir los procedimientos, las leyes, las prácticas usuales? Allí estaban los resultados … Selena asesinada por esa mujer … esa misma mujer que no se sabía por qué había llegado al hospital … que no se sabía para qué se iba a negar a ser revisada si arrastró a Selena allí con la excusa de que la habían violado … Lo que seguía sin entender es por qué fue al hospital en vez de cometer ese hecho atroz sin necesidad de dar un paso más … Pensaba en que tal vez tenía alguna duda, que tal vez quería cerciorarse de algo camino al hospital o a la vuelta … Tal vez habría mucha gente en el motel antes … Cuando escuché que antes de ser presidenta del club de fans de Selena había sido enfermera, allí entendí todo … Claro, ella también sabía nuestros procedimientos, nuestras prácticas, nuestras leyes … Ella ya sabía que nosotros no podríamos hacer nada … Tenía que decir lo conveniente … Estaba en el lugar justo. Sólo tenía que decir que la habían violado en cualquier lugar, menos en nuestra ciudad … Eligió Monterrey porque venía de allí … Y era en otro país … Y si vino hacia nosotros fue por algo … Tal vez lo tuviera todo planificado, pero quería asegurarse de que el mismo día del asesinato fuéramos muchos los que atestiguáramos haberlas visto juntas antes del acto macabro … ¡¡Claro!! ¡¡Por eso dice que lo hizo sin querer!! Que fue un accidente, un terrible accidente …Ella seguramente pensó en decir que fue un disparo sin intención, que nunca quiso hacerlo, que no había problemas entre ellas, y la mejor forma de corroborarlo era que nos viniera a preguntar a nosotros … Nosotros diríamos que vinieron juntas, que estaba todo bien, que si hubiera algún distanciamiento jamás Selena la hubiese acompañado … Pero algo le debe haber salido mal … Por algo estuvo parapetada en ese garaje … ¡¡Claro!! Selena debe haberse escapado de la habitación … Por eso la encontraron en el lobby y no allí junto a la asesina … Me agarró un ataque de llanto de sólo pensar lo que debe haber pensado y sentido Selena tratando de escapar … Tal vez pensó por qué a ella, por qué … Tal vez pensó por qué no me contó a mí lo que le pasaba en vez de quedar presa del miedo y del desconcierto … Cuando pude recomponerme de mi llanto, pasé a la furia y al enojo … Era ya de noche. Aún no debía ir al hospital, pero decidí ir antes … Mi jefe estaría ya de nuevo en el hospital … Era hora de decir muchas cosas … Era hora de decidir muchas otras … Se nos fue Selena y ahora teníamos que vivir las consecuencias de esa burda ausencia … y de nuestra incapacidad para poder impedirlo…

Cuando llegué al hospital fui derecho a su despacho … Él estaba apesadumbrado, abrumado … Seguramente me estaba esperando … Y tal vez estaba pensado qué me diría, que cosas de las leyes, de las normas, de los procedimientos, de la moral, de la resignación, de la espiritualidad me diría para corroborar “que no se podía hacer nada”, que contra “el destino” nada podemos hacer … “Lo siento, nunca pensé que podría pasar eso … Pero ya sabes … Igualmente, nada podíamos hacer …”, alcanzó a decirme … “¿Lo sientes? ¿Y para qué lo sientes si nada se podía hacer? ¡¡Vamos!! Sigue dándome lecciones de cómo actuar, de cómo curar, de qué hay que hacer en tal o cual procedimiento, de cómo enfrentar tal o cual situación … No parece importante actuar por intuición, por algo que nos resulta extraño, por olfato, por algo que nos puede llevar a salvar una vida … Parece que todo está reglamentado para zafar, para saber contestar ante cualquier situación que nos comprometa, que nos obligue a dar una contestación ‘conveniente’ … Pero no nos importa jugarnos por un ideal, por nuestras convicciones, por el motivo por el cual estamos aquí … Dime, Ernesto … ¿Para qué te has recibido de médico? ¿Acaso te importa salvar una vida? ¿Acaso no quieres prevenir además de curar? ¿Para qué tienes tu cargo de jefe? ¿Para saber instrumentar nuevas políticas para salvar vidas o para ganar un mejor salario? ¿O para mandar y sentirte ‘importante’? Me imagino que si es por esto último, te interesará más que nadie te complique la vida con planteos que te comprometan y te hagan perder tu puesto o la posibilidad de ser en un futuro la autoridad máxima del hospital … Por eso me dijiste esta mañana que no llamara a la policía … ¡¡Claro!! ¿Para qué? Meterse en problemas, dar explicaciones … Por eso nos perdemos el almuerzo, un día tranquilo en el que nacerán y morirán personas … Algunas llorarán, otros reirían … Y el mundo sigue andando, ¿no? ¡¡Claro!! ¿Para qué meterse? Si de última podías decir que actuaste ‘de acuerdo a las normas’ …  ¿Y qué me importan las normas? Por haber sido tan prolijo, tan formal, tan ‘buena autoridad respetuosa de las leyes’ no tenemos a Selena entre nosotros … ¡¡Y nosotros podríamos haber hecho algo por ella!! ¡¡Y tú lo sabes!! ¡¡Apuesto a que ni me querías ver esta noche!! Pero no te preocupes … No te voy a molestar más … No voy a incomodarte en tu lindo asiento de tu hermoso despacho … Y no voy a ser un obstáculo para tu futuro de jefe de ‘tu hospital’ … ¿Qué hermoso cuando lo logres, no? Se vendrán más viajes, más congresos, más fiestas … No, no te preocupes … Fui una ingenua …Sí, ya sé cómo son las cosas … Ya sé que no se viven de los ideales … Que hay que comer y que no sólo con trabajar se logra, sobre todo si uno quiere progresar … Sí, ya lo sé … ¿Pero sabes qué también? Yo me recibí de médica también para salvar vidas, para que la gente se sintiera mejor, para darle una mano, para ayudarla, para prevenirla … No sólo para ganar plata y pensar en más si me ascienden … Si pienso en esto último seguro tendría que atender otras cosas y no a la gente … Y ahí hay que darle importancia a las leyes, a los procedimientos … ¡¡Pero no te preocupes!! Tú estás cubierto … ¡¡Tú no podías hacer nada!! Ella era de San Antonio, estamos en Corpus Chisti y la mentira fue en Monterrey … ¡¡No!! No podíamos hacer nada … Despreocúpate … Tu carrera está salvada … La vida de Selena no … ¿Y sabes qué? Para llegar a lo que fue Selena no pensó en las conveniencias … Pensó en trabajar, en luchar, en esmerarse, en dar lo mejor en lo suyo, en poner Amor en lo que hacía, en ser honesta y responsable, en ser seria a pesar de sus risotadas … Yo creo en esa visión de la vida … Y hoy me di cuenta de que este no es el lugar ni el ámbito en el que lo podré lograr … ¿Sabes? Si realmente quieres hacer algo distinto, cambiar las cosas, ser feliz y hacer algo por los demás hay que tener la valentía de tomar decisiones aunque tal vez en un principio no nos convengan … No voy a hacer lo que haces tú … Yo hoy intenté hacer algo por una persona aunque no tenía ni idea de lo que podría pasar … Con sólo notar que algo no funcionaba quise saber de qué se trataba todo para no correr ciertos riesgos … Y me quedé sola en el intento … Viendo a Selena yéndose con esa mujer camino a la muerte … Eso sí, cumplimos con todos los procedimientos … Pero no con nuestra conciencia … Adiós, Ernesto … Te deseo lo mejor … Yo me marcho … Aún no sé a dónde … Pero buscaré un lugar en el que sea feliz haciendo algo por el bien de los demás…”.

Me saqué el delantal y lo dejé en una silla. Me di vuelta y me marché sin mirar atrás … Me quedé con su imagen desencajada y su silencio … El silencio de la conciencia y de la conveniencia … Si tuviera que poner palabras a ese silencio, imagino que hubiese sido: “Tienes razón, pero yo no puedo hacer nada … El sistema es así … Será impiadoso, injusto … Pero es en el que vivimos … Y no tiene sentido cambiarlo … Podemos adaptarnos, tal vez cambiarlo desde adentro, pero no más que ello … Aceptar las reglas y no perturbar a nadie … Y cuanto menos noten tu presencia, mejor … Adiós, Alicia … No quiero que te vayas … pero no puedo acompañarte … Sigue tus ideales … Tal vez te vaya bien … Pero mira lo que le pasó a Selena … Y no voy a correr riesgos. Que seas muy feliz”. En el medio de esas eventuales palabras y ya habiendo atravesado la puerta, la cerré violentamente y me marché corriendo, en el medio de un profundo llanto … No sabía de mi futuro … Pero había algo que sí sabía … Que no seguiría mi carrera y que haría algo que me acercara a Selena … A hacer algo por los demás … A hacer lo que no pude hacer por ella…

En el medio del dolor fui a despedirme de Selena ese lunes 3 de abril. Como tantos otros no me contentaba con llevarle una flor y cantar sus canciones mientras lloraba. Necesitaba verla. Tenía que verla … Tenía que certificar que esta pesadilla era nomás una densa realidad … Tenía que ver mi propio rostro, mi propio futuro … Tenía que hablarle … Tenía que prometerle algo … Al principio parecía que no iba a ser posible … Pero por suerte el padre de Selena nos escuchó y nos entendió … Cuando llegué al lugar y pude verla sentí que se me movía el piso, que no podría seguir … Sentí culpa, sentí impotencia … La tuve tan cerca ese día … Ella estaba pidiendo ayuda … Ella tenía miedo … Y nadie supo ni escucharla ni ayudarla … Veía su rostro tan serio, tan adusto … No parecía ser Selena … Hubiese querido que no lo fuera … Pero lo era … En mi desesperación, me salí de la fila y corrí a su encuentro … Cuando llegué sólo le dije: “Perdón, Selena … Si me hubiese dado cuenta antes … No lo supe ver … No pude decodificar lo que decían tus ojos … Pero voy a hacer algo por ti … No dejaré tu obra inconclusa. Al menos haré que todo el mundo te recuerde y que siga tu ejemplo … No pude evitar que te quedaras sola aquel nefasto día … Pero no te preocupes … No estarás nunca más sola … Estarás orgullosa de mí … Pero haré algo más importante … Sabrás que todo el mundo se acordará de ti y te recordará con Amor … Te lo prometo … Y así se hará…”. Unos hombres me invitaron a volver a la fila. Podían haberlo hecho antes y en forma violenta. Pero alguien les dijo que me dejara decirle a Selena todo sin interrupción. Y esperaron que terminara. Luego supe que había sido A.B. Años después me dijo que al verme sabía que nada malo haría e intercedió en mi favor. Le estaré eternamente agradecida por ello…

A los pocos meses me dediqué al Programa de Vuelta de los Niños al Colegio, del cual Selena era la madrina. Me encargué de hacer una organización al efecto, y de que todos tuvieran la posibilidad de educación y de alimento. Tenía terror de que lo que le había sucedido a Selena les hiciera perder la esperanza de que con trabajo, esfuerzo, honestidad, dedicación y talento se podía llegar a algo en este mundo … Y que con Amor, alegría y buena predisposición todo se podía lograr ... Que los sueños podían realizarse … Que hasta lo imposible era posible, como decía Selena … Y fue tanta mi dedicación y mi tozudez, como lo tenía también Selena, que aprovechando la felicitación de su padre por mi obra le propuse una idea para “Selena Etc”. Le dije que no la dejara morir, que se rodeara de buena gente que con ideas llevara la marca y el sueño de Selena por todo el mundo, y que si las cosas funcionaban bien, ese éxito haría perdurar el recuerdo a Selena y lo mantendría siempre vigente, sin añoranzas ni cantos al pasado, a ese pasado que se fue y que quedaba cada vez más alejado. Por suerte el padre de Selena confió en mí. Él ya había tenido la mala experiencia con esa mujer que le quitó todo a Selena, pero además de ver que lo que estaba haciendo no tenía ningún fin de lucro ni de lucimiento personal, notó que yo no quería formar parte del armado de esa nueva etapa de “Selena Etc.”. Y lo convencí de que él mismo junto con su familia lo supervisara. Eso lo hizo confiar, y por suerte hoy su madre y su hermana llevan con éxito esa empresa. Fue allí cuando conocí a A.B. y me dijo lo que pasó ese triste día en el que me despedí de Selena…

Al menos toda esa terrible experiencia que viví de no haber podido impedir la suerte de Selena me sirvió para hacer algo distinto, a hacer algo por mí, por mis convicciones y no aceptar la inacción para no complicar ni complicarme. Al menos me sirvió para no aceptar ciertas reglas que, lejos de ampararnos, nos hace tanto daño … Al menos me sirvió para acercarme a Selena después de verla partir, no pudiendo hacer nada por seguir un modelo y un sistema que no está preparado ni para mí ni para tantos otros que quiere darle a la gente un camino, una alternativa de tener un futuro mejor siendo nosotros mismos, sin traicionarnos ni traicionar … Un camino de Amor … Ese camino que nos dejó Selena…

(Siempre nos prepararon para ser sumisos, para resignarnos, para callarnos, para, con la excusa de aceptar reglas escritas o tácitas, no cambiar nada, para aceptar las cosas tal cual las hemos conocido, para no cuestionar ni cuestionarnos … No se trata de no acatar las reglas, no se trata de no hacer nada con la excusa de que no sirve lo establecido. Se trata de aceptarlas para después cuestionarlas si vemos que no sirven y cambiarlas para mejor. De nada sirve protestar pero sin hacer nada para cambiar: eso es aceptar las cosas como están y protestar sólo por no ser favorecido por las “bondades del sistema” para después aplaudirlo si somos beneficiados. Y a veces hacer algo distinto no es sólo cambiar radicalmente nuestras vidas. A veces alcanza con hacer cosas distintas, actuar de distinta manera, ser distintos en la vida que nos toca. Uno tiene que mostrar que hay otros caminos, otras alternativas para ser felices. Porque si uno cree que hay que sólo aceptar las cosas como son y ser felices como se puede estamos perdidos. Es como escuché decir una vez: “nadie te puede hacer infeliz sin tu consentimiento”.)

Selena: tú fuiste sobre todo una artista y una persona diferente. Y supiste aceptar las reglas para poder romperlas en pos de tu felicidad. Y ese es uno de los tantos motivos por los que se te quiere mucho…

Recordándote siempre con Amor…


Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)

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