Aquel día en el que la vida nos cambió para siempre, Selena...

Fue una reacción instantánea, impulsiva ... No hay explicación racional para ello ... Ni siquiera hoy, en el que ha pasado tanto tiempo ... Vi correr a alguien desesperada ... No gritaba ... Sólo gemía ... de dolor ... de tristeza ... Yo pasaba por allí ... Era parte del personal de Motel Days Inn y me dirigía a buscar unas herramientas para solucionar un problema de electricidad ... Cuando la vi, no sabía quién era ... Estaba por mirar para otro lado pues aquello que veía me daba convulsiones ... Pero algo me hizo dar fuerzas, como si supiera de quién se trataba, como si supiera que no podía dejar a esa mujer malherida sola deambulando hacia la nada misma ... No puedo explicar cómo lo hice y qué fue todo lo que pasó desde allí hasta que me encontré en el hospital frente a la Sala de Terapia Intensiva ... Sólo recuerdo que la tomé de un brazo y la sujeté. Ella se detuvo. No opuso resistencia. Fue como si en esa recorrida sólo esperaba que alguien hiciera lo que yo estaba haciendo. Allí mismo se me desvaneció ... No quería ver lo que pasaba por su cuerpo, por su cara, por su ser ... Pero lo tuve que hacer ... Allí di cuenta de que se trataba de Selena ... Casi desmayo yo también ... Fue todo rápido, muy rápido ... Después me lo contaron pues supe después que por puro instinto nomás hice un torniquete en el lugar en el que se estaba dando la gran hemorragia ... Pero eso sólo serviría para unos segundos ... Apenas recuerdo que grité desesperadamente, y que de mi boca salía un hilo de voz agudo y chillón que nunca lo oí no sólo de mí sino de nadie ... Mientras la gente se acercaba y yo les gritaba que fueran por ayuda urgente, yo le hacía respiración boca a boca porque sentía que apenas respiraba y se me estaba yendo ... No tenía tiempo para saber y recordar lo que Selena representaba para mí y para tantos latinos como yo en Estados Unidos ... Sólo tenía que actuar en consecuencia y demostrárselo allí mismo salvándole la vida. Como la ambulancia aún no venía pedí que viniera un auto, una camilla, lo que sea ... Quería trasladarla en ese momento al hospital, aunque fuera corriendo ... No sé cómo, porque ni recuerdo haberlo pedido ni que nadie lo hiciera, apareció un taxi y yo la fui poniendo a Selena en el asiento de atrás ... En el medio de eso les gritaba a todos los que se acercaban que no se vinieran encima de mí, que llamaran al hospital, que hicieran algo para ganar tiempo, que Selena se nos iba y que mirando, curioseando o llorando no lograríamos nada ... Acomodé a Selena como pude en el asiento de atrás y yo me quedé agachado en el huequito que había entre ella y el asiento del taxista para sostener la herida semicerrada y la respiración boca a boca ... Desde mi posición era casi imposible hacer lo que fuera pero lo hice y sólo rogaba que el taxista llegara cuanto antes ... Creo que él era un gringo que no sabía de quién se trataba o tal vez nunca supo que llevaba a Selena en mis brazos ... Tampoco sé cómo ingresamos al hospital, pero cuando llegamos había un ejército de médicos que esperaban en la explanada la llegada del taxi y de Selena ... Era como si ya supieran lo que había pasado y lo que tenían que hacer ... Apenas el taxi se detuvo yo salí de él y traté cuidadosamente de sacarla, pero sin dejar de retener su herida y de hacerle respiración boca a boca ... Cuando ya no podía más ni con mi cuerpo ni con mi Alma para sostener ese hilo de vida que tenía Selena unido a mis manos, los médicos la tomaron y se le llevaron como ráfaga a la Sala de Emergencias ... Yo corrí atrás de ellos y llegué a ver lo que hacían para reanimarla ... Esta vez no me di vuelta para no mirar ... Sentía que tenía que verla pues la única manera de sostenerla con vida es no dejar de observarla ... Sentía que aún estaba sujetando la herida y que no la podía soltar ... Pero al rato una enfermera me tomó del brazo y me pidió que la acompañara, que juntos íbamos a buscar una medicina para Selena ... Me empezó a preguntar quién era, de qué trabajaba ... vaguedades sin sentido a las que yo contestaba en el mismo tono ... Estaba anestesiado ... No sabía qué hacer y tampoco entendía por qué seguía a esa mujer ... Después comprendí que lo hacía para sacarme de la escena por si el desenlace era el que se esperaba ... Para cuando volvimos, un doctor le hizo una seña a la doctora y ésta se apartó ... El médico se acercó a mí y me dijo: “La trajiste a tiempo, pero no sé si podrá salir. La llevamos a la Sala de Terapia Intensiva. ¿Te puedes quedar al menos hasta que la Familia Quintanilla llegue por si tenemos que comunicarte algo? Después es probable que te cite la policía para que les expliques lo que has visto...”. Yo asentí con la cabeza y el médico pasó su mano por mi cabeza: “Reza, muchacho, reza. Selena lo va a necesitar. Nosotros haremos lo posible...”. En ese momento pasó Selena en camilla rumbo a la Sala de Terapia Intensiva ... Tenía un dispositivo de emergencia en su boca para mantener su respiración, y su expresión seria y adusta aun con los ojos cerrados ... Casi se me parte el corazón al verla así pero no quise llorar ... Tenía que juntar fuerzas, fuerzas para rezar, fuerzas para pedir a Selena por favor que no se vaya, que mantenga su respiración, sus fuerzas, sus ganas ... Me dirigí a la Sala de Terapia Intensiva y me puse frente a su puerta ... Tenía terror de que saliera un médico, pues eso significaría que ... En todo momento hacía fuerza por Selena ... Le daba fuerzas mentalmente ... Miraba a esa puerta pidiéndole que no se vaya, que no nos deje ... En el medio de todo ello empezó a ingresar la Familia Quintanilla en pleno. Desde luego que se debieron quedar allí pues los horarios para visitar en Terapia Intensiva son estrictos y muy acotados ... Yo no me animé a decirles nada ... Tampoco quería molestarlos y ganarme notoriedad en esos momentos ... Yo sólo quería que Selena se salvara y no quería dejar de concentrarme ... En un momento apareció un oficial de policía, se acercó a mí y me dijo: “¿Usted fue el que trajo a Selena aquí?”. Yo asentí en silencio. “Pues debería venir conmigo para declarar todo lo que vio desde que se encontró con Selena y la trajo aquí...”. Yo me levanté y fui con él. No quería llamar la atención de la Familia Quintanilla que estaba en el otro extremo de la casa con una angustia que acongojaba a cualquiera .... Pero en cuanto comenzamos a bajar las escaleras, lo miraba al oficial buscando la manera de decirle si al menos me podrían dejar allí hasta saber qué sería de Selena ... Mi andar era cansino ... No podía concebir estar lejos de Selena en ese momento ... El oficial advirtió mi andar y mi cara de profunda preocupación ... Se detuvo y me dijo: “¿Preferirías estar aquí, no?”. Yo le dije que sí, que al menos me dejaran estar un ratito rezando por Selena hasta saber qué pasaría con ella ... El oficial me miró y me dijo: “Yo también admiro a Selena. Ni tú ni yo ni nadie entiende cómo pudo haber pasado esto. Allá afuera la gente está en silencio, con mucha angustia ... Te entiendo ... Quédate aquí ... Ya lo explicaré todo en el Departamento de Policía ... En todo caso vuelvo o alguien vendrá por ti ... ¿De acuerdo?”. Yo asentí con lágrimas en los ojos y luego nos abrazamos largamente, tras lo cual él me dijo: “Reza por Selena aquí que yo lo haré camino al destacamento y en él ... Y gracias por lo que has hecho ... cualquiera sea la voluntad de Dios con Selena...”. Yo corrí al lugar en el que estaba y me quedé petrificado hasta obtener alguna información y que ese informe del médico que fuera se diera lo más tarde posible. Si era así, Selena tendría alguna posibilidad de salvarse ... Eso fue lo que hice durante largas horas ... En el ínterin, cuando llegó el horario de visitas, la Familia Quintanilla se acercó a visitar a Selena ... Todos salieron de allí con honda preocupación. La madre salió llorando. Chris y los hermanos de Selena también. El señor Quintanilla mantenía la compostura pero no podía impedir que se le vieran las lágrimas que se le descubrían por debajo de sus anteojos ... Antes de retirarse llegué a ver que se volvía sobre sus pasos cuando vio que el resto de la familia ya estaba lejos de él y le preguntó qué posibilidades había de salvación de su hija ... El jefe de médicos fue claro: “Mire, señor Quintanilla. Su hija fue gravemente herida. Si aún permanece con posibilidades de vida es porque alguien la rescató a tiempo y la trajo hasta aquí. Aun así es muy difícil. Haremos todo lo posible...”. Cuando escuché eso sentí que me derrumbaba, pero mantuve mi postura y seguí mirando la puerta de entrada a la Sala de Terapia Intensiva como si nada pasara. El señor Quintanilla se iba conmovido del lugar hasta que algo lo detuvo ... Volvió sobre sus pasos, me vio y se acercó. Cuando estuvo frente a mí me dijo: “¿Tú eres la que trajo a mi hija aquí?”. Le dije que sí asintiendo con la cabeza. “No sé cómo agradecerte lo que has hecho por Selena ... Pero no es necesario que te quedes ... Espera en tu casa si quieres retirarte. No hay ninguna obligación. A menos que necesites...”, alcanzó a decirme el Señor Quintanilla a lo que yo lo interrumpí diciendo: “Yo sólo necesito estar aquí hasta que Selena se reponga. Yo sé que lo hará. Ella quiere vivir y yo rezo por ella. Pero para eso necesito estar aquí. Espero que no le incomode. Ya me iré para declarar lo que vi a la policía...”. El padre de Selena abrió sus brazos invitándome a abrazarlo y así lo hice. Nos quedamos un largo rato en silencio hasta que él me dijo que me quedara, que él se quedaría por allí “rezando a su manera...”. Él se fue retirando lentamente y yo me quedé allí solo frente a la puerta. Por suerte habían restringido la entrada de persona ajena al hospital y a Selena, por lo que toda la locura estaba concentrada fuera de él. Se estaba haciendo de noche y llovía torrencialmente. Traté de no dejarme llevar por el mal presagio que significaba ese hecho y seguí concentrándome en darle fuerzas a Selena ... En el medio de ello escuché que en un pasillo alguien decía que la que le había disparado era la presidente de su club de fans y que se había parapetado en el garaje del Days Inn amenazando con que se iba a suicidar. Me puse a pensar que esa misma persona a quien yo vi cómo salía de la habitación 158 con el arma en la mano dispuesta a rematar a Selena, y que desistió por verlo innecesario y para que nadie la viera sin notar que yo estaba allí observándola, ahora usaba el arma para querer “suicidarse”. Sabía que era una estrategia para ganar tiempo hasta que se confirmara la peor noticia ... Dejé de pensar en ello y seguí mirando fijo la puerta, justamente para no darle el gusto a esa pérfida, para que la mala noticia nunca se confirmara...
Pasaron las horas y nada pasaba. En un momento se habían retirado todos y yo permanecía solo allí. No quise salir nunca del piso en el que me encontraba ni fui a comer ni tomar nada. Lo más que me permití fue caminar por el piso cuando noté que el personal de limpieza necesitaba higienizar la zona en la que me encontraba. Miraba y más de una vez quise pensar en Selena, en lo que representaba para mí, en lo que recordaba de ella, en todos los lindos momentos que viví estando ella siempre presente. Pero cada vez que surgía en mi mente aquello enseguida pasaba a pensar en que no debía desconcentrarme, en que si no quería que esos recuerdos se transformaran en añoranzas debía estar allí con Selena y darle todas las fuerzas para que no se fuera. Mientras deambulaba sin rumbo por el piso en el más absoluto silencio notaba desde lejos el bullicio de la gente cuando pasaba por una ventana, por algún hueco que me acercaba a la “realidad de la calle”. Me preguntaba qué pensarían ellos, si acaso estaban rezando, si sabían la verdad, si sabían bien de quién se trataba la pérfida que le disparó. Cuando estaba volviendo al lugar, vi que alguien con cámara en la mano trataba de ingresar a la Sala de Terapia Intensiva. No podía creer lo que estaba viendo pero sabiendo en el mundo cavernícola en el que vivimos esto era más que posible que sucediera. Corrí como un desaforado y lo intercepté justo cuando estaba por ingresar al lugar con la complicidad de alguien que trabajaba allí. “¿Pero qué clase de persona eres? ¿Cómo te atreves a sacarle una foto a Selena en estas condiciones?”, le dije al borde del insulto y de querer golpearlo. El reportero sólo atinó a decirme: “¿Pero qué quieres que haga? Yo sólo cumplo las órdenes de mis jefes. Lo tengo que hacer para vivir ... Sólo déjame sacarle una foto y todos contentos ... No me pongas difícil la situación ... Yo tengo una familia...”. Yo lo miré fijo a los ojos mientras me ponía cara a cara con él y le dije: “¿Y qué le dirás a tus hijos cuando te pregunten de qué trabajas? ¿Podrás dormir cuando le digas que violentas la vida privada de la gente sacándole fotos que no desean ser publicadas, imágenes de las cuales la víctima no tiene conciencia de que existen? ¿Crees que porque ‘tienes el deber de informar’ te habilita para invadir el momento de cualquiera? Como verás, no te hablo de Selena. Te lo digo por cualquiera ... ¿Tú permitirías que alguien saque fotos de algún hijo tuyo o de tu esposa en esas condiciones? ¿Crees que tienes derecho de meterte en la vida privada de los demás? Si tienes algo de conciencia, y si quieres un poquito a Selena, márchate por el mismo lugar del cual ingresaste y piensa si no deberías dedicarte a otra cosa ... Aún estás a tiempo”. La persona que la había acompañado huyó despavorida en el medio de la discusión y el reportero bajó la vista y se retiró del lugar con una mueca de la admisión de su derrota ... Cuando se estaba por ir alcanzó a decirme: “Sé que tienes razón, pero si quieres ser justo con Selena deberás estar bien atento, pues miles de reporteros intentarán lo mismo que yo al precio que sea...”. Yo sólo esperé que se fuera tras lo cual volví a sentarme frente a la puerta de la Sala de Terapia Intensiva. De allí no me iba a mover más. Tenía que darle fuerzas a Selena y a defenderla de los depredadores...
Ya casi de madrugada una doctora salió de la Sala, me vio y me llamó. Yo me levanté rápidamente y me dirigí a su requisitoria. “Mira. Como la Familia Quintanilla no está y sé que tú la salvaste en el motel, te quiero decir que Selena ha reaccionado favorablemente. Todavía está muy delicada, tiene que seguir con el respirador artificial, pero al menos hay una esperanza. Lo más temido no va a suceder. Veremos ahora su evolución y con qué nos encontramos. ¡¡Te felicito!! Tu esfuerzo no fue en vano ... ¡¡Gracias a ti Selena tiene esperanza!!...”. La doctora me dio un beso y me dijo que podía retirarme si quería, pero yo le dije que no lo haría hasta ver que alguien de la Familia Quintanilla estaba allí para acompañar a Selena. “Como tú quieras. Ya le avisamos a ellos y en breve estarán por aquí”, me dijo y se volvió a la Sala de Terapia Intensiva. Yo volví a mi lugar de siempre, y sólo me decía y se lo afirmaba a Selena: “¡¡Vamos, Selena!! ¡¡Por favor, ahora más que nunca pon lo mejor de ti para salir de esta situación!! ... Yo confío en ti ... Yo sé que pronto estarás con nosotros...”. Al rato entró la Familia Quintanilla en pleno y el padre pidió hablar con algún médico. Cuando lo atendió la misma médica que habló conmigo, ella le explicó lo que estaba pasando tras lo cual el señor Quintanilla se lo transmitió al resto de la familia y me señaló a mí. No sabía qué hacer cuando vi que todos ellos venían hacia mí. “Tú la salvaste y has estado aquí toda la noche para darle ánimo a Selena. No sé cómo agradecerte lo que has hecho por nosotros...”, me dijo el padre de Selena. “No la dejen sola y cuídenla. Lo va a necesitar”, alcancé a decirle. Todos los miembros de la familia me saludaron y a la vez me pedían que me retirara, que fuera a descansar, pero yo le contestaba que eso recién lo haría cuando supiera que Selena saldría de esa sala. Al rato llegó la hora de las visitas y la madre fue la primera en entrar. El padre me pidió que lo hiciera yo también cuando fueran a visitarla ellos, pero yo les dije que se turnaran los miembros de la familia, que ya habría tiempo para que lo hiciera yo, un “ilustre desconocido...”. Al instante salió la madre con una luminosidad  particular en el rostro. “¡¡Es increíble!! ¡¡Selena está muchísimo mejor!! Los médicos están azorados. Ella está pidiendo que le den Doritos y los médicos tratan de hacerle ver que aún no puede hacerlo. Me confirmaron que en breve irá a Sala Intermedia”, dijo, casi al borde del llanto. Luego se dirigió a mí y me dijo: “Entra tú. Selena pidió por ti. Te está esperando...”. Yo la miré sorprendido, pero la madre de Selena me hizo un gesto de que obedeciera sin chistar. “Aunque te cueste creerlo, ella sabe que estuviste allí y sabía que estarías afuera esperándola”, me alcanzó a decir antes de ingresar al lugar en el que estaba Selena, por suerte más viva que nunca...
Me tuvieron que empujar para ingresar a la Sala de Terapia Intensiva. Tenía temor de enfrentarme a esa situación. Sentía que no era mi lugar. Yo estaba emocionado con la noticia, y con eso me bastaba y sobraba. Pero ingresé igual. Los médicos entre sonrientes y sorprendidos me indicaban donde debía ir. “¡¡Esto es un milagro!! ... Aún no sabemos cómo evolucionó tan rápido ... De todos modos, habrá que seguir observándola. Su recuperación llevará un tiempo largo, pero con el ímpetu y las ganas que tiene Selena no dudo de que volverá a la actividad más temprano que tarde”, me decía el jefe de los médicos. Unos metros más adelante me encontré con Selena que estaba a los gritos y a las carcajadas pidiendo que la dejen comer porque tenía hambre. Cuando me vio, me dijo. “¡¡A ver si tú los convences!! ¡¡Estos malvados me quieren matar de hambre!!” y echó a reír con ganas. Yo me reía y lloraba a la vez. No podía creer que esa mujer a la que pocas horas antes la tomé en estado moribundo ahora se la viera tan vivaz. Pero sabiendo cómo era ella, no podía sorprenderme. Sólo necesitaba una pequeña ayudita para que todo siguiera como siempre ... “¡¡No te quedes parado sin hacer nada!! ¡¡Ven al menos a abrazarme y no dejarme sola frente a estos desconsiderados!!”, me dijo Selena con una sonrisa pero con una expresión que contenía el llanto. Fui corriendo a su encuentro, pero antes de hacerlo uno de los médicos me atajó y me previno que no la abrazara muy fuerte por el tema de las heridas. Aunque fui muy precavido, el abrazo fue fuerte igual pues ella me tomó y no me soltó por un largo tiempo. Fue un largo silencio en el que Selena me tomaba no sólo por agradecimiento sino para que yo no la viera llorar. Sentí en su abrazo su aferramiento a la vida, su sensación de que poco faltó para que nos abandonara para siempre. Luego me soltó, me tomó de las manos y me dijo: “Nunca podría olvidarme de tu rostro. Aunque te cueste creerlo, lo recuerdo todo ... O casi todo ... Recuerdo que estaba corriendo y me faltaba el aire ... Y justo apareciste tú. No sabía quién eras, pero en cuanto me sujetaste sabía que estaba a salvo”. Yo me puse a llorar, y ella me tomó tímida y suavemente de los hombros: “¡¡Vamos!! ¡¡Desahógate!! Sé que estuviste allí afuera todo el tiempo ... En todo caso, disculpa por lo que te hice sufrir. A veces uno no se da cuenta de las cosas hasta que las vive en el límite ... Yo sabía que no debía ir a ese lugar ... Yo me sentía a disgusto e incómoda ... El tiempo estaba feo ... Yo me sentía sola y había dejado a mi esposo solo ... Recién me sentí cobijada cuando tú apareciste ... Más que lo horrible que padecí ayer, lo que nunca me voy a olvidar es que tú estuviste allí cuando más lo necesitaba...”. Yo asentí en silencio y ella lloraba mientras me sonreía. “¡¡Despreocúpate!! Ya no tienes que sentirte mal. Ya aprendí la lección. Saldré pronto y me cuidaré. Aprendí a darle prioridad a mis cosas y a los que más me quieren. ¡¡Dile a todos que no los abandonaré nunca, que tengo mucho para darles aún!!”, me dijo Selena y estuvimos largamente abrazados. Al poco tiempo vino uno de los médicos para advertirnos de que ya era hora de dejarla. También me avisó que el jefe de policía me esperaba para declarar y para decirle a Selena que estaba feliz por su recuperación. Selena lo interrumpió y le dijo que antes de dejarla sola que su última voluntad fuera que ingresara el policía. El médico hizo un gesto y al rato cayó el oficial. “No sabes lo feliz que estoy Selena, Todos hemos rezado por ti. Siento mucho interrumpir pero es que esta gran persona que te salvó tiene que venir a declarar por lo que ocurrió. Lo dejé aquí porque estaba muy angustiado y porque quería estar cerca de ti, pero ahora que estás mejor y de que la mujer se entregó a las autoridades, él debe venir para aclarar las cosas ... Espero que lo entiendas, Selena...”. Ella asintió con un gesto adusto, el mismo que tenía cuando me topé con ella en ese momento fatídico y me hizo señas para que me fuera con él ... Yo me estaba yendo en silencio hasta que Selena me dijo: “Eso sí ... ¡¡Vuelvan pronto para traerme muchas bolsas de Doritos que estos malvados no me quieren dar!!” y se echó a reír a carcajadas. No pude evitar volver a abrazarla y darle un gran beso, y lo mismo hizo el oficial en cuanto Selena lo invitó a que se acercara ... Me fui dándole miles de besos en el aire y saludé hasta que salí de la sala. Antes de hacerlo, hablé con el jefe de médicos y le pregunté si me podía ir tranquilo ... “No te preocupes ... Ella estará bien. Milagrosamente lo peor pasó y lo más serio que pueda pasar es que esté un tiempo largo sin poder a la actividad grande, pero como es Selena por allí vuelve en un mes a cantar. Ya ves cómo quiere comer...”, me dijo palmeándome la espalda. “Nuestros rezos dieron efecto. A Selena no le podía pasar esto. Dios nos escuchó y por suerte lo comprendió”, le dije y me fui tranquilo a los abrazos con el policía que me llevaba a declarar...
Todo lo que pasó después fue tan rápido como feliz. Luego de que se entregara, la asesina confesó todo ... Sabía que estaba perdida y sólo buscó clemencia con su confesión. Pero yo no fui piadoso con ella. Le dije a la policía y a los jueces lo que vi y eso bastó para una condena dura ... Selena volvió rápido al ruedo. Nos pidió a todos que no le hablaran del tema de esa insensata, y nosotros se lo transmitimos a los periodistas. Ya bastante tuvo con tener que contar a las autoridades lo que vio y padeció. Por suerte éstos lo hicieron en forma privada y no pública para que Selena no quedara expuesta ante el escándalo, el morbo y los comentarios insensatos de gente que se mete en lo que no se debe ... Selena aprendió la lección y le dio prioridad a lo que más quería. Terminó de grabar su disco en inglés, expandió su tienda “Selena Etc.” a Monterrey y México DF, salió de gira en Estados Unidos con su nuevo disco y a México por sus éxitos en español. Selena estaba en su mejor momento, pero para 1996 quiso parar porque sintió que era el momento de agrandar su familia y pronto tuvo una hermosa niña. Luego volvió a grabar discos en inglés y en español y se dedicó a salir de gira por todo el mundo con un éxito increíble, pero jamás dejó que se la llevara la locura de este mundo. Cada tanto paraba para hacer algo que le gustaba, algo que debía hacer, o simplemente para gozar de la vida, de la familia y de su gente. Sabía que eso era lo más importante y cada tanto me lo decía, y si supe de todo esto con tanto detalle fue porque un día me dijo: ¿Por qué no dejas todo y te ocupas de mi club de fans? ¡¡Yo sé que lo harás muy bien!!” ... Y aquí estoy, por el bien de Selena, por el mío, por el de su familia y por el de tanta gente ... Supe desde aquel 31 de marzo de 1995 cuando me topé con Selena que siempre estaría con ella para estar cada vez que me necesite, para estar siempre a su lado y para no dejarla nunca sola...
(Creo que todos hubiésemos hecho lo mismo ... Creo que todos hubiésemos querido estar en ese lugar ... Tener el destino de Selena en nuestras manos para salvarla, para que viva, para que sea para el mundo entero el modelo a seguir ... Pero por sobre todo para que Selena viva, viva a pleno su vida y no sólo en nuestros corazones, que siempre pertenecieron a ella...)
Selena: yo sé que Dios existe, porque sólo Él pudo crear a alguien tan lindo y tan bueno como tú...
Siempre al lado de ti...

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)

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