Sólo vine para decirte “¡¡Feliz cumpleaños, Selena!!”
Martina quería hacerle un regalo de cumpleaños a Selena ...
Ella sabía que Selena no festejaba los cumpleaños, pero algo le decía que los
motivos religiosos o espirituales no le impedían que recibiera con sumo agrado
y placer un regalo ... Ese deseo lo tenía cualquier ser humano y Selena no era
la excepción ... Selena no dejaba de ser para Martina alguien como cualquiera
de su generación, una chica que vivía lo mismo, que sentía lo mismo, que soñaba
lo mismo ... Por eso le quería hacer un regalo ... Le debía tanto ... Le debía
su vida ... Martina había quedado discapacitada cuando se cayó de un caballo a
los 13 años ... Hasta allí era una chica inquieta, con sueños, con vida, con
ganas de llevarse el mundo por delante ... Pero esa caída la desmoronó ...
Pensó que su vida ya no tenía sentido ... Más de una vez se culpó por no
haberle hecho caso a su madre ... “¡¡Martina, ten cuidado!! Esos animales no
nacieron para ser tratados así y tú eres aún muy pequeña ... ¡¡No montes más
ese caballo!!”, le dijo poco antes de la caída trágica ... Cada vez que miraba
a su madre, Martina podía ver su dolor y su reproche reprimidos, y su lágrima
contenida para poder darle un ánimo que ella no tenía ... Martina no concebía
su vida atada a esa silla de ruedas viendo cómo sus amigos podían hacer aquello
que tanto deseaba ... Pensó matarse ... Hasta había robado un cuchillo de la
cocina de su casa para acabar con esa tortura de una buena vez ... Había
decidido fecha y horario ... Iba a hacer un domingo a la tarde, cuando sus
padres fueran a visitar a sus tíos y ella desistiera de ir “porque se sentía
mal” ... Llegó ese día, que al final resultó inolvidable para Martina, pero por
motivos bien diferentes ... Una de sus primas a la que iba a visitar sus padres
decidió caer de sorpresa a su casa para que la acompañara a ver a Selena en una
de sus primeras presentaciones que haría en Monterrey ... Era en el programa “Órale
primo”, conducido por Jesús Soltero. Patricia, su prima, la llevó a presenciar
el recital que haría en el mismísimo estudio de televisión. “¡¡Tienes que
verla, Martina!! ¡¡Es algo increíble!! No se le entiende a veces su español,
pero es lo que menos importa ... ¡¡Tiene algo que no se lo vi a nadie!! ¡¡Ven
conmigo!! ¡¡Sé que te gustará!!”. Martina había amagado con no ir, pero por
alguna razón extraña aceptó la invitación. Había oído de Selena ... Sabía de su
reciente popularidad en su ciudad y alguna de sus canciones, pero su depresión
le impedía seguir la locura de sus primas, y de muchas chicas y chicos de su
generación por ella ... Martina fue con su prima y con su tía a ver a Selena
ante la alegría de sus padres, que por fin veían a su hija salir de las sombras
de su habitación. Nunca ellos se imaginaron lo que pensaba hacer su hija aquel
día, pero sí vieron lo que sucedió después. Martina volvió totalmente excitada
a la vuelta de ver a Selena. No era para menos ... Martina se había ubicado a
un costadito del estudio para poder presenciar el espectáculo con el fin de “no
molestar a nadie”, y para que todos pudieran bailar y saltar mientras Selena
les cantaba ... De pronto notó que Selena cada tanto saludaba a los que
presenciaban su espectáculo hasta que se fijó en ella y le hizo un gestito con una sonrisa. Martina se
quedó primero inmóvil. Luego miró hacia atrás pensando que Selena estaba
saludando a otra persona, pero al volver vio que ella era la destinataria de
sus saluditos. Martina se los correspondió con una sonrisa, y empezó a sentir
una alegría y un estremecimiento en su cuerpo que hacía tiempo no experimentaba.
Hasta notó que en aquellos lugares en los que parecía no tener sensibilidad
había un leve cosquilleo que le hacían recordar épocas no tan lejanas ...
Martina veía a Selena con suma felicidad ... Algo de ella le hacía volver la
esperanza. Algo de ella le hacía creer que aún tenía sentido vivir y seguir
adelante ... De pronto, Selena comenzó a cantar la canción “¿Qué creías?”, un
tema en el que contaba la historia de una mujer que despide a su ex novio que,
arrepentido, quería volver a estar con ella. Selena había traído al escenario a
Jesús Soltero para que haga de “ex novio”, pero éste no quería hacer ese papel
por lo que a los pocos segundos se fue intentando fingir que lo llamaban de otro
lado ... Selena aceptó el desplante como si nada hubiese ocurrido, pero al
venir la parte instrumental de la canción salió del escenario, le dejó el
micrófono a Jesús y fue en busca de Martina ... Tanto él como la banda misma se
quedaron atónitos con esa decisión. Pensaron que Selena se estaba marchando ...
Selena llegó hasta donde estaba Martina y le preguntó cómo se llamaba mientras
hacía un gesto a los demás para que la esperaran un segundito. Cuando se volvió
hacia Martina y escuchó la respuesta, le preguntó: “Querida Martina. ¿No me
ayudarías a convencer a Jesús para que haga de ex novio?”. Martina le preguntó
desconcertada: “¿Y qué debo hacer?”. “Muy simple. Tú harás de novia despechada
mientras canto”, le contestó Selena. No había terminado de escuchar Martina lo
dicho por Selena cuando vio que ante una indicación de ésta dos fans empujaban
la silla de ruedas de Martina rumbo al escenario. Camino a él, ella vio cómo
Selena tomaba de la mano a Jesús mientras le decía. “A ver si te niegas con
ella también...”. Cuando Martina se quedó en el medio de los dos, Selena le
dijo: “Ahora tómalo a Jesús de la camisa y dile ‘¿Qué creías?’ cada vez que lo
cante”, mientras le pedía con gesto de ruego al conductor del programa para que
se agachara y estuviera al alcance de Martina. Jesús Soltero disimuló su
fastidio lo más elegantemente posible mientras Martina hacía su papel. Todos
rieron y cantaron. Martina no podía sentirse más feliz ... Estaba tan contenta
de sentirse protagonista y útil después de tanto tiempo ... Y todo gracias a
esa joven mujer que tenía algo que no tenía nadie ... Tenía razón su prima ...
Selena tenía algo que no tenía otra artista ... Selena no sólo era una buena
cantante y artista ... Selena era una buena persona y rebelde ... En ese gesto
con Jesús Soltero notó que no soportaba ni las injusticias ni las actitudes
falsas o hipócritas ... Y que era sensible con aquellos que sufrían, que
necesitaban algo más que una simple canción ... Cuando terminó su presentación,
Selena pidió un aplauso para el “ex novio” y para la “novia justiciera”.
Martina no sólo recibió una ovación sino que desde allí hasta el final del
concierto se quedó con Selena y Los Dinos sin abandonar el escenario ni su
protagonismo. Más de una vez Selena le hizo cantar los estribillos de las
canciones, y más de una vez Martina rió y cantó en su silla de ruedas ...
Cuando todo terminó, Selena se quedó saludando con Martina a su lado, y cuando
ya se marchaba a los camarines, Selena le pidió que la acompañara. Martina le
aclaró que ella había venido con su prima Patricia. Selena le dijo que no se
preocupara, que ya iría alguien de su familia a buscarla para que se integrara
a ella en los camarines. Una vez que llegaron a ellos y estuvieron a solas,
Selena se sentó frente a ella y le preguntó cómo se sentía. Martina sólo le
dijo que estaba feliz, a lo que Selena le contestó: “Me alegra que sea así,
Martina. ¿Pero sabes qué? Quiero que te sientas siempre feliz. No creas que no
sé por lo que pasas ... Pero agradece que estás viva y que tienes todo por
hacer ... Quiero que sepas que mi vida no ha sido nada fácil ... Vengo cantando
desde muy niña y más de una vez pasé hambre ... Muchas veces he llorado, muchas
veces me pregunté qué sería de mí ... ¿Y sabes cómo salí? Luchando, creyendo en
mí, poniéndole una sonrisa a todo, agradeciendo cada día al Señor estar viva y
poder hacer aquello que no pude hacer el día anterior ... La vida da
oportunidades, Martina ... La vida da revancha ... Cree en ti y saldrás de todo
... No dejes pasar el tren ... Tú busca el camino y lo encontrarás ... ¿Me
prometes que lo harás? ¿Me vendrás a ver cuando hayas logrado lo que tanto
querías hacer o que lo has intentado? ¡¡Dime que sí!!”. Martina con lágrimas en
los ojos le dijo que sí con un gesto. Selena le había dicho lo que tanto quería
escuchar de alguien. Selena le dijo cosas sin que ella tuviera que explicarle
nada ... Selena no le decía lo que tenía que hacer para su bien. Simplemente le
decía que hiciera lo que le hacía bien después de indagarse ella misma sobre lo
que deseaba hacer con su vida ... Selena era algo más que una buena artista,
una buena persona ... Selena era su hermana, su madre, su mejor amiga o todo a
la vez ... Martina le dijo que se lo prometía y se dieron un fuerte abrazo ... Ella
no pudo evitar llorar, mientras Selena le decía: “Está bien que llores. Nunca
ocultes tus sentimientos, pero siempre haz algo por remediar aquello que no te
gusta. ¡¡Lo imposible es posible, Martina. Créemelo!! Sólo está en tus manos
hacerlo. Cuando pienses que no puedes, mírate a los ojos y pregúntate si es
así. Y si así no resulta, mírame a mí. Si ves que yo puedo, entonces tú también
podrás. ¿Harás eso, Martina? ¿Harás eso por mí?”. Martina le dijo que sí y
estuvieron abrazadas un buen rato. Luego vino A.B. y le dijo a Selena que
estaba Patricia ávida por entrar. Selena y Martina se sonrieron, y asintieron
con un gesto. Cuando Patricia entró con su madre todo fue algarabía y festejos.
Se sacaron miles de fotos y terminaron las dos primas comiendo pizza con peperoni
con Selena y toda su banda. Al final de la noche, antes de volver a su casa,
Selena les dio sendas fotos autografiadas a Martina y a su prima. Martina miró la suya: “When you have
fulfilled your dreams, give me this photo, that I will change for a new one. Promise?
Love, Selena”. Cuando Martina terminó de leer el autógrafo, notó que Selena la
estaba mirando con inquietud. Ella se sonrió y sólo le dijo que así sucedería,
que se lo prometía. Volvieron a abrazarse y se despidieron dándose miles de
abrazos y de besotes en el aire. Al volver a su casa, Martina estuvo horas
hablándole a sus padres sobre lo que vivió aquella noche y lo que haría de allí
en más. Esa noche no pudo dormir. Sabía que le debía la vida a Selena. De allí
en más debía agradecérsela con hechos...
Los años venideros fueron para Martina tan vertiginosos como
la carrera de Selena. Mientras Selena iba ganando popularidad en México,
Estados Unidos y Centroamérica, Martina había decidido estudiar asistencia
social y psicología en Estados Unidos mientras hacía la práctica en diferentes
entidades comunitarias. Mientras tanto, había decidido reiniciar sus tareas de
rehabilitación abandonadas. No había esperanzas de que volviera a caminar, pero
era consciente de que debía estar bien físicamente para que su cuerpo no se
deteriorase, y así poder cumplir con sus trabajos y con sus estudios. Vivía
viajando para seguir con su carrera de asistencia social y también para
consultar a diferentes especialistas con el fin de llevar a su cuerpo a la
máxima exigencia. Esa hiperactividad le hizo impedir ver a Selena pero vivía
intercambiándose postales y cartas en las que ambas se contaban todas sus
vivencias. Siempre Selena le recordaba la promesa que le había hecho Martina,
más allá de que ya se sintiera satisfecha por sus notables cambios en su vida.
Pero sabía Selena que debía recordarle la promesa para que no se dejara estar y
para no caer en el desánimo ante el primer traspié. Como Martina no podía ir a
ver a Selena en sus conciertos porque estaba siempre en lugares distintos, se
le había ocurrido mandarle un regalo de cumpleaños cuando supo que cumplía el
16 de abril. Allí se enteró de que Selena no festejaba los cumpleaños porque su
familia era seguidora de los Testigos de Jehová. “No es que crea mucho en ello,
pero respeto las decisiones de mis padres. Pero nunca lo comentes, pues no sé
si a muchos de mis fans les gusta saber eso. No quiero herirlos por no profesar
la misma fe que ellos”, le escribió una vez Selena, a lo que agregó: “¡¡Igual,
te confieso que me encantan los regalos!!”. Martina pudo imaginarse la risa de
Selena acompañando esa exclamación, pero antes de que se angustiara, Selena le
terminó escribiendo: “Pero no te preocupes por hacerme un regalo, Martina. El
mejor regalo que me puedes hacer es cuando puedas cumplir con tu promesa. ¡¡Ese
día puedes festejarme todos los cumpleaños que quieras!!”. Esas palabras le
quedaron grabadas a Martina. Tan grabadas que las tuvo siempre presentes en
cada avance que ella lograba, cada materia aprobada, cada objetivo cumplido. Y
se había juramentado que no pararía hasta lograr devolverle algo de todo lo que
Selena le había dado en un solo día...
Cuando el 30 de marzo de 1995 recibió el título de asistente
social, Martina sintió una incontenible emoción. Había hecho en 3 años una carrera
que normalmente se hacía en 5. Y encima ya trabajaba en esa área mientras hacía
la licenciatura en psicología y sus intensos ejercicios de rehabilitación. Fue
a la ceremonia con sus padres que estaban tan emocionados y orgullosos como
ella. Cuando recibió el título sólo pidió un segundito para decir: “Quiero
agradecer este título a Selena. Sin su ayuda hoy no sería nadie y tampoco
estaría aquí...”. Y todos los asistentes, incluso los catedráticos, la aplaudieron
y ovacionaron. Y no lo hacían sólo por ella, y su tenacidad y dedicación.
También lo hacían por Selena, alguien que para todos no sólo no era alguien
ajeno, sino un motivo de orgullo y admiración. Cuando se retiró del lugar,
Martina sintió una sensación extraña. En el último mes no había tenido ninguna noticia
de Selena. Al principio, le parecía normal porque ella no se había comunicado
con Selena debido a que estaba enfrascada en sus estudios y quería darle la
gran sorpresa de anoticiarla si todo salía bien ... Pero le llamó la atención
que Selena no le escribiera nada ... Iba a mandarle un telegrama preguntándole
si pasaba algo pero quería esperar a recibir su título. En todos sus
preparativos no había pensado en Selena pero ahora que la había nombrado sumado
a esa extraña sensación de angustia que tenía hicieron que Martina sintiera la
necesidad de hacer algo urgente. Tenía que estar en Corpus Christi. Tenía que
ir cuanto antes a la casa de Selena, devolverle la foto autografiada y
ofrecerle su título a manera de regalo. Revisó su cartera para cerciorar lo
obvio y vio que la foto autografiada estaba allí como siempre en los últimos
tres años. Martina siguió caminando a la salida de la universidad en silencio
hasta que se detuvo y le dijo tajantemente a sus padres: “¡¡Quiero ir ya mismo
a ver a Selena!! ¡¡Tengo que verla mañana sin falta!!”. Su padre le dijo: “¡¡Pero
estamos en Denver, Colorado!! ¿No puedes esperar unos días para ir? ¿Por qué no
la llamas?”. Martina lo interrumpió: “¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Tiene que ser ahora y sin
avisarle!! ¡¡Quiero darle una sorpresa!! Quiero llegar cuanto antes. Además
estaremos a unas 15, 16 horas en auto ... ¡¡Llevame, padre!! ¡¡Yo se lo prometí!!
Ella hizo esto posible ... Tú lo sabes ...”. Su padre entendió lo que le decía.
Sabía que Martina merecía que él hiciera ese esfuerzo siendo que en su momento
no se sintió capacitado para sacar a su hija del pozo en el que estaba ... “¡¡Está
bien, hija!! ¡¡Vamos ya!!”, le dijo. Martina se abalanzó sobre él y le dio el beso más fuerte que le
haya dado nunca en su vida. Su madre sonreía viendo a su hija sujetada a la
cintura de su padre con sus brazos. Enseguida emprendieron el largo viaje casi
sin pausa. Sólo se detuvieron para comer a la noche y poco antes de llegar a la
mañana, cuando Martina vio a un vendedor de flores en Corpus Christi y le compró esas flores blancas que tanto le
gustaban a Selena...
Cuando estaban por llegar, Martina le preguntó a su padre la
hora. Eran las 8.30 de la mañana ... Recién allí Martina reparó en los días que
faltaban para que Selena cumpliera años y recién allí supo que era 31 de marzo
... Su madre estuvo a punto de decirle que primero fueran a desayunar, que
mejor era visitar a Selena más tarde. “¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Tiene que ser ahora!!”, gritó
Martina. No había ninguna razón que la llevara a decir tan enfáticamente eso. Pero
algo la llevaba a decirlo. Algo la empujaba a pensar que no había tiempo que
perder. Cada vez que buscaba entenderlo, le agarraba una puntada en el estómago
que la estremecía y la empujaba a la acción. Martina sólo sugirió a su padre que
fuera muy despaciosamente hasta dar con la casa de Selena. El día se había
puesto feo. Unas densas nubes presagiaban un día de gran lluvia. Cuando llegó a
la casa, Martina no pudo evitar sentir un gran temblor en su cuerpo ... Pero
enseguida se concentró en una camioneta que estaba estacionada frente a la casa
de Selena. “Estaciónate aquí padre y sólo ayúdame a bajar. Yo iré sola a tocar
a su puerta”. Su padre aceptó la orden sin chistar. Martina bajó con la ayuda
de sus padres, quienes la dejaron sola para que fuera en busca del encuentro tan
esperado. Martina tomó la foto autografiada, y por encima de ella las flores y
su título de asistente social. Y tras asegurarse de tener todo en regla se
encaminó despaciosamente hacia la puerta. No sabía lo que diría ni cómo sería
recibida, pero avanzó decidida a esa puerta. Era su promesa pero había más que
eso. Algo más que la impulsaba inconscientemente, como si muchas cosas
importantes estuvieran en juego. Por alguna razón que no entendía, Martina se
sentía protagonista como aquella vez del concierto en el que vio a Selena ...
Cuando estaba a unos pasos de llegar en un camino en diagonal que la depositaba
en la puerta de la casa, Martina vio que de pronto alguien salía presuroso en
busca de la camioneta. Fue tan rápido que al principio Martina no pudo ver
quién era. Pero al instante se dio cuenta de que era Selena. Ella se quedó
inmóvil de la emoción, pero desconcertada por la actitud de Selena, quien no
dio cuenta ni de ella ni de nada que estuviera a su alrededor. Martina la notó
preocupada, dispersa, ida. Siguió sin poder reaccionar hasta que volvió a
sentir esa bendita puntada en el estómago. Selena se estaba yendo y Martina
sintió una angustia enceguecida, difícil de explicar. Sintió que no podía
dejarla ir, que si se iba tal vez nunca podría agradecerle lo que había hecho
por ella. “¡¡Selena, Selena!! ¡¡No te vayas!! ¡¡Estoy aquí!! ¡¡Soy Martina!! ¿Acaso
no me has visto? ¿Acaso no me recuerdas?”. Selena se había subido a la
camioneta sin siquiera notar que alguien la estaba llamando. Martina no podía
volverse con su silla de ruedas para cruzarse a la camioneta ni hacerle una
seña a sus padres para que intercedieran. Entró en desesperación y en pánico.
Hizo un esfuerzo sobrehumano para incorporarse y alzar sus manos, y gritó con
una fuerza inusitada moviendo sus manos de un lado a otro. “¡¡Aquí, Selena,
aquí!!”. Selena miró a un costado y vio sin mirar a Martina a través del
espejito retrovisor de la camioneta. Al principio creyó que le estaba haciendo
señas a otra persona, pero no vio a nadie detrás. Pero al volver sobre Martina
vio que ella estaba por caerse de trompa al piso. En un instante, Selena vio
pasar por su vista tres años, tres años de vida vertiginosa y dio cuenta de
todo. Corrió con desesperación y se abalanzó sobre Martina antes de que ésta
cayera al piso. La abrazó y cayó con ella sobre el jardín de la casa. La silla
de ruedas salió disparada hacia la calle y Martina quedó encima de Selena toda
temblorosa. Selena quedó en estado de shock por unos segundos. Fue un instante
en el que sintió la locura en la que estaba y en la certeza del error que iba a
cometer. Recordó aquel día del concierto y sintió que en ese momento estaba
como Martina ese día. Y esa mujer tan frágil venía a darle cuenta del camino
equivocado que estaba tomando. Rápidamente Selena se incorporó y abrazó a
Martina en silencio. Al rato los padres de Martina llegaron al lugar corriendo
alarmados al ver partir la silla de ruedas y luego la escena de su hija en el
piso con Selena. “No se preocupen. Ya estoy bien ... Sólo ayúdenme a subir y
déjenme un momentito a solas con Selena...”, dijo Martina. Sus padres saludaron
a Selena en silencio y levantaron cuidadosamente a su hija a la silla de
ruedas. Al rato se apartaron. Martina tomó las flores, su título y la foto
autografiada, se las extendió a Selena y le dijo: “No importa que no sea el
día, ni si decirlo antes trae mala suerte ... ¡¡Feliz cumpleaños 24, Selena!!”.
Selena tomó las flores, miró con ternura la foto y se emocionó con el título
... Luego echó a llorar largamente y abrazó a Martina: “¡¡Gracias, amiga!! ¡¡Gracias
por tus deseos!! No sé si los merezco ... Tú has cumplido con tu promesa, pero
aunque te cueste creerlo, hoy me has salvado la vida ... Estaba por cometer una
locura ... No me di cuenta de que estaba apartándome de mi camino ... Me estaba
olvidando de todos los que me querían sin darme cuenta ... hasta que apareciste
tú ... Allí me di cuenta de todo ... Discúlpame, estuve a punto de hacer algo
de lo que tú tal vez llorarías por siempre preguntándome por qué tomé ese
camino ... Espero que me puedas entender, espero que no te haya decepcionado.
Espero que...”. Martina interrumpió a Selena poniéndole su dedo índice en la
boca y dándole un beso en la mejilla: “Yo vine a decirte que cumplí mi promesa,
a desearte feliz cumpleaños y a cambiar mi foto ... ¿Quieres hacer algo por mí?
¿Lo harás?”, le preguntó. Selena asintió en silencio. “Quiero que me hagas una
promesa ... Que no te olvides nunca de lo que realmente deseas, de lo que
realmente quieres, y cuando estés en duda, cuando algo perturbe tu camino,
piensa en mí, piensa en todos los que te quieren, piensa en todos los que como
yo agradecen tu presencia, que ven en ti como su esperanza ... Sólo te pido eso
... ¿Lo harás?”. Selena alcanzó a decirle que se lo prometía con un gesto de
asentimiento mirando el piso. Al rato volvieron a abrazarse para llorar un
largo tiempo juntas. Martina ahora entendía su premura del día anterior y sus
puntadas en el estómago. Y que la intuición existía, y que la mente es más
poderosa de que lo que ella y los estudiosos de la mente pensaban e imaginaban.
Y que el corazón te lleva a destinos inimaginables ... En el medio del llanto,
Martina se apartó y le dijo: “¡¡Selena!! ¿Es que no te has dado cuenta? ¡¡Tengo
hambre!! ¿Qué esperas para invitarme a desayunar?”. Selena empezó a reírse a
carcajadas y eso alegró a Martina. Juntas llamaron a sus padres y fueron en
busca de la entrada. Pero antes de entrar, Martina le dijo: “Me faltó decirte
una cosita más. No necesito que me cambies la foto autografiada. Yo quiero esta
que me has dado. Pero quiero que la conserves tú y sólo devuélvemela cuando
sepas que has cumplido con tus sueños. Así que cada vez que avances en tu
camino o que retrocedas, piensa en mí y recuerda que estaré esperando que me des
de nuevo esta foto. ¿Me lo prometes, Selena? ¿Lo harás?”. Selena se sonrió y le
dijo: “Claro que sí y creeme que te la devolveré. Lo haré más rápido de lo que
te imaginas, más rápido que el movimiento de esas nubes para dejar que el sol
vuelva a iluminarnos...”. Martina se volteó y vio cómo de un modo milagroso el
cielo se estaba despejando. Volvió sobre Selena y notó que ella le extendía la
mano con una sonrisa: “¿Entramos?”, le dijo. “¡¡Claro que sí!!”, le dijo
Martina. Selena y Martina entraron abrazadas a la casa. El destino las quiso
juntas. El destino quiso que siguieran juntas para cumplir con su promesa ... La
promesa de no parar hasta cumplir sus sueños ... La promesa de no parar hasta
hacer de éste un mundo mejor...
(16/4/2014: Donde quieras que estés, ¡¡feliz cumpleaños,
Selena!! Yo sé que este deseo te hará sonreír luego de tantas lágrimas, luego
de tanto dolor...)
Te lo desea con toda el Alma...
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)
(Buenos Aires, Argentina)
Tal vez debiste hacer lo que te convenía, Selena…
Selena se quedó helada con la propuesta que le hizo la presidenta de su club de fans, amiga de su familia y confidente ... No podía creer que se lo dijera con esa cara tan tenebrosa ... Estaba por decirle si se había enloquecido, si se lo estaba diciendo en serio, si acaso no sabía con quién hablaba ... Pero algo la contuvo ... Esa expresión, esa mirada ... Parecía amenazante, pero era otra cosa ... Era extraña ... Nunca la había visto, pero Selena sentía que ésa era la verdadera cara que tenía esa mujer ... Selena estaba asustada porque sentía que esa persona tenía el convencimiento de que ella no tenía otra alternativa, que si se animaba a retrucarle ... quién sabe qué pasaría ... Era esa seguridad de los que se saben dueños de la situación y de las personas ... Selena se contuvo ... Tal vez fuera la primera vez que lo hacía ... Ella fue siempre frontal y directa ... Siempre fue sincera y honesta ... Pero algo le hacía ver que si esta vez actuaba como siempre lo pagaría caro ... “Tú sabes, Selena. Los escándalos suman. A la gente le gusta consumir los chismes. Lo hablamos con el doctor Martínez y le pareció una excelente idea. Que él no tiene ningún problema en sumarse a lo planeado entre su secretario y yo ... Así que es cuestión de hacer circular la noticia del supuesto romance entre tú y el doctor, ¡¡y ya verás cómo tu popularidad sumará por mil!!”. Selena asentía con cara pensativa y se dio vuelta como si estuviera considerando la idea, como algo que debía tenerse muy en cuenta. “¡¡Vamos, Selena!! Yo sé que para ti puede ser difícil, pero es cuestión de hacerse a la idea y listo. Así funciona el mundo del espectáculo. ¡¡No creas que las cosas son como las que te enseñó siempre tu padre!! ¡¡Ya verás, Selena, ya verás!! No alcanza con que hablen de tu música, de cómo cantas, de cómo son tus conciertos. También quieren hablar de tus secretos, de si te operaste de algo, de si tienes enfrentamientos con otros artistas, de qué dijiste polémico tras bambalinas. ¡¡Eso también es importante!! Son titulares de diarios y revistas por meses y vivirán hablando de ti ... ¡¡Y ni siquiera tiene que ser cierto!! … Y no te preocupes. D’Silva ya tiene sus contactos con periodistas de diarios y revistas. ¡¡En cuanto empiece a rodar la maquinaria, esto no va a parar!! ¡¡Y tú te llenarás de millones mientras sigues cantando como quiere tu padre, y mientras tanto, tú puedes tener mejores ingresos para seguir con ‘Selena Etc.’!! ¿Qué me dices?”, le inquirió la mujer en la que tanto confiaba Selena antes ... Selena supo que tenía que actuar rápido y bien ... Sobre todo actuar ... No sentía que fuera su fuerte, pero lo tenía que hacer ... Esa mirada, esa expresión ... Selena sabía que se encontraba con otra persona, pero peor aún, que “esa otra” era la verdadera persona ... Que antes ... antes todo había sido un engaño, un vil engaño de una mujer que antes se mostraba tan buena, tan simpática, tan servicial, tan atenta, tan distinta a ese momento ... Selena se dio vuelta y puso su mejor sonrisa. Se acercó a esa mujer y la abrazó. Mientras lo hacía puso su última expresión de indignación por lo que estaba sucediendo y viviendo, a la vez que le decía: “Es cierto lo que dices. Tienes toda la razón. Lo dejo todo en tus manos, como siempre, y haz los arreglos que tengas que hacer. Quiero que vayas ya mismo a Monterrey para ultimar los detalles. En dos días iré yo para encontrarme con ustedes. No quiero que mi padre sospeche ... Tú sabes que estoy preparando mi disco en inglés. Si me excuso de no ir a Nashville a seguir con la grabación y me voy contigo a Monterrey, mi padre creerá que hay ‘gato encerrado’. En cambio, si me quedo unos días grabando y luego volvemos para seguir con nuestras presentaciones, tendré excusas para irme a otro lado antes que volver a Nashville y nadie sospechará ... ¿Me entiendes? Así que ve tú, habla con el doctor y con su secretario, que yo empezaré con el plan”. Selena tragó saliva antes de mirar fijo a su “fiel asistente” con una sonrisa de complicidad. Cuando lo hizo vio que ella estaba feliz y conforme. “¡¡Perfecto, amiga mía!! ¡¡Veo que lo has comprendido!! ¡¡Ya estoy llamando a D’Silva y preparo mis maletas!! ¡¡Nos vemos allá en dos días!! ¡¡Te llamo cualquier cosa!!”, le dijo Saldívar, y le dio un largo abrazo y beso. Selena contenía su ira, pesadumbre y desconcierto mientras la invitaba a que ultimara los detalles. “¡¡Estoy tan agradecida de haberte conocido!! Siempre te seré fiel y sé que estaremos juntas para siempre. Luchamos por lo mismo ... ¡¡Y nadie nos detendrá!!”, le dijo la mujer mientras le sonreía con esa mirada, con esa expresión que tanto había inquietado a Selena ... En cuanto se fue, Selena corrió a su cuarto y empezó a llorar, a llorar con fuerza, a llorar con furia. Tenía tantas cosas para decirle, tantas cosas que gritarle, tantas ganas de echarla ... Pero sabía que no debía hacerlo ... No en ese momento ... Esa mirada, esa expresión le indicaban a Selena que sería peligroso cualquier actitud de rechazo de su parte ... Esa mujer se sentía muy segura, muy segura de que lo tenía todo controlado, de que todo se haría a su medida y que cualquier alteración o rechazo a su plan sería visto como algo peligroso, pernicioso, como una máxima traición ... Selena supo que debía actuar rápido antes de que ella se diera cuenta, antes de que ella sospechara de su desconfianza. Tenía que deshacerse de su asistente cuanto antes y lo debía hacer ella. No podía decírselo a su padre. Él iría a por esa mujer sin importarle las consecuencias, sin importarle lo que pudiera hacer, estando tan seguro de sus fuerzas, tan seguro de su experiencia, tan seguro de que nadie podría superarlo ... Él no entendería esa mirada, esa expresión ... ni lo querría entender ... De nada le serviría decirle que es importante ponerse en el lugar del otro para poder comprender lo que puede hacer otra persona, lo que le está pensando, lo que podría pasar por su mente y lo que tiene planeado para el futuro ... No, no lo entendería ... Selena se sentía tan sola y tan impotente ... Siguió llorando por un largo tiempo ... Pensó que no tenía a mucha gente en quien confiar por fuera de su familia y de su círculo íntimo en la banda ... Salvo esa gente que ahora se le presentaba como lo más oportunista de su fama y ... ¡¡Cristina!! ... A Selena se le iluminó el rostro y llamó a la productora en la que ella trabajaba, los Estudios Apodaca, ubicados casualmente en la ciudad de Monterrey ... Cuando logró comunicarse, para su pesar le dijeron que no estaba allí, que se había ido a San Antonio para seguir una gira de un grupo que apadrinaba Óscar Flores ... Pero al darse cuenta en la productora de que estaban hablando con Selena, rápidamente le pasaron el número del celular en el que la podría localizar. Selena agradeció infinitamente el dato y sólo pidió que no comentara a nadie que ella estuvo llamando ... Que ella a cambio le devolvería el favor para todas las invitaciones que le hicieran allí en el futuro ... En cuanto cortó la comunicación, Selena le mandó un beeper al celular de Cristina ... “¡¡Cristina!! Soy Selena. Por favor, llámame cuanto antes y ven para Corpus Christi. ¡¡Es urgente!!”. No habrían pasado unos minutos cuando Cristina le envió otro beeper. “Voy para allá en unas horas. Te confirmo cuando esté por llegar”. Selena esperó con ansias la llegada de su amiga y cuando ésta se presentó a su casa, Selena se echó encima de ella. “¡¡Cristina!! ¡¡Tienes que ayudarme!! Sabes que te he pedido que te vengas a vivir aquí porque necesito a gente de confianza a mi alrededor, además de mi familia ... Y hasta aquí entendí que te fuera difícil poder cumplir con mi pedido ... Sólo te ruego ahora que me ayudes a deshacerme de esta mujer para que pronto, muy pronto, tú seas mi nueva asistente personal. Sólo escúchame y lo entenderás...”
Cristina escuchó con atención todo lo que le decía Selena
y se alarmó. Nunca hubiese imaginado que esa mujer fuera a hacer eso y a
proponerle semejante cosa. Tampoco sabía a dónde quería llegar pero sabía que
debía estar cerca de Selena. Se había excusado de estar al lado de ella por sus
múltiples ocupaciones y porque no sabía si se podía adaptar a la cultura de los
Estados Unidos, pero sabía por lo que pasaba Selena luego de tener tantas
conversaciones íntimas y por tantas horas ... Sabía de su necesidad de abrirse
camino por su cuenta y de su necesidad de cumplir con sus sueños de niña tan
postergados ... Que a pesar de estar bien con su familia y con su banda, ella deseaba
poder llegar a ser una gran diseñadora, y una mujer común y feliz con su
familia. Que ella soñaba con vivir con
felicidad cada acto de su vida siendo una mujer común que vive y disfruta de
todo aquello que se le postergó por años ... Quería ser una mujer independiente
... Quería vivir su vida normal, como no la tuvo casi nunca en su vida ...
Cristina lo sabía y sabía también lo angustiada que estaba al no tener tantos
amigos en quien confiar, al no poder contar sus cosas más íntimas fuera del
ámbito de su familia ... y de aquella mujer ... Y ahora que la veía tan débil,
tan desilusionada, tan desamparada, tan sola, Cristina sentía que debía estar a
su lado ... más que nunca. La abrazó a Selena y le prometió que estaría a su
lado en los días venideros ... que llamaría a Óscar Flores y que dejaría en
manos de otra personas lo que debían organizar allí ... “Pero eso sí, Selena.
Puedo ayudarte por estos días, pero necesito saber qué harás con esa mujer y cómo
llevarás las cosas, así sabré cómo ayudarte”, le dijo Cristina. Selena la
abrazó fuertemente mientras le decía: “Necesito que estés a mi lado en estos
días. Con eso me alcanza. Y que en el futuro cumplas el rol que hacía esa
mujer. Puedo esperar el tiempo que necesites. Puedo entender que no estés
siempre a mi lado. Sólo te ruego que estés cuando te necesite imperiosamente,
como ahora. Y de ti ahora sólo necesito que aceptes mi propuesta, para luego
decírsela lo más pronto posible a los demás. Eso sí ... ¡¡Por ahora no se lo
digas a nadie!! Déjamelo manejar a mí, ¿ok? En este momento sólo necesito que
estés a mi lado y que me acompañes en mi decisión ... ¿Puedo contar contigo? ¡¡Sólo
dime que sí!!”. Cristina le dijo que sí con una sonrisa y Selena la volvió a
abrazar, esta vez dándole miles de besotes. “Pues bien. Ahora acompáñame a
Nashville para seguir grabando mi disco en inglés. Hablaré con mi padre, y le
diré lo que vamos a hacer y cómo. Estemos atentas a mañana. Ella me llamará
para confirmar mi partida a Monterrey y no le contestaré. Y cuando quiera
hablar a ‘Q-Productions’, a ‘Selena Etc.’ o a mi casa, se le dirá que no la
puedo atender. Seguramente insistirá con sus llamados y seguiré sin responderle.
Cuando regrese a Corpus Christi, recibirá la orden de que ya no pertenece más a
nuestra organización. Seguramente buscará algún escándalo como el que ya tenía
pensado para ‘favorecerme’. Allí necesitaré de ti. Quiero que llames a tus
amigos en Monterrey para avisarles de mi decisión. Ya sabes. Como dice el
dicho: ‘El que pega primero, pega dos veces’. Y no te preocupes. Lo de tu
designación lo diremos después, cuando ya esté todo controlado, cuando las
aguas ya bajen más tranquilas...”, le dijo Selena. Cristina estaba más que
sorprendida por la decisión de Selena. La veía tan distinta, tan necesariamente
distinta en este caso. Se sentía congratulada de tomar las riendas de la
situación y de resolverlo de ese modo. Temía por las consecuencias, por lo que entendía
que debía estar a su lado. No había modo de saber cómo respondería esa mujer e
imaginaba que Selena tampoco...
Cuando estuvieron en Nashville, Cristina notó a Selena
más que relajada. Grabó todas las pistas en el medio de las risas con sus productores
y músicos hasta que apareció su padre y pidió hablar aparte con él. Estuvo un
largo tiempo fuera del estudio de grabación mientras Cristina hablaba con un
A.B. entusiasta que le decía todo lo que prepararían y harían durante 1995, “un
año más que importante para la banda”, como le aseguró. Cuando Selena apareció
de nuevo, sólo pidió un segundito más de espera a los productores y músicos, y
encaró directamente a Cristina. “Ya le dije a mi padre lo sucedido y me
prometió que no hará nada más que lo que yo le pida. Que cuando esta noche me
llame ella y no tenga noticias de mí e intente localizarme, mi padre dará la
orden en Q-Productions, y yo en ‘Selena Etc.’ para no darle ninguna información
ni sea recibida en ningún lugar. Mi padre hablará con mi familia y yo con
Chris. Además, hablaré con Martín Gómez para que se vuelva a hacer cargo de mis
diseños ... De sólo pensar que lo dejé ir por sus desacuerdos con ella me dan
náuseas, pero sé que lo puedo remediar ... Por lo pronto, nos quedaremos aquí
por unos días más por precaución. No queremos exponernos con ella ni con nadie
de su entorno. Tal vez nos vayamos al concierto que haremos en Los Ángeles a
principios de abril y recién allí volveremos a Corpus Christi. Mientras tanto,
adelantaremos el disco en inglés. Sólo espera unos días más y podrás volver a
Monterrey. Además, quiero presentarte ante mi familia como mi nueva asistente”,
le dijo Selena. Cristina estaba emocionada y muy congratulada. Se venían lindos
tiempos para todos, hermosos momentos si todo salía bien, lindos tiempos si esa
mujer no hacía algo impensado, fuera de control...
Saldívar se había inquietado cuando vio que Selena no
había llegado a la hora pactada y más aún cuando notó que ella ni la había
llamado antes ni le había contestado los mensajes que le dejó. No se había
preocupado hasta entonces porque suponía que estaba muy ocupada en Nashville y
porque ella misma estaba entretenida con los arreglos que había hecho con el
doctor Martínez y su ayudante. Estaba feliz porque más que nunca sentía que
tenía el control total de la vida de Selena. Al fin después de mucho tiempo de
trabajo metódico y calculado lograba sacarla de la tutela de su padre para que
se sometiera a su control. Sabía que en cuanto lograra que Selena dependiera de
ella para todo tendría todo en sus manos, tal como quería, tal como lo había
deseado durante años. En ese momento todo era cuestión de tiempo. Con sus
contactos con el doctor Martinez y su secretario pondría a Selena en una
teleraña de la cual sólo podría salir con su “ayuda” y los demás sólo podrían
acceder a Selena con su autorización ... Era cuestión de esperar un tiempito
más ... Tiempo de convencer a Selena de radicarse en Monterrey y alejarla de
Chris, de su padre y de toda su familia. Tiempo para hacerle sentir a Selena que
sólo podría dar un paso si ella quería, si ella lo deseaba. Saldívar se sentía
segura. Nada podría detenerla. Sentía que tenía a Selena en sus manos y que ya
no podría escapar de su yugo. Pero ahora que no la podía localizar empezó a preocuparse
e inquietarse. En un principio pensó que podría haberle pasado algo, pero
rápidamente lo desechó pues si eso hubiera ocurrido ya se habrían enterado
todos. Llamó por enésima vez al celular de Selena y seguía apagado. Llamó al
estudio en Nashville y le contestaban con evasivas. Llamó a su casa y no había
contestación. Lo mismo que con la de sus padres y hermanos. Llamó a “Q-Productions”
y sólo le dijeron que no estaba allí. Pero se alarmó al notar que le
contestaban lo mismo en “Selena Etc.”, lugar en el que ella era gerenta. Sintió
que no la estaban tratando como tal. Que la trataban como una desconocida, como
una intrusa. Pensó en la posibilidad de que Selena la hubiera engañado y eso la
enfureció. Sólo con pensar que Selena hubiera aprovechado ese pequeño momento
de confianza de que ella tenía todo controlado para deshacerse de su presencia
era una afrenta difícil de aceptar. Perder, perder todo y perder con alguien a
quien creía haber sojuzgado era algo para Saldívar difícil de admitir. Trató de
mantener la calma. Pero no pudo. Rápidamente pensó en volver a Corpus Christi,
pero antes debía sacarse una duda. Algo debía haber sucedido. Alguien más debía
estar en el medio .... Llamó a D’Silva enloquecida y le explicó lo que estaba
pasando. Éste le preguntó si la intentó localizar en su celular y en Corpus
Christi, y está le dijo con fastidio que no. Pero D’Silva le insistió con el
tema de Selena en Nashville. “¿Sabes si está allí? ¿No sabes con quién está?
Tal vez allí encontremos la respuesta... Tú averigua por tu lado que yo lo haré
por el mío...”, le dijo. Saldívar estaba enceguecida y bloqueada. Ya no sabía
qué hacer con su furia … Sólo se le ocurría arrojar cosas al piso para
desahogarse ... Al rato D’Amico volvió a llamar. “Estuve averiguando en los Estudios
Apodaca y allí me dijeron que Selena hace unos días llamó a una tal Cristina
Castrellón. ¿Te suena? Pues bien. Ella no está allá. Se suponía que estaba en
San Antonio pero parece que pidió licencia. ¿No estará allí con Selena, no?
Averígualo. Tal vez allí encuentres la respuesta a su ausencia en nuestra
ciudad”. Saldívar sentía una furia incontenible. ¿Cómo Selena le podría hacer
eso? ¿Cómo se atrevía a ignorarla? ¿Cómo osaba hacer algo contra ella y derrotarla?
Trató de mantener la calma. Tenía que sacarse una duda. Llamó a Nashville y
cuando la atendieron pidió por Cristina. Le pidieron que aguardara un segundo.
Cuando la volvieron a atender escuchó lo que no quería oír: “Cristina se fue
con Selena de compras. ¿Quiere dejarle un recado?”. Saldívar se limitó a decir
que llamaría más tarde y colgó rápidamente. Había llegado el momento de actuar.
Sabía que estaba vencida, pero vendería cara su derrota. Si tenía que perder,
debían perder todos. Pensó en matar a Selena, pero optó por una variante mejor.
Si Selena había decidido reemplazarla por Cristina, ¿qué mejor que matarla a
ella y así acabar con su proyecto? Todo sería un escándalo y Selena debería
vivir el resto de su vida en el medio del horror, de las acusaciones y de la
culpa. Y ella misma se encargaría de aparecer en los canales de televisión y en
las estaciones de radio para alimentar las dudas sobre Selena. Diría que fue
víctima de un engaño, de una traición de Selena, que Cristina la había estado manipulando
y que ella se había dado cuenta de todo. Usaría ese mecanismo que había
preparado para “favorecerla” pero esta vez para defenestrarla. Y Selena no
tendría escapatoria. Sabría que su familia y hasta el doctor Martínez y su
ayudante aportarían datos en su favor. Se fue sigilosamente a San Antonio sin
decirle nada a nadie y allí decidió comprar un arma. Lo tenía todo pensado.
Iría a Nashville y llamaría a Cristina diciendo que pensaba matarse, que fuera en
ese mismo momento para saber “la verdad” de lo que quería hacer Selena, de su
vinculación “real” con el doctor Martínez y su ayudante. Luego le diría a la
policía que Cristina había ido para amenazarla, para recalcarle que no molestara
más a Selena, para decirle que ella no la quería ver nunca más. Sabía que
Cristina iría. La culpa la llevaría y no se lo diría a Selena “para no
preocuparla”. Viajó a Nashville y se alojó en el Days Inn. Preparó todo y llamó
al celular de Cristina, un número que consiguió gracias a los oficios de D’Silva.
Había echado a rodar el plan y ella sonrió de satisfacción. “Si tengo que
perder, perderán todos. ¿Y quién te dice que en el futuro yo estaré libre, y
Selena presa del escándalo y del repudio de sus fans? Ya verán. Ya verán lo que
significa meterse contra mí. No me conocen. ¡¡Y lo pagarán caro, muy caro!!”.
Selena había llegado muy temprano al otro día al estudio
de grabación. No podía localizar a Cristina por ningún lado y tenía la secreta
esperanza de que allí la encontraría. Pero el estudio estaba vacío. Llamó por enésima
vez al celular de Cristina y no recibía contestación. Estaba por pedir a una de
las secretarías que atendía los teléfonos del estudio que llamara a los Estudios
Apodaca para saber si por allí se había ido a Monterrey sin anoticiar a nadie por
el tema del aviso a los medios sobre la decisión de Selena hasta que la
secretaría le dijo algo que la inquietó: “¿Estudios Apodaca? Es curioso. Hace
unos días alguien preguntó por Cristina desde allí, pero cuando le dije que
estaba contigo y que si quería dejarle un recado, dijo que no, que volvería a
llamar y no lo hizo. ¿Sabes quién es esa mujer? ¿Tiene que ver con Cristina?”.
Selena quedó petrificada. Sabía que nadie de allí sabía que estaba en
Nashville. Ni siquiera Óscar Flores lo sabía. Se lamentó de no haber dado
órdenes de no dar información allí en Nashville ... Debió haber supuesto que
esa mujer iría a por ella como un perro de presa lleno de rabia ... Pensó en lo
que podría llegar a hacer Saldívar y se preocupó. Tal vez haría algo que nunca
se le ocurrió que podría realizar. En su desesperación llamó a Óscar Flores.
Quería avisarle que Cristina tal vez corría serio peligro, pero éste la
tranquilizó dándole una pista inesperada ... “No te preocupes, Selena. Le mandé
un mensaje a Cristina hace unas horas y al rato ella me lo contestó. Me dijo
que estaba en Nashville y que tenía que ir a ver a una persona para cerrar un
acuerdo en el Days Inn y que pronto le explicaría lo que estaba pasando. ¿Está
todo bien, Selena?”. Selena no pudo ocultar su desesperación. “¡¡Por favor,
Óscar!! ¡¡Llámala de nuevo!! ¡¡Déjale un mensaje!! ¡¡Hazlo cuanto antes!! ¡¡Dile
que se vaya de allí!! ¡¡Que esa mujer que la espera quiere hacerle daño!! ¡¡Luego
te lo explico bien!! ¡¡Pero hazlo, hazlo ya, que yo voy para allá!!”. Óscar
asintió con total preocupación y cortó la comunicación. Selena salió corriendo
para el Days Inn. No sabía si era tarde o no, pero tenía que ir. Ahora ya no
dudaba. Saldívar la mataría, y ella cargaría con la culpa y la desgracia.
Cuando llegó al lugar preguntó si Saldívar estaba alojada allí. Le dijeron que
sí y le indicaron el número de habitación. Selena aclaró que no era necesario
llamarla, que ella volvería más tarde, pero al salir se dirigió directamente al
lugar. Cuando vio estacionado el auto de Cristina, supo que debía entrar cuanto
antes. Se acercó a la puerta y alcanzó a escuchar el ruego de Cristina de que
no hiciera lo que Saldívar pensaba hacer ... Selena pegó una patada fuerte a la
puerta al grito de “¡¡No lo hagas!!” y vio que Saldívar se sobresaltó sin dejar
de apuntarle a Cristina. Ésta le hizo un gesto de ruego a Selena pero ella lo
desechó. Saldívar le dijo con una mueca de sonrisa irónica: “¿Con que vienes a
rescatar a tu nueva amiguita, eh? Pues bien, únete a ella y ni se te ocurra
hacer otra cosa. Será bueno terminar esto de una buena vez...”. Cristina
lloraba y Selena trataba de consolarla. “Ahora será más fácil. Diré que ustedes
me estaban amenazando y vinieron a matarme. Mataré a tu amiguita y será tu palabra
contra la mía, Selena. Yo podré ofrecer pruebas de que no me quisieron atender
y de que tú derribaste la puerta. Y si esto no alcanza, ¿qué importa? El
escándalo no podrá evitarse y tú estarás acabada, Selena. ¡¡Y tú muerta,
Cristina!! ¡¡Qué lástima, Selena, que no me hayas hecho caso!! Yo te hubiese
llevado por buen camino, pero no lo hiciste ... ¡¡Ahora acabarás por no haberme
obedecido!!”. Selena sintió un nudo en la garganta. Intentó ponerse delante de
Cristina, pero ésta se lo impidió. “¡¡No, Selena!! ¡¡Si alguien sale herido, debo
ser yo misma!! ¡¡Yo cometí el error al venir aquí!! ¡¡Tú mereces vivir y la
gente te creerá!! ¡¡Creeme que saldrás de todo esto!! ¡¡Quédate tranquila!! ¡¡Todo
saldrá bien!!”. Selena quiso abrazarla, pero Saldívar se lo impidió. “¡¡Basta
ya de melodramas!! ¡¡Apártate, Selena!! ¡¡Apártate de una vez!!”. Selena se
puso adelante y abrazó a Cristina. “Pues bien. Si lo haces, ¡¡lo harás con las
dos!! ¡¡Tira ya!!”, le gritó Selena. “Pues bien, si así lo quieres...”, le
contestó Saldívar y apuntó hacia ella pero con la intención de darle primero a
Cristina. Ya se las ingeniaría para dejar a Selena viva. Se levantó y se
dirigió a la puerta, y con un gesto obligó a Cristina y a Selena a que se
fueran a un rincón al lado de la cama. Miró a su alrededor de refilón y no vio
a nadie. Cuando volvió sobre ellas apuntó a las mujeres diciéndoles. “Lo siento
mucho ... Alguien pagará por lo que hicieron. Una lo hará con su vida. La otra
con el escarnio. Y yo seré la víctima para todos. ¡¡Adiós!!”. De pronto un arma
se apoyó sobre su sien y a la voz de “Tú no harás nada. Entrégame el arma” un
policía de Nashville entró en escena. Saldívar quedó inmovilizada y un grupo de
policías entró al lugar, algunos para sujetarla, y otros para rescatar a Selena
y Cristina. Ésta comenzó a llorar desconsoladamente, mientras Selena la
abrazaba conteniéndola. Cuando uno de los policías se las llevaban para ser
atendidas fuera de allí, Selena le preguntó cómo sabían que estaban allí. “Mis
superiores nos mandaron para acá. Un tal Óscar Flores denunció la desaparición
de Cristina y sabía que estaba allí amenazada por alguien. Nos movilizamos pues
mi jefe es muy amigo de Óscar y le debe muchos favores. Tuvieron suerte...”.
Selena se sonrió y Cristina gritó de emoción. Sabía que Óscar haría algo y fue
más de lo esperado ... “No sé si podré irme contigo, Selena. ¡¡Él también nos
salvó la vida!!”, alcanzó a decirle Cristina. Selena le acarició la cabeza. “No
te preocupes por eso, Cristina. Agradece que estamos con vida. Por lo demás, ya
se verá. No querría que sufras más por mí ... Tenemos mucho por hacer ahora...”,
le dijo Selena. Al salir apareció el padre de Selena y abrazó fuertemente a su
hija en silencio. Selena le pidió si podía encargarse de dar las explicaciones
del caso a la prensa y para dejar tranquila a su familia, y aquél asintió.
Selena se fue con Cristina al hospital para ser atendidas del estado de shock
que vivieron y luego para declarar ante la policía. Selena se fue en el auto
policial acariciando a Cristina y mirando el cielo azul en silencio. Sintió que
había madurado de pronto. Tal vez no era el camino que hubiera elegido en otras
circunstancias ... Nunca pensó que iba a hacer lo que hizo en las últimas
semanas, pero entendió que debía hacerlo. El mundo era tan distinto a ella ...
Pero Selena debía adaptarse a él como el mundo a ella ... Si no lo hubiese
hecho, tal vez ese día ya no estaría para contarlo ... Selena seguía
lamentándose por no haber sido tan espontánea como siempre, pero la situación
no le dio para hacer otra cosa ... Se lamentaba pero a la vez se sentía
satisfecha ... Ahora sabría que podía ser la de siempre, pero con recaudos ...
Podía brillar como siempre pero ser precavida con aquellos encantadores de
serpientes, con esos lobos disfrazados de corderos, con esos psicópatas que son
tantos y que van por este mundo como uno más, como alguien que sólo viene para
hacer el bien a la gente pero que sólo desean que todos aquellos que quedan
bajo su égida se conviertan en meros instrumentos, en simples marionetas que
sólo deben estar para cumplir sus deseos ... Selena miró a Cristina y la abrazó
bien fuerte ... Sentía una rara pero hermosa sensación ... Un estremecimiento
en su cuerpo que le hacía tan bien ... que la hacía sentir tan viva ... La
hermosa sensación de sentirse viva y feliz para poder contarlo ... Feliz para
poder seguir haciendo lo que tanto soñaba con aquellas personas que ella tanto
quería ... Ahora Selena sabía que nada podía detener su camino a la
felicidad...
(A veces no se puede ser como se es, a veces uno no hace
lo que realmente desea, fundamentalmente con gente que irremediablemente nos
rodea y que nos hace tan mal. A veces el mundo nos pone con la única opción de
defendernos para no caer, para no ser vapuleados, para no morir. Pero si ésa es
la única opción que nos queda en ciertas ocasiones, lo mejor es hacerlo sin
dejar de ser auténticos, sin dejar de actuar como realmente somos, sin dejar
que nos cercenen nuestros sueños, nuestros objetivos. La humanidad pudo haber
evolucionado mucho en las formas pero no en su esencia. Seguimos siendo como
aquellos que sólo luchaban para vivir en el medio del peligro permanente ...
hace millones de años ... Por eso debemos estar siempre muy atentos. Es una
cuestión de actitud, de elección ... Está en nosotros elegir el camino que más
nos conviene, que más nos identifica ... Tal vez eso le faltó a Selena ...
Decidir lo que más le convenía ... Tal vez eso fue lo que no quiso hacer. Prefirió
seguir valientemente con su camino a pesar de todo ... Y por eso, tal vez, no
esté entre nosotros…)
Por eso te quiero, Selena … Porque hasta el último
instante de tu vida no dejaste de ser tú misma…
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