Tú me prometiste que pronto ibas a volver...

30 de abril de 2012


Yo sólo fui a ofrecerte mi corazón, Selena…

Belén no salía de su asombro, de su impotencia, de su tristeza, de su inmenso dolor. Estaba arriba de un tren con rumbo a Corpus Christi sin saber cómo había llegado y si ese tren la dejaba realmente en su destino … Ella se subió a él en Chicago y ya ... Seguramente el dolor, los gritos desgarradores, el llanto continuo de centenares de fans la guiaron hacia allí. Belén miraba para adelante y para los costados observando un paisaje que era una sucesión de imágenes grises y sinsentido, imágenes de una naturaleza viva contrastadas con pensamientos que le decían por qué, para qué, quién nos puso en este mundo, para qué vivir si hay que soportar tanto dolor … Veía pastar tranquilamente a las vacas, veía a un paisano andando a caballo, veía volar a los pájaros y enseguida se le veía la imagen de Selena y se ponía a llorar por dentro, muy por dentro … Belén no quería llorar pues hacerlo significaba que era real lo que estaba viviendo, que era real la noticia y ella no lo quería aceptar de ningún modo. Veía cómo adelante, a los costados y detrás suyo adolescentes como ella lloraban a los gritos, gemían de dolor continuamente. Veía cómo muchas eran abrazadas por otras amigas o hermanas que también lloraban o por sus madres que las estaban acompañando para no dejarlas solas en su soledad y tristeza. Belén las miraba y lo entendía perfectamente … Pensaba que después de ese 31 de marzo no sabría qué sería de ellas, qué motivación tendrían para seguir viviendo con alegría, qué esperanzas podrían tener … si Selena era parte de sus vidas, parte de su destino, parte de su alegría de vivir. Nada tenía sentido para ellas si no tenían a Selena a su lado. Por eso Belén no podía con su dolor cuando veía las imágenes que le devolvía la ventana del tren. No podía concebir que todo siguiera andando, que la vida siguiera y Selena no estuviera, que todos estuvieran vivos y Selena no … Belén no quería que se fuera nunca ese día, pues sabría que ya cuando fuera 1 de abril sería la resignación, la derrota, la admisión de un día sin Selena y ella eso no lo podría tolerar. Apenas si podía asimilar la noticia, pero aún así quería volver el tiempo atrás, quería volver a apenas 2 semanas atrás cuando Selena dio un concierto en su ciudad y ella había asistido. ¿Cómo imaginarse que ésa iba a ser la última vez que vería a Selena? Si alguien le hubiese dicho que efectivamente no la vería más a Selena hubiese pensado en que Selena no volvería más a su ciudad producto de su fama en todo el mundo, hubiese pensado en que ella misma estaría en un estado de pobreza tan grande que nunca tendría dinero para verla, hubiese pensado que tal vez ella sufriría una desgracia … y ya no podría ver a Selena … pero que a Selena le podía pasar algo … No … Jamás se lo hubiese imaginado. Selena lucía tan bella, tan alegre, tan triunfante, tan segura … Selena iba a ser famosa en todo el mundo, Selena lograría lo que nadie había obtenido, Selena los representaría en sus esperanzas, en sus sueños, en todo lo que se imaginaban lograr en la “Tierra de las oportunidades”… No … Nunca lo había pensado, pero ahora que lo pensaba bien Belén la había notado un tanto rara a Selena en aquel concierto … Esas rarezas que duran un instante, pero que cuando suceden estas cosas pasan a tener una trascendencia inusitada. Belén notó que en la primera parte del concierto Selena lucía una sonrisa extraña. No era ésa la misma Selena, había algo raro en su actitud. Pero Belén lo tomó como un momento que a cualquier artista le pasa y que Selena no era la excepción … Y más lo pensó cuando en la segunda parte de ese concierto Selena “despertó”, y cambió su semblante y su postura. Belén en aquel momento la notó más suelta, más libre, más contenta. Hasta se permitió decirle al público: “¿Pero qué les pasa que están tan calladitos?”. Y allí mismo el público le contestó su inquietud con cánticos, ovaciones y baile en cada canción interpretada por Selena. En aquel momento pensó que tal vez Selena se sentía mal por algo, o bien que no se hallaba en aquel momento del concierto, pero que cuando pudo aclimatarse y ponerse de lleno en el espectáculo actuó como siempre y logró lo habitual en sus conciertos. Pero ahora, sabiendo lo que había pasado después, lo que estaba sucediendo en ese preciso momento, Belén pensaba si aquella manifestación de Selena en esa primera parte del concierto no era la confirmación de que a Selena le “pasaba algo”, de que algo la molestaba, de que algo la perturbaba, y que cuando pudo olvidarse de eso, cuando pudo “sacarse la mochila de encima”, cambió su semblante, cambió su actitud y volvió a ser la Selena de siempre … ¿Qué estaba pasando? ¿Qué fue lo qué sucedió? Mientras Belén se preguntaba esas cosas, escuchaba en el medio del griterío y de los sollozos una radio que llevaba la madre de una de las chicas en la que informaba lo que había sucedido con Selena por obra y desgracia de la presidenta de su club de fans. Se hablaba que esa mujer estaba parapetada en el garaje del motel “Days Inn” con supuestas intenciones de suicidarse. Ya se tejían un montón de especulaciones y de teorías de por qué esa mujer había hecho eso … Se hablaba de celos, de intereses, de pasión, de robo … Se decían miles de cosas … Algunas posibles, otras disparatadas … Todo en el medio de que sonaba la música de Selena en todo momento, todo en el medio de que la gente lloraba por las noticias, cantaba desgarradoramente las canciones de Selena e insultaba a la asesina … Era acaso el mejor escenario para entender la dimensión de lo que estaba pasando, era el mejor muestrario de miles de personas que no podían asimilar lo que estaba sucediendo, de miles de personas que nunca aceparían seguir sus vidas como si nada luego de ese nefasto 31 de marzo de 1995… Belén miraba a esas niñas, adolescentes y mujeres, y no podía con su dolor. Pero no quería sumarse a ellos. Aún no quería tirar la toalla, aún no quería darse por vencida … Veía a muchas chicas de su edad que estaban solas, tan solas como ella. Se preguntó cómo habrían llegado allí y qué pensarían. Más de una vez se tentó por ir a hablar con alguna de esas chicas, pero la detuvo pensar en cómo ella estaba allí, y cómo salió dejando atrás a sus padres y hermanos. Tuvo que pensar un buen rato para recordar cómo había empezado todo, cómo fue que ella llegó a ese tren … En la mañana, casi al mediodía, estaba volviendo del colegio hasta que escuchó a alguien decir: “¡¡Parece que dispararon a Selena!! ¡¡Está muy grave!! No sé por qué, pero le dispararon, ¡¡le dispararon!!”. Belén quedó petrificada en la vereda. Iba a seguir pero no pudo. Ella era muy tímida. Nunca se animaba a preguntar por su cuenta algo a cualquier persona, aunque la conociera … pero esta vez estaba sucediendo algo, algo que le estaba cambiando la vida para siempre, pero para mal, a los garrotazos, con un dolor y un sudor frío que le corría por sus espaldas … Se dio vuelta y vio que era un señor grande que se lo decía a otro que estaba frente a él, calle de por medio. Belén se acercó y apenas le pudo decir con la mirada qué estaba pasando, si era cierto lo que estaba escuchando, si se estaba refiriendo a su Selena … El señor, un hombre muy mayor, la tomó de los brazos mientras le salían por sus ojos enormes lágrimas sin intentar siquiera quitárselas, como si eso significara sacarse el dolor de encima, como si significara que Selena comenzaba a ser un recuerdo y él lo quisiera evitar … “Sí, niña. Es lo que tú piensas, es lo que sientes. Se trata de Selena. Yo sé que ya no está entre nosotros … No lo han confirmado, pero yo ya lo sé … Si ya anuncian por la televisión que está muy grave, que le dispararon, no hay motivos para ser muy optimistas … Además, si nadie sale a desmentirlo, es porque es cierto y ya no hay nada que hacer. Sólo falta que lo confirmen … Lo siento niña si te he dado malas noticias, máxime si eres fan de Selena … Pero las cosas son así. Yo también la quería mucho … Y la admiraba … ¿Quién no la quería? Pero habrá que resignarse … Y reza, reza mucho, pídele y ruégale a Dios que no se la lleve … Y si se la llevó … Tal vez Dios se la quiso llevar para tenerla a su lado … Quizá quiere que cante para Él a su lado…”, le dijo el señor y trató de sonreírle como buscando compasión … Belén sólo se quitó de él y comenzó a correr para su casa. No le importaba haber sido tan descortés con ese pobre anciano, pero no podía evitarlo. Maldijo, lo maldijo más de una vez, como si él hubiese sido culpable de todo, como si él fuera responsable de su dolor … Aparte, no podía dejar de pensar en lo que le había dicho y lo maldijo aún más … Belén corría mientras contenía su llanto para transformarlo en ira, en bronca, en insultos. “¿Pero de qué me habla, de qué me habla ese tonto? ¿De resignación? ¿De resignación a qué? ¿De resignación para qué? ¿De qué me sirve que me resigne? ¡¡A mí no me importa eso!! ¡¡Me importa que viva Selena!! ¿De qué me sirve Dios que acepte tu voluntad con resignación si me quitaste mi alegría de vivir? ¿Cómo voy a aceptar que te hayas llevado a Selena, justamente a Selena? ¿Por qué no me llevas a mí? ¿Quieres hacer algo por mí? ¡¡Llévame a mí!! Yo no sirvo para nada, ¡¡yo no le llego a los pies a Selena!! Selena le daba alegría a todo el mundo … ¡¡Yo no!! ¡¡Yo no sirvo para nada!! ¡¡Yo necesitaba a Selena para creer!! ¡¡Yo necesitaba a Selena para seguir!! ¡¡Yo necesitaba a Selena para creer que podía a pesar de todo!! ¡¡Yo necesitaba a Selena para tener esperanza!! ¿Qué voy a hacer sin ella? ¿Quién me hará sentir que le importo a alguien? Que no sea cierto, que no sea cierto … Dime Dios que ese viejo se equivocó, que se trata de otra persona … Dime que no es cierto, dime que no te la llevaste para que cante contigo a tu lado … Dime que ese argumento es de las cosas más tontas que he escuchado en mi vida, ¡¡que Tú no puedes ser tan egoísta para llevártela a tu lado para que te alegre la vida!! ¿Pero qué tontería es ésta? ¿Cómo uno se puede contentar con esto, cómo uno se puede resignar con semejante argumento y pensamiento? ¡¡Perdóname Dios!! ¡¡Perdóname si te ofendí y si maltraté a esa persona. ¡¡Pero te pido, te imploro, te ruego que no te lleves a Selena!! ¡¡Llévame a mí, pero no te la lleves a ella!!”, se decía, se gritaba, se rogaba Belén mientras corría, corría sin parar por las veredas, cruzaba las calles sin mirar, y evitaba observar y escuchar a las personas para no oír nuevas noticias o la confirmación de lo peor. En un momento escuchó que alguien pegó un bocinazo terrible a sus espaldas y Belén apenas lo oyó. Era un auto a toda velocidad que la había pasado raspando mientras ella cruzaba la calle con semáforo en rojo … Por un momento Belén deseó que ese auto la atropellara … Tal vez eso significaba que Dios la había escuchado y estaba dispuesto a cumplir su deseo aun cuando le quitara su vida y le provocara tamaño dolor a su familia … Pero a Belén poco le importaba eso, pues Selena era lo más importante, no sólo para ella sino para millones de personas … Y si su familia sufría … tal vez se lo merecían … Ella hubiese querido que confiaran más en ella, que le ofrecieran más oportunidades para creer en ella y que le dieran más alas para volar en vez de tenerla atada a su casa y a un destino marcado para ella pero que de ninguna manera era su deseo … Ella quería ser como Selena, quería cantar, ser feliz, tener sus propios emprendimientos, tener sueños propios y poder cumplirlos … Sus padres no querían eso. Querían que hiciera cosas “más importantes” que las que hacía Selena …Ella había evitado cualquier conflicto encerrándose en su mundo, en el mundo de Selena … Allí sólo era libre y feliz … ¿Y qué haría ahora sin Selena? ¿Qué sería de ella a los 17 años sin esperanza, sin sueños, sin futuro, sin Selena que le quite esa tristeza y ese dolor de toda su vida? Belén llegó a su casa y sólo esperó que esa corrida no fuera en vano, que Dios la hubiese escuchado, que Dios se apiadara de Selena … y de ella… Cuando entró, Carmencita, su hermana de 5 años, se tiró encima de ella a los aullidos, y con esa sinceridad y Alma pura de una niña le dijo esas palabras que Belén no quería escuchar, que ni siquiera el anciano aquél se atrevió a pronunciar, que nadie, incluso uno mismo y todo aquel que quiere a Selena, quiere decir aún hoy. Durante unos cuantos minutos Belén abrazó a su hermanita mientras miraba perdida a un punto que estaba lejos, muy lejos. Belén no escuchó ni vio más nada por unos instantes que para Belén fueron horas, horas enteras. Durante diez minutos sintió el dolor, el llanto, el retumbe de los gritos de su hermanita. Era para Belén suficiente. No podía llorar … No quería llorar … No quería sentir nada. Su dolor se había transformado en frialdad. Belén puso un traje de amianto a su corazón y a su Alma. Con ello simuló toda angustia y toda manifestación de sentimientos … Los ocultó como queriendo anularlos, pero aunque ello quisiera, Belén no lo podía hacer … Y todos los movimientos posteriores de Belén iban en ese sentido, aunque ella no lo sintiese. Cuando ya no soportó más estar en esa posición se apartó de Carmencita y se fue a su habitación. Su madre quiso decirle algo, pero se contuvo y fue en busca de Carmencita. Su madre estaba atemorizada. Había algo en el rostro de Belén que nunca había visto y eso presagiaba que algo iba a pasar. Belén caminó con firmeza hacia su habitación. Nadie se le interpuso en su camino. Estaban, además de su madre y Carmencita, sus dos hermanos, ambos menores que ella, que sólo atinaron a mirarla … No estaba su padre, que recién volvería a la noche del trabajo, aunque con la conmoción que traería la noticia trágica de Selena por allí volvería antes … Belén llegó a su habitación con gesto adusto y muy serio, y cerró la puerta con furia y la cerró con llave. Apenas se dio vuelta y prendió la luz vio el poster de Selena correspondiente al álbum “Amor prohibido”. Belén no pudo más y comenzó a llorar con toda el Alma partida, con toda la furia contenida y con el corazón hecho pedazos. Lloraba, lloraba y lloraba, y no quería salir de ese dolor, pues sabía lo que sería de ella y lo que haría una vez que terminara con esa manifestación extrema de dolor. Pensó en la primera vez que la escuchó, en la primera vez que la vio, aquella vez que le pidió un autógrafo cuando presentó su disco “Entre a mi mundo”, cuando Selena le elogió la remera a rayas que llevaba a puesta y Belén se la regaló con la promesa de que compraría una nueva en ese mismo instante mientras se ponía un suéter de una amiga … Belén recordaba ahora con nostalgia la alegría que le dio el ver a Selena con su remera en un reportaje y decirle a la entrevistadora que esa ‘shirt’ se la había regalado Belén, una querida fan de Chicago…”. Belén repasó en pocos minutos su vida entera con Selena a su lado y maldijo haber tendido pereza en pedirle un autógrafo o al menos verla a la salida del último concierto en su ciudad. Se maldijo haber sido tan egoísta, de haberle dado prioridad a su cansancio y en haberse quedado pensando en lo que notó en Selena en esa primera parte del concierto sin haber siquiera contemplado la posibilidad de que Selena necesitaba ayuda y qué mejor que ir a verla para cerciorarse de ello. “¡¡Pero qué tonta fui, que egoísta fui!! Cuando yo la necesité, ella estuvo e hizo lo que siempre quise que me dijeran … que estaba linda, que le gustaba algo de mí. Me dijo algo que esperé de todos y que nadie ni siquiera me lo insinuó … Selena estaba cansada del concierto, pero ella priorizó a todos los que la estábamos esperando … No pensó en ella, no pensó en su comodidad, no pensó en que ella era la estrella y nosotros … nosotros éramos sólo sus admiradores … Y ahora, ahora que seguro me necesitaba, nos necesitaba, yo no estuve, yo me fui, me fui a mi casa … Mi cansancio, mi preocupación por mí, sólo por mí, me hizo no verla y ella me necesitaba … Seguro que si la iba a ver me hubiese reconocido y me hubiese sonreído … Y seguro que me hubiese dicho lo que le pasaba y hasta me hubiese pedido ayuda … ¿Cómo no me di cuenta? ¡¡Si me hubiese dado cuenta seguro la hubiese salvado!!”, se decía y atormentaba Belén mientras seguía llorando y mordía una almohada para mitigar sus gritos y su tremenda angustia. Le fue inevitable pasar del dolor a la furia. Empezó a arrojar cuanto objeto encontraba al piso, a la ventana, a la pared. Podía oír murmullos y hasta el pedido de su madre de lejos de que parara de una vez. En su furia y en su enceguecimiento tiró todo lo que encontró en su paso histérico por su habitación hasta que vio que estaba por arrojar todos los discos de Selena … Sólo se detuvo pues pudo llegar a distinguir la tapa del disco “Selena Live”. Belén volvió a envolverse con su traje de amianto, guardó sus discos de Selena en un lugar seguro y hasta se tomó el tiempo para recoger todo lo que había arrojado y ponerlo más o menos ordenado … En el medio de ese trabajo decidió lo que iba a hacer … No pararía hasta ver a Selena. Quería cerciorarse por sí misma de que eso era cierto. No era lo que usualmente hacía ni lo que normalmente se le pasaría por su cabeza … Pero se trataba de Selena … Era lo más importante de su vida … Y ya su vida no sería la misma … Tomó lo primero que encontró para llevarse y sólo se detuvo para buscar ese autógrafo de Selena. Quiso volver a verlo. “Today was a nice day for me. Thanks for your gift. You know you'll always be in my heart. I hope I'll always be in yours. With lots of love. With so much love. Selena. September 1993”. Belén volvió a llorar, pero por última vez. Se guardó el autógrafo y enfiló para la puerta de su casa. Su madre le preguntó a dónde iba: “A ver a Selena”, obtuvo de Belén como toda contestación. “¡¡Dale muchos besitos de mi parte!!”, le dijo Carmencita mientras abrazaba a su hermana, sólo que esta vez lo hacía en silencio. Cuando se despidió de su hermana su madre quiso detenerla. “¡¡Tú no irás a ningún lado!! ¡¡Ya verás cuando venga tu padre!!” ¿Es que no entiendes? ¡¡No puedes hacer nada!! ¡¡Acepta la realidad!! ¡¡Madura!! ¡¡Ya eres grande!! Has vivido pendiente de Selena. ¡¡No tiene sentido que vayas!! Selena está…”, alcanzó a decirle su madre franqueándole el paso en la puerta de la casa. “Selena me está esperando y yo iré. Es a la única persona que no le voy a fallar. Es la única persona que me escuchó y ¡¡yo voy a ver lo que necesita!!”, dijo Belén, quien avanzó a paso firme … y ni recuerda cómo salió. Sólo se acordó del aire puro de la calle y de los gritos de adentro de su casa. Belén se sentía libre. Belén iba a ver a Selena y a terminar con todas esas mentiras que se decían sobre ella… Belén se levantó con sobresaltos en el tren. Se había quedado dormida y la levantó la realidad. Ya era de noche, y un frío de dolor y de llanto se habían apoderado de ella. Tomó conciencia de cómo llegó allí y también de lo que estaba afrontando. Miró hacia afuera y todo era negro, como su destino y el futuro de todos los que querían a Selena desde aquel 31 de marzo … Adentro había gente que dormía y lloraba a la vez, y rostros de dolor y tristeza que miraban la nada misma … Un retrato bien cabal de lo que sería el lugar hasta el momento en el que dieron con el lugar en el que estaba Selena … Belén supo ese día lo que significaba la muerte. Nunca la había sentido tan de cerca … Ahora la tenía encima … Experimentaba sensaciones que nunca había vivido y que pensó que por años no las iba a sentir … y mucho menos con Selena … Sentir que alguien se fuera tan joven como ella, aunque 6 años mayor, era fuerte, demasiado fuerte para Belén. Y pensó que su vida había cambiado para siempre, y no sólo la de ella sino la de toda su generación, ésa que nació a fines de los ’70. Porque la gente de otras generaciones, aunque la lloraran por igual, tenía otros parámetros, otras vivencias, otros referentes, otros ídolos, otros artistas a quienes le han dado el mayor de los cariños … En cambio, la generación de Belén … tenía como referente a Selena … Selena era su ejemplo, Selena era su guía, Selena era una de ellas … Y ahora que Selena se les ha ido era lo mismo que cualquiera era de ellas muriera … Se quedaron sin motivo para vivir con alegría, con esperanza, sin razón para luchar … Si a alguien como Selena que había construido su carrera a base de sacrificio, talento, autenticidad, honestidad le habían hecho esto, ¿qué podían esperar las demás, qué podrían hacer ellas, qué ejemplos debían seguir e imitar? Belén no podía salir de la angustia y de la furia de sólo pensar que al fin y al cabo ser como Selena no tenía sentido, ser como Selena no se llegaba a ningún lado, ser como Selena es sinónimo de derrota … En el medio de todo ello, alguien gritó eufórica que la asesina se entregó a la policía, pero luego con aire de resignación y de bronca a la vez dijo que al final no se había suicidado como había dicho, que luego de ocho horas de negociación con la policía decidió confesar todo a las autoridades y entregarse … Hubo luego un largo silencio hasta que alguien comenzó a insultar a la asesina, y una a una la siguieron pidiendo toda clase de penas para esa abominable mujer, aunque todos coincidían en que lo mínimo que debía sufrir era la prisión perpetua y lo máximo la pena de muerte … Belén se quedó al margen de todo. Igualmente, no fue la única que no se sumó a los cánticos, que no se puso a insultar al aire buscando justicia desde lejos en un tren … Belén pensaba que no faltaría mucho para que esa mujer hablara, dijera “su verdad” y fuera un parámetro para mucha gente que la consideraría una “víctima de las circunstancias”. No sabía Belén por qué pensaba eso, pero algo le decía que si esa mujer mató, luego amenazó con suicidarse y no lo hizo, es porque jamás pensó en hacer eso. Sí matar, pero no suicidarse … Tal vez quería ganar tiempo. Quién sabe qué negoció. Pero algo le decía a Belén que sólo quería ganar tiempo para saber qué hacer luego, cómo encarar lo que se le vendría encima … “¿Has escuchado las noticias en la radio? Están diciendo que esa mujer jura y perjura que no la quiso matar, que todo fue un accidente, un malentendido y que la culpa de todo la tiene el padre de Selena…”, le dijo una de las chicas que estaba en el tren tratando de estar cerca de Selena. “Me llamo Cristina y me acerqué a ti porque noté que, como yo, ni siquiera gritaste porque a esa mujer la hayan atrapado. Por eso te vine a dar la nueva noticia … Pensé que podía interesarte”, le aclaró … “Mira … Ni que me hayas leído el pensamiento … Estaba pensando en lo que estaba haciendo ese adefesio y creo que sólo estaba haciendo tiempo para pensar en un plan, si es que no había ya elaborado uno. Con esto que tú me dices sólo confirma que estoy en el buen camino … ¡¡Ah!! Me llamo Belén ¿Y sabes qué? No importa lo que piense … No importa lo que busque esa persona, si se la puede llamar y tratar como tal … Lo que me preocupa es que alguien quiera justificarla y ponerla en víctima … Lo que me preocupa es que algún día quiera hablar … Pero lo que más me duele es que Selena no esté y esa mujer siga viviendo, y que eso signifique para muchos que al final hay que seguir el camino de la asesina para llegar a algo, que ser como Selena te pone en esta situación terrible. ¿Qué nos queda a nosotros? ¿Ser falsos, mentirosos, hipócritas, inescrupulosos, deshonestos, calculadores? Porque parece que ser trabajadores, talentosos, amables, honestos y sinceros no te lleva a ningún lado … o mejor dicho te lleva al mismo destino de Selena…”, le dijo Belén y enseguida miró a la ventana del tren que sólo le devolvía negrura, sombras y alguna que otra lucecita que se veía bien de lejos. Belén quería llorar pero se contenía. Quería ser fuerte para lo que viniera, quería tener entereza para ver a Selena al otro día … “Te entiendo Belén. Yo pienso lo mismo. De nada nos sirve lo que le pase a esa mujer. Nada de lo que suceda con ella y con cualquier otro nos cambiará la vida ni nos traerá a nuestra Selena …Yo sólo quiero ver si todo esto es cierto … Yo sólo quiero saber qué será de nosotros mañana cuando sepamos que Selena sólo será un recuerdo … fotos y recuerdos … cada día al despertar…”. Belén miró con ternura y tristeza a esa chica que tenía su misma edad y ambas se abrazaron en silencio, con mucha fuerza y conteniendo el llanto. Belén aprendió ese día lo que significaba la muerte. Belén aprendió lo que es perder a alguien querido tan pronto … Ahora había que ser fuerte y rezar que todo eso fuera una pesadilla y que al otro día se encontraran con el fin de un largo sueño, de un sueño que las sacara de esa locura y calvario… Cuando Belén despertó se encontró con que nada de lo que estaba viviendo era un sueño y que todo seguía siendo un calvario y una locura. Salió del tren llevada de la mano por Cristina sin saber qué estaba haciendo y por qué. Sobre sus ojos le retumbaban el sol, el sonido de la gente llorando y gritando, muchedumbres yendo de un lugar a otro, empujones, más gritos y desesperación. Belén avanzaba porque la llevaban pero estaba aturdida, pero en ningún momento se resistió. Nada de lo devastador de la escena la hacía desistir de lo hecho o de interrumpir el paso. Muy por el contrario, Belén sólo seguía porque quería ver a Selena, o al menos estar cerca. Quería al menos decirle que la perdonara, que la disculpara por ser cobarde, perezosa y no saber lo que ella necesitaba de la gente y de ella misma. Quería disculparse por no retribuirle el mismo Amor que le profesaba Selena a todos sus fans, de no tomar su ejemplo para ser como ella y aducir estar cansada para evitar un saludo, un llamado a lo lejos, una simple pregunta de si estaba todo bien y seguir adelante si Selena daba una señal en positivo y la acompañaba con sus expresiones. Belén quería disculparse con Selena por no haberse dado cuenta de que ella no sólo era un artista, sino que era una persona, una simple persona con sentimientos, con certezas, con dudas, con alegrías, con broncas, con ambiciones, con tristeza. Belén se sentía enormemente culpable porque si había algo que Selena había exteriorizado bien era su espontaneidad, su forma de ser, lo lindo que era como persona y no sólo como artista, que justamente si había algo que la caracterizaba era que ella se mostraba en cada concierto, en cada entrevista, en cada encuentro con sus fans tal cual era y eso era una de sus grandes fórmulas del éxito. Había pocas artistas como Selena que se mostrara ante todos tal cual era y así ganarse la simpatía de todos. Por eso se apenaba Belén, porque Selena se brindó a todos como artista, como persona, como mujer y parece que pocos se dieron cuenta de ello. Se valoró más a la artista y no se tuvo en cuenta que Selena pedía a gritos que la quisieran, que le manifestaran Amor, que la escucharan, que la entendieran, que la acompañaran, que se dieran cuenta de qué había detrás de la gran artista, del mismo modo que ella se daba cuenta de lo que sentían, vivían y padecían sus fans. “Si Selena siempre se mostró como uno más de nosotros, ¿por qué no nos dimos cuenta de que ella quería que la consideraran del mismo modo ella lo hacía con los demás?”, se preguntaba Belén, aun sabiendo que Selena siempre recibió toda clase de muestras de Amor, pero tal vez pocos indagaron por lo que ella pasaba, por lo que sucedía en su mente y en su corazón … Belén despertó, aun cuando tenía los ojos bien abiertos, y se encontró con que estaba en un bus. Cuando miró desesperadamente para algún lugar que le sirviera de referencia, Cristina la tomó del brazo y le dijo: “Vamos a donde está Selena … No sé si entraremos. Veremos qué puede pasar…”. Belén vivió ese último tramo con un nudo en el estómago, la vista que le devolvía imágenes con resplandor que la enceguecían y le daban un tremendo dolor de cabeza … Cuando llegó al lugar, Belén se sorprendió de la impresionante cantidad de personas que esperaban entrar para ver a Selena. Todo era caótico. Las personas exteriorizaban su Amor y su dolor de innumerables maneras. Belén podía ver a mujeres lisiadas empujadas en sus sillas de ruedas por sus parientes a los alaridos de dolor y de desesperación, caravanas de autos que estaban pintados con el nombre de Selena o cubiertos con sus fotos, y una enorme cola para ingresar al lugar y despedirse de Selena. Tuvieron que esperar horas para poder llegar a la fila y para ordenarse lo suficientemente bien como para que los dejaran entrar. Cuando se dio la conformidad para que la gente empezara a iniciar una caravana de despedida, muchos comenzaron a quejarse porque no se exhibiría a Selena. El cajón permanecería cerrado. En un principio a Belén no le molestó pues no estaba en sus planes precisamente ver a Selena en esa situación. Ella sólo quería despedirse y disculparse … Pero pronto circuló un plan que la inquietó: comenzó a decirse que Selena en realidad no estaba allí, que todo era una mentira, que todo era una farsa publicitaria vaya a saber con qué intenciones … Belén miró a Cristina con cara de asombro como diciéndole si eso era posible. Cristina se encogió de hombros, y se quedó mirando a las personas que gritaban y denunciaban a los Quintanilla de esta maniobra. Belén no podía creer que fuera cierto, pero deseó como nunca que esa farsa fuera verdad. Nada deseaba más Belén que ver a Selena a su lado, viva y sonriente a la vez. No importaba si era una farsa, no importaba si todo era pura especulación … Ya Selena les explicaría todo y ella sería feliz, como todo el mundo … La situación se había puesto muy pesada y muchos dijeron que no volverían a sus casas hasta certificar que Selena estuviera allí. Belén se alarmó. Ella no quería ver eso y menos aún confirmar esa posibilidad. De pronto, Cristina, muy compungida, le dijo: “No quiero que te hagas ilusiones, Belén. Mucha gente está como nosotros, desconsolada. Yo no creo en lo que denuncian, pero entiendo por qué lo hacen … Tienen nuestro mismo dolor … Y nadie quiere aceptar la realidad … hasta que no le queden otra que verla …Yo ya no sé si quiero ser partícipe de ello ... ¿Por qué no mejor verla así a cajón cerrado y listo? Tal vez sea mejor no verla si las cosas son así … Tal vez…”. Belén le hizo un gesto con el dedo en la boca para que callara y dejara escuchar lo que decían hasta que llegó alguien de seguridad que les dijo que, dada la sospecha que se había generado dirigida a la familia Quintanilla por no querer exhibir a Selena ante el público, el señor Quintanilla había decidido abrir el cajón para que la gente se diera cuenta de que todo era cierto y de que nada tenían que ocultar. Además, les manifestó que la Familia Quintanilla entendía el dolor y la consternación de la gente, y que sólo pedían que entendieran su dolor y su estupor. Por eso rogaba que volvieran a sus casas una vez que hayan visto a Selena y poder así elaborar el dolor con tranquilidad. Muchos celebraron la medida y se dispusieron a formar fila para ver y despedir a Selena. Belén se quedó petrificada. Cristina con lágrimas en los ojos la tomó del brazo y le dijo: “Vámonos, Belén. Es mejor llorarla en nuestras casas o camino a ellas. No tiene sentido seguir aquí. Yo no quiero verla en ese estado. Vine para despedirme y para cerciorarme de todo. Apenas podía despedirme viendo el cajón cerrado. Pero ya no lo necesito. Ya no deseo ver más. Esto para mí es tremendamente doloroso … Vamos, Belén. Salgamos de aquí. Ya pronto cerrarán el lugar y tal vez sigan mañana. En todo caso, volvamos si nos arrepentimos” … Belén, una vez más, se dejó llevar por Cristina, pero algo se le había pasado por su mente, algo se le había ocurrido hacer esa noche, algo que no sabrían ni Cristina, ni la gente del lugar, ni los mismísimos Quintanilla … Belén tenía ganas de decirle algo a Selena … a solas. Sólo debía tener valor y no decírselo a nadie, absolutamente a nadie … Belén se fue del lugar con Cristina a un lugar en el que estaban acampando otros fans y dormir un ratito. Cuando llegaron y encontraron un lugar, ambas se dispusieron a descansar aunque sea un poquito. Belén estuvo un largo rato mirando el cielo con lágrimas en los ojos hasta que notó que Cristina se había dormido … Había llegado el momento para Belén … Ése era el momento para encontrarse con Selena a solas… Belén espero un buen rato, el suficiente como para cerciorarse de que se habían dormido todos … o casi todos … Estuvo largo tiempo mirando la luna y Belén seguía llorando en silencio … Sabía que nada sería igual, que todo sería distinto luego de esa noche, que luego de la experiencia sufrida en esos días y en lo que viviría en breve sabría que ya era lo suficientemente adulta como para encarar los vaivenes de la vida. Nunca pensó que haría lo que iba a hacer … Ya era raro lo que estaba haciendo … Nunca quiso ir a ningún velatorio de nadie, ni de sus familiares ni de sus amigos. Le parecía no sólo triste sino inútil …¿Qué podía hacer allí en el medio de tanta gente llorando y de tantos familiares o amigos que sólo se juntaban para esa ocasión? Dolor de los que lloraban con sinceridad junto con los que acompañaban sólo de compromiso … Belén no quiso nunca estar allí … Prefería quedarse con el recuerdo de la persona que partió … bueno o malo, pero no verla inerte en el medio de gente que lloraba inútilmente. Más de una vez evitó ir a esos lugares con cualquier pretexto, con excusas inverosímiles … Pero esta vez era distinto … Se trataba de Selena … Y ella se quería despedir … a solas. No tenía miedo. Tenía dolor. Dolor de la certeza, dolor del mañana, de un día más sin Selena. Lo más lógico era huir de allí y quedarse con “fotos y recuerdos”. Quizá tenía razón Cristina. En un punto el espectáculo que se había armado para entrar a ver a Selena se había hecho inverosímil y patético. ¿Por qué uno se iría tranquilo a su casa después de ver a Selena en una situación en la que nadie la había visto, con una imagen que Selena nunca quiso y nunca imaginó que podía dar? Belén coincidía en un punto con Cristina … Ella no quería participar de ese encuentro y en esas condiciones. Lo hacía todo más doloroso y más horroroso, máxime cuando se enteró de que había fotógrafos y camarógrafos listos para sacar la foto “exclusiva” de Selena una vez abierto el cajón … Pero Belén sentía que tenía que estar, no en esa situación, sino en otra … Cuando notó que sólo se escuchaban a los grillos, se incorporó y adelantó su paso hacia donde estaba Selena … Vaya uno a saber si fue por inconsciencia, o porque pocos estaban cuidando el lugar pues daban por descontado que nadie entraría allí, pero lo cierto es que Belén avanzó sin prisa pero sin pausa hacia el lugar. Fue tomando atajos, caminos estrechos, atravesando arbustos y libustrinas sin que nadie, absolutamente nadie se le interpusiera en el camino. De pronto se encontró con un edificio en el que unos hombres cuidaban la puerta principal del lugar. Belén supuso que Selena estaba allí. Se dirigió al extremo opuesto del edificio hasta que vio casi a ras del piso una pequeña ventana. Se arrastró hasta allí y se dispuso a empujar la ventana para entrar al lugar. Notó que esa ventana estaba casi adherida al suelo, por lo que había que golpear duramente para ingresar, casi romper el vidrio, pero Belén temía hacer eso, por temor a ser descubierta por alguien. En vez de la fuerza usó sus mañas, por lo que movió varias veces la palanca de la ventana a uno y otro lado, y cuando pensaba que la tenía casi disponible le pegaba un pequeño golpe para que cediera. Al tercer intento, y para su asombro, Belén logró doblegar la puerta e ingresó cuidadosamente, ya que esa ventana estaba en lo alto de la habitación en la que se encontraba, por lo que tuvo que bajar lenta pero cuidadosamente por una pequeña escalera caracol para llegar al suelo. Cuando logró su cometido Belén sintió satisfacción pero miedo, miedo a lo que se iba a encontrar, miedo a lo que estaba buscando. Recorrió unos cuantos metros hasta que dio con unas escaleras grandes que la conducirían al cuerpo principal del edificio. Mientras subía por las escaleras en forma continua pero pesada, Belén tomó del bolsillo de su pantalón el autógrafo que le había dado Selena dos años atrás y lo sostuvo con las dos manos a la altura de su pecho. Así siguió su camino hasta que dio con la puerta de entrada. Puso su autógrafo en la mano izquierda mientras que con la derecha abrió lentamente la puerta. Ingresó casi sin mirar, observando un punto lejano en el techo hasta que bajó la vista y la vio … Pegó un grito pequeño, desgarrador mientras soltaba el autógrafo con el aire y se daba vuelta instantáneamente. Belén quedó arrodillada al piso y estuvo largos minutos llorando sin parar y cuidando de que nadie la escuchara … No hay peor cosa que estar tan dolido y no poder expresar todo el sentimiento en carne viva que carcome el Alma … Belén empezó a juntar fuerzas para parar de llorar. No era ése el momento. Apenas había asimilado la situación. Ya sabía que era cierto. Pero ella no estaba allí por ese tema. Por eso se reincorporó y se dio vuelta. La miró con la mejor de las sonrisas y con lágrimas en los ojos le dijo: “Hola, mi Selena. Soy yo … ¿Te acuerdas? Soy yo, Belén. La que te regaló aquella remera a rayas ¿Te acuerdas de mí? ¿Te acuerdas que me prometiste que la ibas a usar? Me puso contenta de que lo hayas hecho … ¿Sabes Selena? Yo … Yo vine a pedirte disculpas … Tal vez estés enojada conmigo … Lo puedo notar en tu rostro serio … Es que te fui a ver en Chicago y no te fui a saludar. Creí que no me necesitarías. Creí que no te acordarías. No tuve ganas de darme cuenta de cómo estaban las cosas realmente… Tal vez si lo hubiese hecho me hubiese dado cuenta de todo … Y te hubiese salvado … Me hubiese salvado … Tal vez no sea digna de tener esto. ¿Sabes lo que tengo? Tu autógrafo, ése que me diste a cambio de la remera, ése en el que me decías que me llevarías siempre en tu corazón y que esperabas que yo también te tuviera en el mío … Yo te tengo en mi corazón, pero eso lo sé ahora … cuando estás aquí pero ya no estás entre nosotros … Lo debí haber sabido entonces en aquel concierto de Chicago … Sí, ya sé, me dirás que sabes que te tenía en mi corazón esa noche, que incluso me habías visto y hasta saludado, que yo no me había dado cuenta, pero que tú lo habías hecho … Pero no, Selena … No estuve a la altura de las circunstancias … No estuve a la altura de tu Amor … Por eso quiero que conserves tu autógrafo. Al menos quiero que te lleves algo que sólo a ti pertenece”. Belén enmudeció y se fue acercando poco a poco a donde estaba Selena … Trató de no pensar la dimensión de las cosas, la certificación de lo que estaba viendo. Trataba de no mirar su cara, por lo que enfocó su vista en el vestido que llevaba puesto y notó con dolor que era el que había usado en los Tejano Music Awards de hacía tan sólo un mes y medio atrás … Belén se detuvo y recordó lo tierna que lucía Selena ese día con su peinado, su vestido y su encantadora sonrisa. Selena estaba contenta por todos los premios y porque cada vez recibía más reconocimiento y Amor de su gente. Selena lucía tan linda, tan vivaz, tan alegre, tan agradecida … Y ahora Selena era eso que veía, sólo eso … Belén se permitió ver a Selena en la cara … Su propia cara comenzó a transformarse, el dolor volvió a envolverle su cuerpo hasta casi hacerlo estallar y Belén no pudo contenerse. Corrió hacia ella y la abrazó bien, bien fuerte. Creía que la iba a sentir fría, pero no fue así. Sintió que latía, sintió que aún lloraba y sufría como ella … “¿Por qué, Selena, por qué te fuiste, por qué no nos avisaste, por qué no nos dijiste nada? ¡¡Por favor, por favor, vuelve, vuelve a vivir!! ¡¡Hay un mundo que está llorando por ti allí afuera!! ¿Los dejarás que lloren? ¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres una vida para seguir? ¡¡Aquí estoy!! ¡¡Dile al Señor que me lleve a mí y ruégale regresar!! Selena, ¡¡sé feliz y haz feliz a la gente!! ¡¡Jamás aceptaré tu partida!! ¡¡Antes quiero estar muerta!! Por favor, Selena, perdóname, perdóname si te fallé, ¡¡pero vuelve, vuelve a mí, te lo ruego, te lo ruego, por favor!!”, lo imploró Belén mientras se quedó sin consuelo llorando sobre el cuerpo de Selena. De pronto unos guardias entraron alarmados y fueron a por ella. Belén ni se inmutó. Ya no le importaba lo que hicieran con ella … Ya no le importaba nada. Los hombres la tomaron con cuidado pero con firmeza y estaban por entregarla a las autoridades hasta que de pronto apareció el Señor Quintanilla y los detuvo: “¡¡No!! ¡¡No lo hagan!! ¡¡Yo vi todo!! Ella no quiso hacerle daño a mi hija … El daño se lo hicieron antes … Les pido que la suelten … Yo me hago responsable…”. Los guardias un tanto sorprendidos la soltaron y Belén más sorprendida aún se quedó inmóvil. El señor Quintanilla tomó el autógrafo de Selena y se lo dio a Belén: “Toma, esto es tuyo. Y no te mortifiques más. Sabes que Selena nunca te culparía por lo que le ha pasado … Igual, te entiendo perfectamente. Yo también me siento culpable, yo también me siento responsable, yo también siento que no estuve a la altura de las circunstancias … Pero ya de nada sirve darme por vencido. Ahora me queda una tarea más difícil que nunca imaginé que iba a tener que hacer … Asimilar que mi hija se ha ido y hacer todo lo posible para que la recuerden con Amor y con respeto, como ella hubiese querido …¿Crees tú acaso que lo pueda hacer? ¿Crees que puedas ayudarme acaso en esta tarea?”, le dijo el padre de Selena mientras la miraba fijo a los ojos y acariciaba su cabeza tiernamente. Belén le dijo que sí bajando la cabeza en forma silenciosa. “Pues bien. Yo no te digo que no la llores pues yo lo vivo haciendo aunque no parezca … Pero tenemos mucho por hacer y de nada servirá que terminemos a los llantos sin hacer nada y lamentándonos. Quiero que nos mostremos enteros ante todos para mostrarles que por el recuerdo de Selena haremos todo lo que esté a nuestro alcance aunque las fuerzas flaqueen ¿De acuerdo?”. Belén volvió a asentir en silencio. “Entonces sólo te pido que me acompañes en este esfuerzo. Yo entiendo tu dolor. Por eso cuando te vi llorando ante Selena diciendo que te sentías culpable no quise interrumpirte. Era mejor para ti que expresaras todo lo que sentías por ella. Sabía que no habías venido a hacerle daño. Podría regañarte, podría pedir que te detengan por entrar a este lugar de ese modo, pero tu causa era noble. Ahora debes marcharte. Supongo que lo entenderás … Sólo nos queda muy poquito tiempo para despedirnos de ella … sólo la Familia … Si quieres puedes volver pero con el público en general para despedirte a la distancia, pero nada más. ¿Pero sabes qué es lo más importante que hagas? Que difundas su obra, que la recuerdes como artista y como persona … Por eso lo primero que tienes que hacer es conservar este autógrafo. Ésta es una muestra cabal de lo que era mi hija…”. Belén se sentía en falta y por eso no hablaba. Sentía que el señor Quintanilla tenía razón en todo y así ella no sentía que no podía decir más nada. Por eso sólo tomó el autógrafo y lo abrazó fuertemente, le dijo que lo sentía mucho y que haría lo que él le pidió. Mientras abrazaba al padre de Selena pudo ver que debajo de sus infaltables anteojos se le caían unas grandes lágrimas. Se apartó de él en silencio, como respetándole su deseo y su sentir, y salió para la puerta. Antes de abrirla, el señor Quintanilla le volvió a insistir: “Recuérdalo, niña, recuérdalo bien. Si la quieres a Selena sólo haz algo por su recuerdo todos los días. Ella te sonreirá, donde quiera que esté…”. Belén le dio un largo beso, le sonrió mientras bajaba la vista y se fue una vez que el padre de Selena le abrió la puerta. Una vez afuera fue hacia la fila de gente y se encontró con una Cristina nerviosísima corriendo de un lado a otro hasta que la vio a Belén venir y abrió bien grande los ojos. “¿Pero dónde te habías metido, Belén? Creí que te habías escapado pero alguien me dijo que todavía estabas por aquí…”. Belén dio cuenta de que ni aún creyendo que uno se va de un lado con el mayor de los sigilos quiere decir que no haya al menos dos ojos observando sus movimientos. Pero en ese momento a ella nada le importó y sólo abrazó a Cristina en silencio mientras miraba a lo lejos con profunda tristeza y paz. “¿Qué? ¿Has visto a Selena?”, le preguntó Cristina con voz bien bajita. Belén asintió en silencio. “Sí, la tenía que ver. Fue muy duro y terrible. Luego te contaré más o bien sólo lo que quieres que te cuente … Si tú quieres ver a Selena, ve con los demás, que yo te espero. Por mí ya no hay problema”, le dijo a Cristina. Pero ella se negó rotundamente. “Ya te dije que así no la veré. No podré soportarlo…”. Belén le iba a insistir pero entendió su sentir. Cada uno debe hacer lo que mejor le parezca y lo que expresen sus sentimientos más genuinos. De hecho, ella nunca hubiese hecho lo que hizo pero en este caso su corazón le dictó que fuera así. Aun así quería que su amiga del tren se quedara con algo de Selena: “Toma, Cristina. Éste es un autógrafo que me había dado Selena hace dos años. Pensé en devolvérselo hace un instante, pero al padre de Selena no le pareció apropiado. No necesito conservarlo. Tengo que hacer en todo caso lo que dice en ese papel. Pero el autógrafo ... Quiero que al menos te lleves de aquí la mejor impresión de Selena…”. Cristina la abrazó y ambas lloraron en silencio. Ya no había motivos para gritos histéricos. El futuro había llegado y había que asumirlo, aunque nunca, nunca se pudiera olvidar a Selena, aunque se la llorara siempre, aunque se la esperara todos los días. Ambas se fueron abrazadas del lugar. Era hora de regresar a casa. Era hora de asumir la vida sin Selena... De pronto Belén se estremeció. Vio a su padre venir hacia ella. Pensó en lo que había pasado al venir para aquí e intuyó lo peor. Estaba petrificada, pero, para su sorpresa, su padre se detuvo ante ella y le dijo: “Vine hasta aquí sólo para disculparme de ti. No fuimos en la familia considerados contigo en todo este tiempo y menos con tu admiración a Selena … Tuvo que pasar esto para darnos cuenta ... Quiero que sepas que las puertas de tu casa siempre estarán abiertas y que esperamos que vuelvas cuando termines de despedir a Selena…”. Belén recibió el abrazo y el beso de su padre que siempre esperó y no pudo dejar de quedarse emocionada .... Esto también era obra de Selena .... Belén le dijo solemnemente que era hora de regresar y le pidió si podían llevar a su amiga Cristina que vivía en un pueblo bien cercano a ellos. Su padre aceptó gustoso y Belén se dispuso a partir. Cuando estaba por subir al auto, Belén se detuvo por un instante y miró alrededor. Quiso registrar muy bien en su mente y en su corazón lo que estaba viendo y viviendo. Sentía que un viento frío le cortaba la cara en un cielo totalmente gris y la sensación que sentía era la más absoluta y genuina representación que le provocaban este nuevo tiempo, un corazón roto, una vida que se va, millones de personas que lloran. Belén vio todo y se dispuso a recorrer el camino más duro del duelo, pero sin quedarse quieta llorando ... Cuando ya se iban escuchó Belén que alguien la llamaba a los gritos: “¡¡Belén, Belén!! ¡¡Aún no te vayas!! ¡¡Tengo algo para ti!!”. Belén no lo podía creer …. ¡¡Era A.B!! “Pero A.B. …¿Qué haces aquí? ¿Y cómo me has reconocido? ¿Cómo es que…” ... “No digas nada” -la interrumpió A.B.- “Antes que nada, ¡¡no se lo digas a mi padre!! … Yo te vi hace un ratito cuando le hablabas a Selena. De pronto apareció mi padre e iba a sacarte de allí … Yo le hice entender que no te molestara, que escuchara lo que decía, que iba a entender por qué. Como mi padre comenzó a llorar, le propuse que cuando se animara se dispusiese a contar lo que sentía en ese momento … Luego vinieron los guardias y él se encargó del resto … Yo sólo vine a dejarte unos fotos de Selena … que se iban a usar en el disco que estaba haciendo Selena en inglés ... Consérvalas tú ... Sé que estará en buenas manos. Sé que tú las cuidarás, porque me di cuenta de cómo quieres a mi hermana…”, le confesó A.B. mirándola con una sonrisa que era una mueca de su profunda tristeza … Belén pudo ver unas hermosísimas fotos de Selena con su pelo largo suelto con flequillo y su aire sensual expresadas en su mano llevada a su cuello. Belén se imaginó lo que pudo haber sido pero que ya no sería … Vio en aquellas fotos lo que Selena se había convertido y en lo que sería sin duda. Casi sin dejar de mirar las fotos se abalanzó sobre A.B. y sólo pudo llorar bien, bien fuerte. Mientras lo abrazaba podía sentir la enorme tristeza de su hermano que aún no podía entender lo que había pasado y que seguramente nunca lo entendería jamás … “Cuídate, sólo cuídate … Y gracias por haberme escuchado…”, le dijo tiernamente Belén mientras A.B. le daba un enorme beso y se iba despaciosamente saludando al aire para darse vuelta y salir casi corriendo del lugar … Belén le dio la orden a su padre y se quedó mirando a sus espaldas junto con Cristina cómo se alejaba de todos y de todo … Cómo se iba una etapa y venía otra. Se habían ido los tiempos felices. Ahora era la época de la tristeza y del dolor, de ser fuertes y de no resignarse, de pelearla hasta el final aunque esté todo perdido. Pero a pesar de tantos reveses y sinsabores, Belén prefería quedarse resistiendo el paso del tiempo y el dolor. Al menos estaría cerca de Selena o sentiría que ella se encuentra al lado suyo observándola. Nunca volvió a ser feliz, pero Belén siempre guardó una sonrisa, una sonrisa por si Selena volvía, una sonrisa para cuando Selena le agradeciera por llevarla siempre dentro de su corazón… (Nunca se podrá asimilar la partida de Selena … Nunca … Ni el paso del tiempo, ni el olvido ni el aferrarse a los recuerdos bonitos, porque lo que dejó Selena en los corazones que ella marcó para siempre nunca podrá borrarse ni olvidarse. Por eso no hay resignación ni aceptación posible … Sólo hay luchar, trabajar, dar lo mejor de sí para que su estrella nunca se apague … En definitiva, hay que ser como Selena a la hora de estar a la altura de las circunstancias, a la hora de saber querer a un ser tan maravilloso como Selena…) Por eso siempre te lloro, Selena … Pero también te recuerdo para que esas lágrimas tengan una sonrisa al final de cada día, cuando uno esté satisfecho por el deber cumplido y el Amor entregado para que tú puedas sonreír sabiendo que nadie se ha olvidado de ti, que todos te recuerdan pues es imposible olvidar a una artista única, a una mujer irrepetible, a un ser distinto que Dios sólo nos dejó ver un ratito para demostrarnos su existencia… Te recuerda con Amor… Sergio Ernesto Rodríguez (Buenos Aires, Argentina)

No quiero irme sin decirte lo que siento, Selena…

Hace diez años que ha pasado todo … Lo puedo certificar ahora que veo semejante concierto en homenaje a esa extraordinaria artista … Lo puedo ver cuando mi contrincante en aquel famoso juicio, el Fiscal Carlos Valdez, acaba de sacar un libro narrando aspectos controversiales de aquel juicio a mi defendida … ¡¡Qué lejos ha quedado todo!! … ¡¡Qué tan cerca uno ha quedado de ciertas cosas!! Sé que no me falta mucho para que me llegue la hora y necesito aunque más no sea escribir algo para contribuir a reparar en algo el tanto daño que se le ha hecho a Selena … ¡¡Qué crueles somos los abogados!! Decimos defender la verdad y afirmamos que venimos a hacer justicia … Y muchas veces no hacemos eso … Sí, me dirán que cómo decimos eso, que cómo un hombre tan prestigioso del área de justicia puede decir que los abogados somos despiadados ... Es que cuando uno le va tomando el gustito a la profesión, cuando el prestigio nos lleva a querer ganar casos más que ser ecuánimes, cuando la devoción por armar la estrategia para convencer a un jurado nos convierte en virtuales actores, allí perdemos el camino que nos llevó a esta profesión. Y el prestigio … el prestigio es utilizado por muchos para ser usados en casos difíciles, en los que las posibilidades de ganar son pocas o nulas. El prestigio, el buen nombre, el honor, ¿para qué están?, ¿para qué sirven?, ¿al servicio de qué se encuentra? Conforme fui ganando casos, fui haciéndome de un nombre que servía para ser nombrado cuando había que defender alguien importante o resolver casos indefendibes … Pasé a ser eso. Una especie de “curaenfermos”, “manosanta” o evangelista. Me llamaban para eso. La verdad no importaba, la justicia tampoco. Había que ir a salvar alguien, había que salvaguardar algo, había que proteger al sistema … De eso se trató cuando me asignaron el caso de esa mujer que mató a Selena. Permítanme que casi no la nombre o, como mucho, que diga su apellido, pero es que lo que vi y viví durante el juicio y lo que pude apreciar de esa mujer en sus declaraciones luego de la condena y aun hoy fue muy difícil de asimilar y de entender. Vivimos una época muy particular en la que más que nunca había que guardar las formas y las apariencias. Los Estados Unidos habían sido sacudidos por el caso O.J. Simpson y más aún zamarreados en la resolución del caso. Por más que se tratara de uno de los más afamados y queridos ídolos del fútbol americano, todos estaban convencidos de su culpabilidad, y si debía ser exonerado debía ser con argumentos convincentes, sólidos y creíbles … Nada de eso pasó y todo fue un escándalo. Nadie se salvó, pero a muchos no les importaba si eso les pasaba con tal de que no hubiera una gran y justa condena … Empezando por el mismísimo O.J. … Lo cierto es que la Justicia quedó en la mira de todos y ningún Estado del país se salvó. Cuando se supo de lo que había sucedido con Selena, todos temieron que una vez más los que íbamos a administrar justicia les fallaríamos otra vez. Ya se hablaba de “El Caso O:J. Simpson 2”. El Estado de Texas miraba con preocupación lo que estaba pasando y lo que iba a suceder en el futuro. De pronto se encontraron con que eran el centro de la atención y de que millones de hispanos depositaban sus ojos en ellos. Habían cometido una crueldad con Selena y tenían que hacer como que no lo sentían para dar un juicio que, a los ojos de todo Estados Unidos y alrededores, sonara como un proceso justo. Pero nosotros, los hombres de leyes, nos basábamos en ese viejo principio romano en el cual se decía que no sólo había que ser sino parecer … De pronto el Estado de Texas sentía un profundo dolor porque le habían arrebatado su más dilecta hija y no sólo debía actuar como si nada hubiese pasado sino que debía darle la mayor de las garantías para que la acusada tuviera la tranquilidad de que tuviera un “juicio justo”. Todos podían percibir que la magnitud del crimen y la impresionante fama de la víctima habían hecho que miles de cámaras estuvieran listas para transmitir todo lo que iba a ser el juicio a esa mujer, del mismo modo que estuvieron listas para tomar todas las imágenes que registraran la magnitud de un fenómeno que todos lo veían pero que recién tomaron conciencia cuando ya no tenían a Selena entre ellos. De pronto todos los implicados pasaban a ser el centro de este nuevo escenario .... Jueces, periodistas, cronistas, la acusada, la familia de Selena, la familia de esa mujer pasaban a tener el papel preponderante en esta triste historia. En ese contexto me asignaron la misión de defender a esa mujer, y esa elección, claro está, no fue fruto de la casualidad. Desde el más alto rango del Estado de Texas del gobierno mismo de los Estados Unidos había surgido la orden de que debían dar las garantías y las imágenes de que todo sería justo e imparcial, de que nadie se dejaría llevar por el pedido furioso de los fans de Selena de que debían sentenciar a esa mujer ya mismo… No … Había que dar la mejor impresión desde el vamos y con esa finalidad me asignaron el papel de la defensa … ¿Qué mejor muestra de transparencia que poner a uno de los mejores abogados de Texas, según ellos, en la defensa de esa mujer? Yo acepté el reto, pero como pensaba en ese momento, lo viví como un desafío, como una prueba más que debía sortear para seguir con buena reputación. De ningún modo pensé en Selena, aunque la admiraba como todos los texanos, aunque más distantemente. Sólo debía avocarme en la defensa de la persona que la atacó y para ello debía abstraerme de lo que había sucedido … Gran error. Gran error que pagaría caro, muy caro. Después de tomar plena conciencia de cómo habían sucedido las cosas, lamenté no haber apreciado esa flor que se había marchitado tan pronto y que nos había dejado semejante legado para apreciar y aprender. Sé que no tenía muchas alternativas, pero no hubiese podido con mi conciencia si dejara este mundo sin admitir que estaba defendiendo un monstruo que se había llevado un ser de luz que sólo daba alegría y un ejemplo de vida. Nada más terrible que ver en un caso en qué nos convertimos muchos abogados, más allá de nuestro prestigio: en meros empleados que deben tener viveza y la mejor estrategia para ganar al “enemigo”, que es la otra parte. Y cuanto más se gana, mejor. Dejamos de velar por la justicia, dejamos de ser ecuánimes. Nos olvidamos de lo que perdimos para evitar comentarios insidiosos. Estaba más que claro que no debíamos ser como los fans de Selena, que no debíamos dejar de influirnos, ni por su sentir ni por sus pedidos. También teníamos más que claro que más allá de nuestros preconceptos, prejuzgamientos y pensamientos, todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario y que todos tenemos derecho a una defensa. Todo eso era cierto … Tan cierto que no nos podíamos abstraer de quién fue la víctima y de lo que representaba. Y no se trataba de dejarnos llevar por el contexto de lo que sucedía en las calles o en los Tribunales, o de ver y apreciar de lo que significaba Selena ... No ... Simplemente se trataba de ver que, más allá de los argumentos y de los vericuetos legales, le habían quitado todo a una mujer de 23, casi 24 años, con todo por hacer, con tanto logrado y con un porvenir brillante. Se trataba de una mujer talentosa y muy querida. Y ese reconocimiento y ese Amor se expresaban afuera de los Tribunales. Podíamos prescindir de lo que pedían, podíamos hacerles ver que no se trataba de que ellos ejercieran un poder que no les correspondía … Pero era imposible no darse cuenta de lo que les dolía a todos. Yo tarde lo admití, cuando sé que ya no me queda mucho tiempo … Con el tiempo me di cuenta de que el don y la bondad de Selena estaban por encima de todos nosotros, y que eso perduraría para todos y no nuestra “fama” circunstancial … ¡¡Qué tontos fuimos. Qué tontos fueron tantos!! Por esas épocas jueces, periodistas, deportistas y analistas firmábamos autógrafos y nos creíamos reyes porque todas las cámaras y todos los micrófonos se dirigían a nosotros ... ¡¡Qué tontos fuimos!! … Si todos los medios estaban allí, si toda la gente estaba allí no era por ninguno de nosotros. Si todos estaban allí, era por Selena. Se podía respirar su presencia, se podía respirar su ausencia. Aún costaba creer que pocos meses antes había dado su tercer concierto memorable en el Houston Astrodome, y menos se podía creer que no lo iba a poder dar nuevamente en febrero de 1996 … La gente estaba allí por Selena. La gente estaba allí pues aún no podía aceptar su ausencia … Aún en este 2005, a diez años de su ausencia se sigue sin poderlo creer. Lo vi y lo sentí en ese homenaje que se le hiciera hace muy poquito. Lo vi y lo sentí en ese libro de mi colega y de mi contrincante en aquel juicio. Ellos sólo querían ver que al menos la asesina tuviera un castigo justo. Nosotros sólo queríamos quedar con la imagen de un juicio justo. En aquel juicio bochornoso, la figura era sin duda O.J. y estaba presente en el estrado. En este juicio la figura principal estaba ausente y era la víctima. Y mientras la gente lo recordaba siempre, nosotros estábamos en nuestro mundo, en un mundo en el que nos creíamos amos y señores. El tiempo se encargó de decirnos quién era la figura principal de esta historia y quiénes sólo participábamos como personajes secundarios. Si yo hubiese actuado a la altura de las circunstancias, me hubiese apartado de mi rol de defensa y hubiese cometido un acto más de justicia en honor y reconocimiento a esa gran artista que fue Selena… Cuando fui a entrevistar a esa mujer, quedé pasmado. Fui como para conversar con alguien que podría venírseme encima en cuanto me viera para rogarme que la sacara de ese lugar en el que ella no tenía que estar pues nada había hecho … Estaba preparado para tener esa escena y hasta me había armado mi propia estrategia para llevarlo adelante y sacar la mayor información posible que me permitiera elaborar mi mejor defensa … Pero lo que hallé fue algo tremendamente distinto de lo que me imaginaba … Me encontré con un ser frío y calculador, que sabía no sólo muy bien lo que había hecho y que no estaba arrepentida para nada. Y más aún, conforme avanzamos en nuestra conversación, ella me fue diciendo, explicando, admitiendo, y más aún confesando sin ningún tapujo, que ella lo había planificado todo, que no iba a permitir que el padre de Selena se quedara con la suya, que la dejara de lado, que la apartara de Selena, que lo hizo porque ella no le dejó alternativa, que lo tuvo que hacer cuando todos sus intentos por defenderla de los “ataques” de su padre fueron en vano. Me dijo que hasta último momento había hecho muchos intentos de hablar con Selena para que ella “recapacitara” y se pusiera de su lado, pero como ella le decía que no, y fue terminante aquel 31 de marzo, decidió hacerlo como el mejor castigo que podría recibir su padre. Me dijo sin ningún problema y sin ninguna vergüenza que Selena no iba a seguir sin ella, que ella había dado todo por su éxito y que de ninguna manera permitiría que pasearan su fama sin ella. Y me dijo terminante: “Por eso doctor lo hice y lo planifiqué todo. Me basé en un capítulo de Columbo, uno que llegué a ver paradógicamente con el Señor Quintanilla, que era fanático de la serie, y que creo que fue el primero de la primera temporada. Desde unos días antes del 31 de marzo le pedía que viniera sola, así le explicaría ‘le verdad’ de lo que estaba pasando. Me costó convencerla. A ella no le gustaba reunirse a solas y a escondidas de su familia. Sentía que los estaba engañando y eso no lo soportaba ... Pobre, Selena ... Yo no era como ella ... Como mucho el día anterior, el 30, había venido con su esposo y lo hizo esperar en la puerta de mi habitación del motel Days Inn mientras hablábamos. Pero yo insistí en vernos a solas. Discutimos. Ella se fue enojada. Yo la llamé varias veces por el beeper insistiéndole en que volviera. Casi lo logro, pero Chris intervino y hasta habló conmigo para que no insistiera y dejara todo para el otro día ... Pobrecitos ... Nadie sospechaba nada. Sabía que iba a venir. Allí elaboré el plan. Haría una coartada perfecta. Yo insistiría en que me habían querido violar y que necesitaba que me acompañara al hospital. Yo no iba a dejar que me revisaran pues mi plan podría frustrarse. Como verá, doctor, yo sé de leyes, como usted. Mi condición de enfermera me hizo saber que estando en Corpus Christi, diciendo que me quisieron violar en Monterrey y yo siendo oriunda de San Antonio, no habiendo denuncia sólo podían obligarme a la revisación en San Antonio o en Monterrey. No aquí, en Corpus Christi, si yo no quería. Pronto me dejarían salir y yo tendría una excelente coartada. Me habían visto con Selena acompañándome en el hospital ese día. Todos se preguntarían: ¿cómo querría hacerle daño si una estaba ayudando a otra a la vista de todos? Por eso, cuando volvimos, hice el último llamado de atención por si ella, de última, cambiaba de opinión. Como fue terminante y se disponía a marcharse, eché a rodar el plan. Le disparé. Pero surgió lo imprevisto. Ella, vaya a saber cómo, salió del lugar. Por un momento pensé que estaba todo perdido y, jugada por jugada, salí para terminar todo de una vez, ya que temí al pensar que había errado el disparo. Pero cuando fui tras ella, vi la sangre … Bajé el arma y dejé que se fuera. Todo estaba concluido. Era cuestión de tiempo. Pero tenía que enmendar lo que había fallado … Volví a mi habitación. Sabía que tenía poco tiempo para elaborar una nueva estrategia. Decidí seguir con el plan. Me fui al garaje del hotel en el que estaba mi camioneta. No me iba a escapar pues eso me pondría en culpable sin más. Opté por parapetarme amenazando con que me iba a matar y que había hecho algo terrible … Con la excusa de tener encendida la radio para comunicarme con los policías que trataban de disuadir en mi intento, esperaba escuchar la confirmación de la noticia. Cuando me enteré empecé a decir que todo fue un accidente y que la culpa la tenía el Señor Quintanilla. Era mi plan original, pero eso lo iba a hacer en mi habitación, previo gritar y llamar al 911. Mantuve la farsa del suicidio hasta que me aseguré de que atendieran mi pedido. Lo demás es historia conocida. Sólo espero que usted haga lo posible, hasta lo imposible, por sacarme de aquí inocente…”. Enseguida tomé papel y lápiz y me dispuse a escribir buena parte de sus “argumentaciones” para empezar a diagramar mi estrategia. Juro que si hubiese sido por mí le hubiese dicho que lo sentía mucho, que prefería abandonar el caso para que lo tome alguien más competente, pero no lo podía hacer, ya que había muchas presiones para que yo fuese la cara de la defensa justa, del juicio ejemplar, del castigo o inocencia inapelable. Si no hubiese ocurrido lo de O.J. Simpson muy poco antes, tal vez casi nadie hubiese reparado en el juicio. Pero el país estaba muy impactado por la resolución del caso del famoso y hasta allí querido futbolista, y lo que le había pasado a Selena ... Recién allí reparé en que el poder de los medios de comunicación era lo suficientemente fuerte como para que alguien de New York siguiese un acontecimiento de Texas o alguien de San Francisco se interesara en lo que estuviera pasando en Penssylvania. En el caso de O.J., al principio todo tenía sentido pues él era un ídolo mundial y todos querían saber qué había pasado realmente. Allí la gente comenzó a mirar la televisión para saber lo que pasaba hasta que un día todo el mundo se sentó en sus casas, en sus oficinas, en un bar, en un local de venta de electrodomésticos para ver la insólita huida de O.J. y la policía persiguiéndolo por detrás. Recuerdo que un amigo mexicano estaba como loco. Es que justo en Estados Unidos se estaba desarrollando el mundial de “soccer” y en nuestro país casi no se le dio atención. Para nosotros el verdadero fútbol era el que practicaba, paradógicamente, O.J. Lo que el mundo decía que era fútbol nosotros lo llamábamos despectivamente “soccer”. Lo cierto es que en el medio de un partido de ese mundial las televisoras del país que estaban transmitiendo uno de esos partidos cortó la transmisión para pasar a mostrar las imágenes de esa persecución policial a O.J. Simpson. Mi amigo seguía gritando y pidiendo que le devolvieran su partido, pero fue en vano. Desde ese día y hasta la resolución del juicio todos los medios hablaban de eso y estaban en todos lados. Por eso cuando se declaró la inocencia de O.J. se desató un escándalo. Todos parecían saber mucho más de lo que podría saber el jurado. Y la gente quedó muy mal luego de semejante cobertura. Por eso, cuando sucedió lo de Selena hubo una orden muy precisa para el juicio a mi defendida: que los medios sólo podían transmitir bien fuera del recinto y que el juicio no se debía hacer en Corpus Christi, pues era casi obvio que la gente de la cual mucha vio crecer a Selena la iba a querer linchar a esa mujer. Recuerdo que hubo muchas negociaciones hasta que se decidió que el juicio fuera en Houston, pues dentro de las ciudades importantes de Texas, ésta no tenía gran cantidad de hispanos … Era curioso … Todos tenían muy en claro que a Selena se la podía relacionar solamente con lo hispano, pero no era tan así. Era cierto que Selena había calado hondo en la comunidad latina de Estados Unidos, México y Centroamérica, pero muchos “gringos” habían reparado en ella y sus logros eran muy comentados. Era de hecho en esa época la artista latina más famosa de los Estados Unidos, junto con Luis Miguel …También los gringos sabían de que sacaría un disco en inglés y de sus interpretaciones en vivo de muchos temas tanto hispanos como de habla inglesa. Por eso no me sorprendió cuando luego de lo ocurrido a Selena la revista “People” sacara dos ediciones del número especial dedicado a su recuerdo y los agotara. Y que por ello se diera cuenta de que había un mundo latino que no se había tenido en cuenta y que Selena había abierto la puerta para que fuera al menos visto. A tal punto fue así que enseguida “People” sacó su revista “People en español” y fue un éxito. Pero muchos lo atribuyeron a la cantidad de latinos, todos fans de Selena, que lo habían comprado … Pero para mí no había sido así. Yo recuerdo que muchos anglosajones habían quedado muy shockeados por lo sucedido, un poco por el caso y otro porque tenían idea de quién era Selena. Yo estoy seguro de que muchos no latinos compraron alguna de esas dos ediciones de “People”. Selena se había convertido en una leyenda sin quererlo, sin imaginarse ni su final ni su destino. Pero la cuestión es que en esa época todos comenzaban a vivir algo que es muy corriente hoy día, que es estar conectados al instante con lo que pasa en todo el mundo. Lo podía ver por el seguimiento del caso de O.J. Lo viví por la repercusión de lo sucedido por Selena. Y encima este hecho unía ambos acontecimientos, y el caso viviría y sentiría las consecuencias. Y mientras se debatía en cómo encarar el juicio en función de que Estados Unidos vería con recelo cómo la Justicia resolvería y trataría el caso “Selena” y que no toleraría que se repitiera lo de O.J., un hecho nos mostraría cómo debíamos acostumbrarnos a las nuevas circunstancias. Cuando Texas estaba despidiendo a Selena, al famoso conductor de radio de Nueva York, Howard Stern, no se le ocurrió mejor idea que ridiculizar a Selena y hablar con mofa de los latinos y de los mexicanos. Sin duda alguna Howard Stern no reparó en que si él mismo a tres días de la partida de Selena se estaba ocupando de la muerte de una mujer tan lejana en su vida y de muchos neoyorquinos era porque todo el país estaba impactado por lo sucedido. Howard Stern lo vivió en carne propia cuando poco tiempo después una organización latina fue a pedirle explicaciones y a exigirle que pidiera disculpas. Y el rebelde conductor, seguramente por asesoramiento legal, no sólo tuvo que leer un comunicado pidiendo disculpas sino que lo tuvo que leer en español. Creo que Stern, tal como les había pasado a los editores de People, los sorprendió que lo que hacían en sus ciudades tuviera tanta repercusión en otras y que lo latino fuera tan fuerte e influyente en su país. De pronto por TV nos enterábamos de cosas que no nos hubiésemos imaginado antes. Yo mismo me quedé impactado cuando observé que caravanas de gente que provenían de lugares inimaginables venían para despedirse de Selena. Aquí en Texas todos la queríamos y le teníamos mucho aprecio, pero ni se nos ocurrió que tuviera tantos fans y que vinieran de tantos lugares impensados. Por eso muchos pensaron que lamentablemente Selena se hizo famosa por su trágico destino, pero no fue así. Por los medios nos enterábamos de ese fenómeno popular que había echado raíces hacía mucho tiempo, sólo que antes no estaba registrado. El espíritu latino estuvo presente desde mucho tiempo atrás, sólo que tuvo que venir alguien como Selena a representarlos como nadie y expresar sus sueños, sus anhelos, su obsesión por triunfar en la “tierra de las oportunidades”. Creo que recién después del 31 de marzo fuimos conscientes de muchas cosas, de que nos despertamos de otras, de que un mundo nuevo nacía. Y yo ahora estaba frente a esa mujer que me decía la peor de las barbaridades … Y encima se la veía tan tranquila y tan servicial no sólo conmigo sino con todo aquel que se le acercaba … Si no fuera por imposición y porque había que hacer buena letra yo no hubiese seguido. Tuve que hacer mucha fuerza para tomar éste como un caso más en el que sólo debía limitarme a hacer mi trabajo lo más decente y correctamente posible. De última no era más que otro caso: tuve que defender a gente peor y mirar para un costado más de una vez para no ver lo que podía perturbar mi conciencia y mi salud … Pero se trataba de Selena … Y conforme pasaban los días, y veía el Amor y el llanto de la gente, la difusión de su música, su figura puesta en cuanto lugar hubiera en todo Texas y en tantos lugares de Estados Unidos y de México, más me costaba mirar a esa mujer. Traté de fijarme en un objetivo, que era ensalzar su figura a pesar de lo ocurrido … Es cierto que eso lo debía hacer como medida estratégica para que mi clienta no apareciera como que era contraria al sentimiento generalizado, pero también era una decisión que me permitía expresar mis sentimientos a una mujer realmente excepcional, que sin duda hubiese llegado lejos, muy lejos, si no fuera por esa psicópata que encima tenía que defender yo … Todavía trataba de entender bien por qué lo había hecho cuando le pregunté si cuando la apresaron ella se había declarado culpable por “motu proprio”. Ella me dijo que le hicieron firmar algo que no sabía de qué se trataba. Con eso supe que tenía una estrategia para el juicio. Más que indagar sobre el crimen, había que desviar la atención y probar que a esa mujer no le habían hecho procedimientos legales para que confesara su culpabilidad, que no le dieron la posibilidad de llamar a un abogado ... Sí ... Era una buena estrategia que pondría en jaque el mayor argumento de la Fiscalía, que se basaba, fundamentalmente, por la confesión de mi defendida. Sabía que podría torcer el rumbo del juicio y que la gente sólo hablara de lo que yo imponía para debatir. Yo en realidad no quería defenderla por lo hecho a Selena. Eso para mí no tenía defensa alguna y ni mi conciencia quería encarar esa posibilidad… Fue muy difícil para mí sobrellevar los primeros días del juicio … No por las presiones mediáticas. Eso era lo de menos. Lo que me empezó a presionar era el clamor de la gente. Uno podía compartir o no sus pedidos, uno podía entenderlo o no, uno podía salir a preguntarles qué representaba Selena para ellos, por qué la querían, por qué se sentían tan identificados con ella, qué esperaban que el juicio redimiera. Pero no tenía sentido hacerles preguntas concienzudas y lógicas frente a tanto sentimiento, frente a tanto Amor, frente a tanto dolor, frente a tanta incomprensión. Esa gente en un punto no había caído en lo que había pasado y creo que tampoco quería caer. Hacerlo significaba aceptar una realidad que no querían admitir. Y eso me ponía mal, realmente muy mal. Me preguntaba qué sería de ellos cuando todo hubiese acabado, cuando se cumpliera la justicia que ellos creían que debía darse. Cualquiera que fuese la resolución, no quería llegar a ese día. Si nosotros ganábamos y mi clienta salía en libertad, ni quería pensar en lo que podría pasar, pero lo bueno, si es que había algo bueno en este caso, era que la gente iba a sentirse con ganas de pelear por algo, sentirían que Selena estaría allí con una sonrisa y a la vez con lágrimas de súplica esperando algo de ellos, que al menos su figura no fuera manchada y que mi clienta recibiera un justo castigo. Pero a la larga todo terminaría, ese día iba a llegar, como en el caso en el que mi clienta resultara culpable. Todos celebrarían, todos festejarían, como nunca cantarían los temas de Selena, sentirían el placer de que se hizo justicia, pero después … después sentirían la ausencia de Selena, sabrían que ella sería todos los días sólo un recuerdo cada día al despertar. Tomarían conciencia de que aquello que ocurrió el 31 de marzo fue cierto nomás y eso sería devastador. Me di cuenta de que conforme pasaban los días, más me generaba culpa estar en el lugar de defensor. Podía disimularlo ante las cámaras, podía realizar sin problemas y con total frialdad mi tarea de abogado defensor, pero por dentro todo era más que difícil. Fue triste, porque como nunca sentí que lo único que convocaba, lo único que acaparaba la atención de la Sala, de los medios, del “ambiente tribunalicio”, de la gente, del periodismo, era Selena. Al principio en la sala de audiencias lo que más me había llamado la atención era la solemnidad, el ambiente sombrío para aparentar que este juicio sería “en serio”, que no sería una farsa, que se haría justicia y que a mi clienta incluso se le daría más que las garantías normales para que no hubiera ninguna duda sobre su condena o inocencia. En el ambiente flotaba que la sentencia no sería otra que la culpabilidad, que nadie quería riesgos de que cualquier vericueto legal la llevara a la libertad y con eso a la convulsión social. “A nadie le conviene eso”, se decía en el ambiente y eso me daba náuseas, más porque uno podía sentir que esa figura principal, la única protagonista de esta historia, la figura que nos había convocado, estaba ausente y a la vez presente. Yo le había dado la orden a mi cliente de que no hablara. Y no me quedé sólo con ese pedido. También le pedí que ni hablaran los familiares. Sabía de la satisfacción de mi clienta por lo que había hecho y que no se sentía arrepentida para nada. También sabía que su familia sólo haría lo que les dijera ella ... Era increíble todo ... Yo sabía que el padre de Selena, a esa altura de las circunstancias, era acusado como un hombre tiránico y que su familia sólo hacía lo que él quería. Incluso yo mismo utilicé ese argumento para insinuar que esa actitud precipitaron los hechos y allí estaban las grabaciones de mi clienta parapetada en el garaje del Days Inn como prueba de que lo había acusado de haber generado toda esta desgracia … Pero lo que me resultaba paradógico era que nadie había advertido que en la familia de mi clienta tenían un esquema parecido sino peor que le atribuían al señor Quintanilla. Muchas veces yo le transmitía a la hermana de ella instrucciones muy precisas acerca de lo que debía hacer y decir a los medios. Sabía incluso que tenían contacto con una periodista que buscaba desesperadamente una nota con ella y que mi clienta la utilizaba para difundir su “versión de los hechos”. Por supuesto que esa periodista hacía lo que le pedía para llegar a esa entrevista que al final logró, pero lo que me llamaba la atención era que toda la familia de mi clienta actuaba como un bloque monolítico en el que sólo había una persona que dirigía con una batuta a esa gente: mi clienta. Muchas veces me pregunté qué pudo haber pasado realmente ese 31 de marzo, qué la llevó a Selena a ir seducida por los cantos de sirena que la conducirían a despedirse de este mundo para siempre. Más de una vez le pregunté a ella pero me contestaba como un disco rayado lo mismo de siempre, que el señor Quintanilla esto, que el señor Quintanilla aquello, y que no le quedó otra alternativa que hacer lo que hizo .... Y la familia de Selena sólo hablaba de la teoría del robo. Yo estaba seguro de que había algo más, algo que ni los Quintanilla ni los Zaldívar habían dicho jamás. Al principio, como todos, me imaginaba que detrás de todo ello habría algo escandaloso que llevó a semejante acción. Pero después, conociendo los hechos y sobre todo a mi clienta, supe que estaba ante una maniobra de una psicópata que acabó con todo antes de que las circunstancias acabaran con ella ... Era tan sólo eso ... Era tan duro como eso. Pero aun así me preguntaba por qué ese 31 de marzo, por qué la avidez de Selena en ir a buscarla, por qué la acompañó sin sospechar mayormente nada, por qué retuvo el anillo hasta el final. Otra cosa curiosa … Muchos se quedaron con la anécdota de que le iba a devolver el anillo en esa confusa escena de la tragedia. Y no estaba mal que muchos repararan en ello. Lo que me llamó más la atención es que nadie se diera cuenta de que Selena tuvo ese anillo en la mano, y más allá de que presumamos por qué lo tenía allí, nadie se había preguntado cómo no lo soltó nunca, cómo hizo para recorrer un largo trecho malherida y debilitada sin soltarlo, cómo cayó y no lo abandonó, cómo recién Selena lo dejó caer cuando supo que ya nada podría hacer … Todo eso rondaba en mi cabeza y me era imposible no pensarlo. Me costaba desdoblar mi personalidad y actuar en mi rol de abogado como si todo esto no lo sintiera ... Bueno, uno ya tenía su oficio y su prestigio, pero me molestaba que todos los días del juicio tuviéramos un protagonismo de prestado y que no merecíamos … A veces cuando veía que periodistas y abogados firmaban autógrafos, yo me quedaba contrariado y pensaba en Selena. Ella debería estar allí con sus fans, dándoles su mejor sonrisa y un bello recuerdo expresado en una foto, en un autógrafo … El hecho de que nosotros estuviéramos ocupando ese rol demostraba lo mal que estaba el mundo, lo mal que estábamos nosotros … Me sentí un poco hipócrita pues hacía lo que no quería y no expresaba lo que realmente sentía … Pero no podía dejarme llevar por mis sentimientos sino por mi profesión … Cada tanto mi clienta me preguntaba con total frialdad cómo le parecía que íbamos y si pensaba que podíamos ganar. Yo le sonreí y le expresé que ya estábamos cambiando el eje de discusión y ahora todo el mundo comenzaba a preguntarse si ella no había sido la verdadera víctima. Eso, y sobre todo la palabra “víctima”, la reconfortó sobremanera. Por eso me preguntó si podíamos pensar que la gente podría creer a la larga que los Quintanilla en pleno, incluso Selena, habían sido los victimarios. Yo tragué saliva y le dije que podríamos pensar en esa posibilidad. Luego pasó por mi cabeza qué pensaría de todo esto Selena si estuviera entre nosotros, de si aparecía de milagro por una puerta para decirnos algo, para dejar en claro lo que pasó y lo que sentía … Cuando me hice esa pregunta pensé en que esa figura podía ser una buena estrategia para conmover al Jurado, para convencerlo de que tal vez mi clienta no era tan mala como parecía, para lavarle la imagen que en realidad tenía y que corroboraba con sus reales conductas en privado… Y en verdad, mientras la defensa estuvo en mis manos, modestia aparte, las cosas fueron muy bien. Fui derecho al hueso y traté de instalar la idea de que todo esto era por culpa del padre de Selena. Utilicé todos los artilugios legales para poner al propio padre de Selena en el banquillo de los acusados en vez de a mi defendida. Tal era mi obsesión al respecto que el Fiscal Valdés se me había anticipado y en el primer día del juicio lo citó al señor Quintanilla para hacerle mis preguntas molestas y para que él pudiera desmentirlas sin necesidad de que yo preguntara nada al respecto. Pero aun así logré que el padre de Selena diera las explicaciones y darle la sensación a la gente de que no todo era un idilio en el seno de la Familia Quintanilla. Había logrado que él hablara más que mi defendida. Además, insistí en el hecho de que mi defendida hizo su confesión de culpabilidad sin presencia de un abogado y bajo presión de la policía cuyo jefe era fan de Selena. Hasta promoví una puesta en escena espectacular en la que hice citar a un Texas Ranger testigo del hecho en el que manifestaba haber visto todo, que no le parecía que mi defendida estuviera cómoda haciendo semejante declaración, y que estaba nerviosa ante la presión de los policías y no dando consentimiento de lo que le estaban haciendo. No digo que había logrado dar vuelta la situación sino que había generado dudas, no digo en la gente que ya había sentenciado, en un modo ciertamente lógico, a mi defendida, pero sí había instalado la duda en los estamentos del poder, en los hombres de la justicia, en un gobierno que estaba interesado en que lo que se decidiera fuera limpio y con pruebas contundentes. No importaba si un testigo clave había visto a mi defendida salir del cuarto apuntando a una Selena malherida y desistir de hacerlo pues notó que todo estaba terminado, no importaba si un perito forense había sido categórico al decir que por la trayectoria de la bala en el cuerpo de Selena no había duda de que había sido un asesinato, que jamás podría ser un accidente. Nada importaba pues el contexto del país en ese momento hacía que la más mínima duda o cualquier error que pusiera en interrogante lo que se daba por hecho hacía que nadie pudiera quedarse tranquilo con el fallo decidido. Yo, como abogado, sentía una gran satisfacción: había logrado minar el mayor argumento que tenía la Fiscalía y había instalado la duda sobre el proceder policial y agigantar la idea de que mi defendida había sido varias veces víctima de muchas circunstancias. Yo sabía que con las otras pruebas concluyentes no iba a lograr que la declararan inocente, pero con las dudas instaladas, sumado al hecho de que sabía muy bien que Valdés nunca podría probar el desfalco económico que le atribuían a mi defendida, podía morigerar la pena y así todos quedaríamos conformes, aunque tuviéramos que resignar algo. Ellos obtendrían la sentencia de culpabilidad. Nosotros, que redujeran mucho la pena que le querían imponer a mi defendida. Y el Poder, que pudo mostrar un juicio ejemplar para contraponer al de O.J. Simpson. Al ver las repercusiones de la prensa y en los estamentos de poder sobre lo que estaba pasando en el juicio, fui a ver a mi defendida para plantearle mi conformidad con lo que estaba sucediendo y que daba por hecho de que obtendríamos una pena menor y que con lograr conmover al Jurado con otras declaraciones, dudas y acusaciones a los Quintanilla, podríamos imaginarnos con lograr una pena aún menor … Cuando terminé de decirle todas las novedades con una sonrisa, me encontré con la sorpresa de que ella estaba muy seria mirándome fijo a la cara. Yo me quedé en silencio como esperando que me dijera si le estaba pasando algo, si le había ocurrido algo en su celda provisoria, si sus familiares le habían mostrado alguna disconformidad por algo. Tardó un tiempo largo en decirme lo que estaba pasando. Y me quedé estupefacto cuando me habló. Me recalcó que ella no quería salir con una pena menor pero culpable, que ella sólo había aceptado mis servicios a condición de que saliera de ese lugar declarada inocente, que ella había tenido un plan y lo quería terminar a como sea, aun cuando ese plan, “por culpa de Selena”, tuviera que alterarse y derivara en ese juicio. Me insistió en que lo que hizo fue porque quiso y no se arrepentía para nada, que jamás diría eso, ni siquiera públicamente, y que sólo accedía a generar lástima sintiéndose víctima de los Quintanilla, precisamente porque, según ella, si “tuvo que hacer eso” fue por culpa de ellos y nadie más. Pero ella no había hecho sólo esto para proferirle una herida irreparable al padre de Selena. Ella quería verlo sufrir, sufrir para siempre, quería gozar cada día con su furia y su dolor, y sólo eso lo podía lograr si obtenía su inocencia y libertad. Me recalcó que no le alcanzaba con haber asesinado a Selena. Eso era parte del plan. Insistió en que quería verlo sufrir al señor Quintanilla para siempre, y que se sintiera arrepentido por haberla querido apartar de ellos y de la vida de Selena. Me dijo que su ideal sería verlo alguna vez a él yendo a su casa pidiéndole llorando que por qué lo hizo y que lo perdonara … Y luego de reírse por esto último que había dicho, me insistió que ella, como en todos los aspectos de su vida, ve las cosas o todo negro o todo blanco, todo bueno o todo malo, todo o nada, por lo que me conminaba a que apostara a lograr todo y si no lo lograba que fuera nada, pues lograr algo pero no todo era lo mismo que nada …”Todo o nada”, me volvió a insistir … Sólo asentí en silencio y con un mirada al piso, y me fui rápidamente. Esa mujer no sólo era un psicópata. También era mala, muy mala … Decidí hacerle caso … Sabía que íbamos a perder, pero era lo mejor. Ya no quería saber más nada con el caso. Me generaba náuseas, indignación, ira. Si seguía mucho tiempo más no podría disimular lo que sentía y que cada vez sentía más conmiseración por esa gente que estaba haciendo vigilia todos los días dentro y fuera de los Tribunales esperando justicia … Justicia …Una Justicia que más que justicia era una lucha de intereses en pugna en la que el más hábil lograba vencer. Y yo era parte de esa “Justicia”. Sé que para muchos era una decisión alocada, sin sentido alguno, pero, como todo, tenía su lógica y su sentido. Decidí llevar las cosas al “todo o nada”. Y sorprendí a todos, ya que en el medio de haber logrado desorientar a la Fiscalía y a hacer dudar al Juez, conminé a la Máxima Autoridad a que convocara al Jurado para que decidiera el futuro de mi defendida lo más rápido posible. Como ella tenía varias penas, propuse que se decidiera sobre su culpabilidad o sobre su inocencia sobre la mayor pena que se le imputaba, que era la de homicidio. De acuerdo con las leyes texanas, el fallo sobre la pena más grave incidiría sobre las menores, por lo que si mi defendida era declarada inocente por la imputación de homicidio, sería inocente por las penas menores. Y si la hallaban culpable, recibiría la pena por la imputación mayor … Era una jugada muy arriesgada, que a muchos no convencían pero sí a mi defendida. “¿Estás seguro de lo que haces? Mira que si sigues con la política que has hecho hasta ahora y dilatas un poco el curso del juicio, puedes lograr más de lo que esperas, no todo, pero…”, me dijo un colega amigo de hacía muchos años. Yo lo interrumpí: “Todo … Eso … Todo o nada … De eso se trata … De eso se trata en esta decisión”, le dije mirándolo resignado a los ojos y con ruego en la mirada de que no me preguntara más. Mi amigo se marchó y no me habló más del tema. Obviamente él tenía razón, pero las razones que yo tenía no las podía revelar. Cada vez tenía más pena, más pena por Selena. Me pregunté varias veces cómo había quedado atrapada ella en las garras de esa mujer, cómo pudo confiar en semejante persona. Pero lamentablemente me respondí rápidamente a esa pregunta. Mi defendida era hábil, muy hábil, podía disfrazar su Alma de Diablo en un cuerpo de angelito, podía lograr caer bien a mucha, mucha gente, podía tener más fieles que las personas bondadosas. Su verdadera cara casi nunca la mostraría, sólo en casos de extrema necesidad … Y seguramente esa cara la vio Selena ese 31 de marzo, cuando recién comenzaba a darse cuenta de todo y cuando ya era tarde, muy tarde para salir de esa maraña que le impuso mi defendida… Todo lo que pasó después me encontró no siendo protagonista de esta historia que cada vez más me resultaba triste y gris … Cuando a ella le pareció atinado, previo a que se viniera la sentencia del Jurado al día siguiente, ordenó a su padre a que fuera a hablar con ellos para conmoverlos … Yo lo acepté resignado e hice los procedimientos pertinentes para hacerlo posible, pues a esa altura asumí que todo debía hacerse a su cuenta y riesgo. Viendo lo que le sucedió a Selena no quería ni pensar qué hubiese pasado si me hubiese negado. No me pareció ético para nada. Me parecía increíble que eso fuera legal, pero asumí que así lo era pues el Juez lo había autorizado. Pero como fuere, era éticamente inaceptable. ¿Cómo alguien, en el nombre de ser un familiar cercano a la acusada, podía ir un día antes a hablar al Jurado y pedirles/exigirles que como buenos cristianos debían perdonarla? Podía ser el padre, podía quererla mucho, pero no era moralmente correcto prácticamente extorsionar a gente que debía dar una decisión en función de las evidencias y de su conciencia apelando a la culpa y a decirles que condenar a su hija provocaría que fueran castigados por Dios. La Familia Quintanilla había permitido que el padre de mi defendida hiciera esto … Supongo que lo entendían porque era su padre y que esas cosas no podían impedirle, o bien lo autorizaban para hacerle notar que él podía defender a su hija, pero ellos, por lo menos con Selena, ya no podían hacer nada, ni siquiera defenderla de su hija … Mi defendida se mostró con esperanza luego de ese “encuentro” y me preguntó si le parecía que podía ser optimista … Yo me quedé en silencio. Sabía que en los “pasillos tribunalicios” se decía que la condena era un hecho … Que el testimonio conmovedor del testigo Trinidad Espinoza fue demoledor para todos … Tal vez en otras circunstancias yo le hubiese dado a entender que la suerte estaba echada y que era muy difícil revertir la situación, máxime por su política del “todo o nada” que no dio posibilidad de ningún matiz, de ninguna alternativa. Pero opté por decirle “Que Dios nos ilumine. Que Dios nos dé una enseñanza de todo esto que padecimos…”. Yo quería que todo terminara de una buena vez. Ya me resultaba molesto ver ese esquema tan neurótico de la familia de mi defendida. Era triste y patético ver a una familia enorme moviéndose como marionetas tras las directivas de un solo integrante, que encima estaba preso … Como nunca vi un cuadro de situación terrorífico. Se me podrá decir si acaso no estaba acostumbrado a estas cosas, que si no tuve que defender a gente peligrosa, que uno tuvo que tratar a muchos que están muy enfermos y con pocas posibilidades de reinsertarse a la sociedad. Y sí, ¡¡claro que había visto de todo, que había tenido que lidiar con gente despreciable!! … Pero esto … Esto nunca lo había visto … Gente que parecía buena y servicial pero que tenían un grado de maldad que haría que uno de verlo mínimamente llamara a autoridades médicas para tratar urgentemente el caso. Ellos mismos habían detectado que yo me había alejado y por eso ya nadie confiaba en mí. En los últimos días ella quería hablar con la familia de Selena, con los medios, con una periodista para convencer, para dar vuelta la historia, para lograr el “efecto cadena”, circular una versión y alimentarla ella misma para que se dé por cierto. Pero todos esperaban el veredicto y yo también. O lo único que quería era irme a casa de una vez. Por eso cuando llegó la sentencia sólo me incorporé para contener a mi defendida y luego me fui. Pero antes de irme pude apreciar la ira de esa mujer, la sed de venganza, la frustración porque las cosas no se dieran tal cual lo había planeado. No hay caso con los psicópatas … Ya lo dijo ella: todo o nada. Y para ella esto era definitivamente nada, aun cuando se jactara de que dispuso del destino de Selena y de que había arruinado a una familia, un sueño, la mitad del corazón de su padre, de su familia y de toda una comunidad. Por eso no me sorprendió lo que hizo después, en el que dedicó a difamar a Selena y de acusarla de cuanta cosa se le viniera en mente. Evidentemente esa mujer nunca estaría en paz consigo misma y no se perdonaría haber fallado en algo. Pero al menos se consolaría con instalar la duda y generar la sospecha infundada de las otras personas que acaso juzgarían a los Quintanilla con barbaridades que por allí mucho tomarían por cierto, o por lo menos para acusar a los demás, sobre todo al padre ... ¡¡Pobre el señor Quintanilla!! … Yo lo veía entero y muy correcto, pero por dentro estaba destruido. Se daba fuerza conteniendo a su familia y mostraba más entereza cuando más se lo atacaba. Yo no compartía muchas cosas que pensaba y hacía, pero reconozco que muchas veces se lo acusaban de cosas por malicia, por ira por la ida de Selena o por total ignorancia. Era entendible que muchos, para calmar su desolación por la partida de Selena, buscara desahogarse buscando culpables y que uno de sus preferidos era el padre de Selena, que siempre aparecía como el más polémico … Pero las cosas que decían … Recuerdo que una vez una banda del norte de México lo acusó de dejar morir desangrada a su hija por negarse a la transfusión que se le hiciera por ser Testigo de Jehová … Por allí esas declaraciones podían ser un desahogo para tanta gente pero carecían de lógica alguna. Aunque el padre de Selena se negara, los médicos no le harían caso, y de hecho hicieron lo que debían hacer y luego se lo informaron a él. Además, esa gente ignoraba que los Testigos de Jehová contemplan la posibilidad de la transfusión en caso de enfermos o accidentados graves e inconscientes … como era el caso de Selena …Si el padre en un momento reaccionó así, debió haber llegado al hospital con la idea de que la cosa no era tan grave, de que su hija estaba delicada pero consciente y con posibilidades de salvarse… Pobre el padre de Selena … Tal vez él pensó que su hija no corría peligro … y se encontró con esa realidad … Lo vi partir apenas escuchado el veredicto junto con toda su familia. Se iba conforme pero no eufórico. No había nada que festejar … Ahora vendría lo peor … Asimilar lo que nunca se asimila … La pérdida irreparable de un ser tan querido y entrañable … De pronto me sacudió la entrada a los sollozos histéricos de la familia de mi defendida a pleno. Yo llegué a abrazar al padre que estaba sin consuelo, pero en cuanto vi que todos estaban en lo suyo, yo me fui sigilosamente y gané la calle inmediatamente. Afuera la gente estaba eufórica con el fallo. Si bien eso no cambiaría nada, al menos sentían el consuelo de que Selena podía estar en paz, que al menos repararon algo de lo que le hicieron con esta prisión perpetua, pero que en realidad la prisión seguramente sería hasta el año 2025, por esos vericuetos legales que siempre se encuentran para atemperar la pena, vaya a saber por qué razón … Me sentía raro. Acababa de perder un caso, pero sentí que era lo mejor que me podía pasar. De otro modo, seguramente mi conciencia me pasaría factura todos los días. Mucha de esa gente me reconoció, pero para mi sorpresa no recibí tantos abucheos … La gente quería cantar, la gente quería bailar, la gente quería estar feliz aunque sea por un ratito imaginando que todo sería como antes, que todo volvería a empezar y que al otro día se despertarían y tendrían a su lado a Selena sonriendo … Cuando ya llegaba a mi coche, una niña se me acercó y me pidió un autógrafo. Yo me iba a negar por principios, pero algo me detuvo y me hizo reconsiderarlo: era una niña con una mirada muy tierna que llevaba puesta una remera y una vincha de Selena. Yo le dije si me permitía hacerle un autógrafo en su vincha y tanto ella como su madre accedieron. Cuando la tuve en sus manos, sólo escribí lo que sentía en ese momento: “Perdónanos, Selena … Nosotros no supimos defenderte de este mundo cruel…”, y le devolví la vincha a cambio de un beso de la niña y de la promesa de la madre de que no diría hasta 10 años después quién se lo había escrito. Cuando ya me iba vino detrás y corriendo esa conocida periodista. Me dijo que la cobertura de este juicio le había cambiado la vida y que pensaba escribir un libro sobre la “verdad sobre Selena”. Yo la miré con una sonrisa piadosa y ella me dijo que sentía que hubiera perdido el caso, pero que a pesar de todo me veía tranquilo. Yo le dije que, aunque fuera paradógico, yo estaba en paz conmigo mismo, porque en verdad se había hecho justicia, pero que ni aún así podríamos reparar todo el daño que se le había hecho a Selena. “¿Y sabes, qué? Yo también escribiré algo. Pero no será un libro ni nada parecido. Sólo cuando sienta que mi hora ha llegado diré lo que sentí en estos días. Quiero irme con la conciencia tranquila. Quiero irme de este mundo diciendo que yo también admiraba a Selena pero la terminé amando cuando el Señor me puso ante el desafío de defender a esa mujer asesina…”. La periodista me miró contrariada y se fue. Estaba más ocupada en lograr la fama que logró gracias a Selena y no con buenas artes, precisamente … Pasó el tiempo y ahora estoy aquí terminando mi escrito. Espero que caiga en buenas manos y que lo sepan difundir. Espero que este humilde escrito sea una contribución al recuerdo de Selena, un modesto reconocimiento a una artista única e irrepetible y a una excelente persona. Espero que la gente me pueda entender y que el Señor sea misericordioso conmigo… (Creo que todos tenemos el derecho y el deber de ver el lado bueno de las cosas. También creo que muchas veces debemos indagar por qué hacemos las cosas que realizamos aparentemente sin razón. Quiero creer que el abogado de esa mujer sabía lo que era su defendida y que sólo hizo su trabajo. Quiero creer que antes de irse de este mundo le manifestó al menos a alguien que se sintió un ser menor por defender a esa mujer, pues sabía lo que era Selena. Me hubiese gustado que se hubiera rebelado, que no hubiese aceptado ese rol … Me quiero quedar con la idea de que poco hizo por defender en serio a esa mujer para salvar a Selena, para darle al menos esa paz que tanto necesita, ya que no puede ser feliz estando entre nosotros) Selena: yo no sé si hago lo correcto. Yo lo único que sé es que todo lo que hago es por Amor, por Amor a tu talento, por Amor a tu persona, por Amor a tu vida. Yo lo único que quiero que sepas es que siempre serás mi ejemplo y mi guía para tener todos los días una sonrisa para enfrentar a este mundo malvado y cruel, este mundo que te dejó ir sin que te pudieras dar cuenta nunca de ello… Te quiere con toda el Alma… Sergio Ernesto Rodríguez (Buenos Aires, Argentina)